jueves. 25.04.2024

El espacio o la llamada espacialidad, es objeto de estudio de la Proxémica, ciencia que estudia las disposiciones de los objetos y de los sujetos en el espacio y el uso que los sujetos hacen del espacio con fines de significación, es decir, darle al conjunto de objetos y sujetos en un determinado espacio un significado existencial, un cómo, un cuándo y un porqué.

La vivencia es la unidad de la personalidad y del entorno, la verdadera unidad dinámica de la conciencia. La vivencia sintetiza aspectos emocionales, cognitivos, emocionales y afectivos y permite crear la cultura como una síntesis de aportaciones que participan de espacios simbólicos.

La pandemia de la Covid 19 ha afectado activamente a las relaciones vinculares entre espacio y cuerpo, generando nuevas relaciones, pasando los sujetos de una relación de un espacio compartido a un espacio competido. Finol (2020), habla de que para nosotros el lugar es un trozo de espacio que se caracteriza por dos cualidades, la permanencia y la habitabilidad de los sujetos que lo ocupan, generador de memoria colectiva de estos sujetos. Por otro lado, este autor se refiere al territorio como un espacio de mayor extensión con menor vinculación entre habitantes y por tanto no se asocia la cualidad de la permanencia, aquí en vez de predominar los habitantes predominan los transeúntes, que vienen y van. Así mientras el hogar es un lugar, la calle es un territorio.

La pandemia de la Covid 19 nos ha impulsado a abandonar nuestros territorios (calles, plazas, centros de trabajo…) y en su momento a confinarnos de forma total o parcial en nuestros lugares (hogar).

Esta pandemia por la distancia social impuesta para la prevención del contagio, de unos dos metros, en términos de proxémica implica la alteración de las tradicionales formas de relación, como estrechar manos, palmear en la espalda, besar o abrazar entre otras. Y en definitiva ha modificado las relaciones interpersonales. Afirma Finol: “La mixofilia que era el principal activo de la vida urbana, se trasforma en mixofobia o miedo al otro”.

Estos cambios impuestos por la nueva proxémica han llevado consigo un cambio de las formas en la utilización de los espacios públicos, que pasaron de estar sobreocupados a vacíos. ¡Que imagen la de TV mostrando la Gran Vía de Madrid absolutamente vacía!

Todo lo expuesto hasta ahora nos da idea de los cambios de la nueva espacialización y las nuevas relaciones que se imponen en el cuerpo social, dando lugar a lo que se ha llamado nuevas microculturas espaciales y corporales. (ver mi artículo en Nueva Tribuna, Aspectos etológicos de la nueva forma de saludar.

Otro cambio impuesto por la pandemia en la espacialidad en el modelo poblacional es que en el modelo actual más del 50% de la población es urbana, fruto de un éxodo rural de los años 70 y 80, que ha conducido a la llamada España vaciada.

A partir de esta pandemia muchas personas que habitan en el medio urbano han recalado en lugares de menor población por buscar menos estrés, más facilidad para cumplir el distanciamiento social, no tener que usar medios urbanos en los que es imposible mantener la distancia social y teletrabajando. Así, la pandemia actual ha modificado las bases de nuestra sociedad actual en la relación urbano/rural y ha puesto de relieve las debilidades y fortalezas, como por ejemplo menos peligro de contagio en el mundo rural, mejores servicios sanitarios en el mundo urbano

Por último, esta reflexión de Jorge Luis Borges: “antes las distancias eran mayores porque el espacio se mide por el tiempo”.

Vivencia del espacio en la pandemia de la Covid 19