jueves. 28.03.2024

Los impulsores de dicha geopolítica son principalmente tres y se coordinan: se trata del Gobierno por un lado, del llamado “Oligopolio energético” por el otro, al que se les sumará la Comisión Europea, y en menor medida, algunas administraciones subestatales

El informe "El Acaparamiento Energético del Estado español", realizado por David Llistar y Alfons Pérez, desgrana cómo el modelo energético español afecta al desarrollo humano sostenible en el Sur Global por medio de la anticooperación. Estas interferencias se han vinculado al acaparamiento energético: desposesión por acumulación y pérdida de soberanía popular sobre los bienes propios y comunes. Es decir, el modelo energético podrá beneficiar a las partes contratantes, pero perjudica a terceros: a quienes viven cerca (incluso no tan cerca) de esos recursos naturales.

La sociedad y economía españolas interfieren territorios y poblaciones en otras geografías, y en lo energético, han sido organizadas en las últimas décadas de modo que su metabolismo energético se caracteriza por su profunda adicción a los combustibles fósiles; una dependencia energética del exterior que roza el 90% del consumo total interno.

Las características metabólicas de la economía española junto a la fuerte influencia de sus transnacionales del sector energético, determinarán fuera de las fronteras una geopolítica española tan activa como estratégicamente silenciada. Los impulsores de dicha geopolítica son principalmente tres y se coordinan: se trata del Gobierno por un lado, del llamado “Oligopolio energético” por el otro, al que se les sumará la Comisión Europea, y en menor medida, algunas administraciones subestatales. Dicha geopolítica, configurada por una mezcla de intereses privados, estatales y públicos, comprenderá un espectro amplio de premisas, actuaciones e instrumentos cuya influencia se cierne sobre pueblos y biodiversidad en el Sur Global, alimentando ciclos de sistemática vulneración de derechos humanos.

El modelo energético español pasa factura:

Las importaciones energéticas representan el 5% del PIB, casi 50.000 millones de euros en 2012 (ahora la cifra ha caído por los precios del petróleo).

Alimentando regímenes autoritarios y/o corruptos en los países exportadores.

Con aumentos sistemáticos de los precios de la energía que benefician a las grandes empresas energéticas y empobrecen la población.

Aumentando la dependencia energética fósil del exterior

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El modelo energético español pasa factura