La reciente Cumbre de la Alianza Atlántica en Madrid, también llamada OTAN, ha pivotado sobre un eslogan famoso: “Si vis pacem, para bellum”, o sea, “Si quieres la paz, prepara la guerra”. No es que sea sorprendente tratándose de una alianza militar, pero me parece necesario echar una peonada de opinión ante tan deslumbrante evento.
El problema es que hay otra potencia militar, con el territorio nacional más grande de la Tierra, que tiene sobreabundancia de recursos naturales, y espera tener más y más según el calentamiento global vaya derritiendo el Ártico. Se llama Rusia y la lleva en el bolsillo del chaleco un autócrata que equilibra su mediocridad con un instinto criminal notable. El tipo este el eslogan lo adapta a su capricho como norma de conducta: “Si quieres la guerra, prepara la guerra y ejecuta la guerra… en Ucrania, por ejemplo”.
Hay otro problema: Hay otra potencia, que agrupa ella solita a la quinta parte de la Humanidad y tiene, por lo tanto, una capacidad productiva y comercial casi infinita. Su capacidad armamentista no es aún tan potente, pero, al igual que Stalin en la IIª Guerra Mundial, compensaría el déficit de cañones con el superávit de carne de cañón. Se llama China, tiene una cultura de cinco mil años y por ello cuadran el círculo cotidianamente de construir y beneficiarse del capitalismo salvaje bajo la dictadura de un partido comunista marxista-leninista, pensamiento Mao Tse Tung, para esquivar las contradicciones internas de éste. Son tan sabios estos chinos, tan pacientes, tan poco sometidos al rigor del tiempo, que saben de sobra que las guerras, todas ellas, se libran y se ganan en los frentes del comercio y la economía.
Abundando: El eslogan tendría unos 2500 años de antigüedad si aceptamos que es cosa de Julio Cesar, y 1600 si asignamos su autoría a un tal Flavio Vegecio Renato, romano también. Siglo arriba o siglo abajo, no me negarán que ha corrido mucha agua bajo los puentes desde entonces, que el famoso eslogan tenía algún sentido en la época que las guerras podían ganarse o perderse y la vida continuaba o que, incluso, las guerras podían ser un horrible motor de progreso tecnológico o legítimos actos de defensa frente a la barbarie o la tiranía.
Pero, hoy por hoy, la guerra total, el todos contra todos a misilazo nuclear, sería el fin de la especie humana, y de una gran parte de las otras, y de la vida sobre la Tierra durante un periodo incalculable.
Todos sabemos que eso puede pasar mientras se sigan o nos sigamos comportando con el maldito eslogan como premisa, pues el deseo etéreo de la paz se desvanece ante la preparación ferviente de la guerra, de esta guerra de hoy sin retorno.
Luego, es urgente y vital, nunca mejor dicho, olvidar de una vez por todas ese maldito eslogan, (tengo yo para mí que sus autores, ya fuera Julio Cesar o Flavio Vegecio, tenían fuertes intereses en la industria armamentista de los romanos), e implantar en el corazón y en el quehacer cotidiano de la Humanidad y de sus mandatarios otro eslogan más racional y coherente: “Si quieres la paz, prepara la paz… claro”. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), las instancias diplomáticas múltiples, incluidas las secretas, las instituciones expresivas de las diversas espiritualidades, el universo de las universidades, el conocimiento, la cultura, etc., serían instancias magníficas para ese proceso de implantación de la paz y la vida frente al endémico a través de los tiempos de la guerra y la muerte.
Ya sé que esta opinión vale menos que lo que me cuesta emitirla, que está fuera de la realidad, que no tiene en cuenta los factores disuasorios de atacar al otro para que el otro no ataque, ni tiene en cuenta los puestos de trabajo y la riqueza material y tecnológica que genera la industria armamentista. Vale, pero atiendan:
…. La especie humana es la única que tiene la capacidad de inspirar sus actos en sueños, o sea, en el anhelo de vivir mejor en todos los sentidos. Ese motor de la capacidad humana de soñar produce el idealismo y la utopía. Los mejores logros de la condición y la dignidad humana fueron no hace tanto proyectos ideales y utópicos, burlados y reprimidos, incluso, las más de las veces. Solo veo un modo de vivir y avanzar humanamente hacia cotas superiores de civilización y convivencia: Pisando fuerte en el suelo de la realidad, pero, al mismo tiempo, sin bajar nunca la cabeza orientada al cielo.
…. Nada más disuasorio, salvo que se sea imbécil integral, que la certeza de que, si todos preparamos la guerra, ésta llegará y será la última. De cajón.
…. El esfuerzo de salvar el planeta, el hábitat común de la Humanidad, de la doble amenaza del colapso climático y la guerra nuclear y garantizar para cada ser humano los fundamentos básicos de su vida y su dignidad, desde el trabajo, la alimentación y el agua, hasta la salud y la educación … les aseguro que multiplicaría sin límites los puestos de trabajo y los beneficios de todo tipo que hoy supone la industria armamentista. Y lo que es más importante: Serían esfuerzos, inversiones, recursos, inteligencias, amor, para la Vida sobre la Tierra, no para su contraria.
Por último, aterrizando, me gusta la Democracia y luché por ella, sin saber lo que era, desde adolescente. Luego me di cuenta, cuando vino, que tiene imperfecciones serias, las propias de los seres humanos que la hacen, la disfrutan o la denigran con sus actos. Pero sigo convencido que es el mejor sistema de organizar la convivencia y asegurar el progreso social. Por eso asumo la OTAN como alianza defensiva y de seguridad de las democracias, lo que antes se llamaba el mundo libre. Sé que en esa alianza hay alguna polución, Orban, Erdogan. Pero sé también que se han unido a la misma dos de las democracias liberales y sociales más antiguas y ejemplares del mundo: Suecia y Finlandia.
Lo dicho, mirando al cielo de que las cosas deben ser distintas y mejores y pisando el suelo de la realidad con firmeza.