miércoles. 24.04.2024
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La violencia obstétrica hace referencia a un conjunto de prácticas que degrada, oprime e intimida a las mujeres de distintas maneras dentro de la atención a la salud reproductiva, fundamentalmente en el período del embarazo, parto y postparto.

  1. Violencia de género
  2. Violencia obstétrica
  3. Estudios de conductas
  4. Discriminación de género
  5. Cultura patriarcal
  6. Violencia invisibilizada
  7. Relación médico-paciente
  8. Aspectos emocionales del parto
  9. Formación con enfoque de género

Se trata de una violación de los derechos humanos y reproductivos de las mujeres, y puede ser tanto física -uso de procedimientos innecesarios en el embarazo y el parto, falta de respeto en los ritmos naturales del parto-, como psicológica, infantilización de las mujeres, trato despectivo y humillante, insultos y vejaciones.

Isaac Asimov dijo: “La violencia es el último recurso del incompetente”

Violencia de género

La violencia obstétrica no es sólo consecuencia de protocolos obsoletos y mala praxis médica, sino que se trata de una forma más de violencia de género: se infantiliza a las mujeres, tratándolas de un modo paternalista y vejatorio, pero está tan normalizada a nivel social que resulta difícil la visibilización del problema. Y la violencia de género más peligrosa es precisamente aquella que está invisibilizada.

Venezuela fue el primer país del mundo en el emplear el término “violencia obstétrica” en 2007, dentro de “La  ley  orgánica  sobre  el  derecho  de  las  mujeres a una vida libre de violencia”, seguida por Argentina en 2009 y los estados mexicanos de Durango, Veracruz, Guanajuato y Chiapas, en 2007, 2008, 2010 y 2012 respectivamente. En abril de 2014 el senado nacional de México también aprobó modificaciones en varias leyes sobre violencia contra las mujeres  para  incluir  la  violencia  obstétrica  como  una  práctica  punible

Destacadas investigaciones sobre experiencias de mujeres en el momento del parto, plantean una situación muy alarmante, en la que es común escuchar relatos de mujeres acerca de trato irrespetuoso, ofensivo o negligente durante el parto, en la que intervienen múltiples variables con una perspectiva antropológica, social, cultural, y psicológica.

Violencia obstétrica

En este sentido, la violencia obstétrica son todas las acciones y conductas que deshumanizan y minimizan a las mujeres durante todo su proceso de embarazo, parto y la etapa posterior y son cometidos por el sistema de salud tanto público como privado. La violencia obstétrica incluye:

  • Comentarios hirientes como “si te gustó hacerlo, ahora aguántate”, “así gritaste cuando lo estabas haciendo”.
  • Impedir a las usuarias expresarse durante el proceso del trabajo de parto o parto: “ya no llores, no es para tanto”.
  • Comentarios pocos apropiados con la sexualidad de las mujeres.
  • Escasa información o falta de esta.
  • Llevar a cabo procedimientos médicos de forma rutinaria, sin consentimiento o explicarle por qué son tan necesarios realizarlos, incluso cuando no son necesarios para facilitar el proceso o apresurar los tiempos ejemplo; (abuso de oxitócicos para apresurar el parto).
  • Ignorar los deseos y opiniones de las mujeres y sus familiares.
  • No prestar la atención médica adecuada y a tiempo.
  • Presionar para que decidan uno u otro método de anticoncepción.
  • Esterilizaciones forzadas.

Estudios de conductas

En un estudio de la conducta de los profesionales durante la atención del parto en los hospitales Matilde Hidalgo de Procel y Mariana de Jesús, de la Universidad de Guayaquil, en el lapso de agosto del 2017 hasta abril del 2018, se observa comentarios inapropiados en el parto, que vulneraron su integridad, cuando se consultó sobre el uso de sobrenombres, el 77.33% respondió afirmativamente, en lo que respecta el uso de insultos 54 usuarias que representan el 36% respondieron que fueron agredidas verbalmente. También se observa entre sus resultados que el 59.33% de usuarias fueron víctimas de comentarios desagradables durante el proceso del trabajo de parto y parto.

En una investigación sobre percepción de la violencia obstétrica, por matronas en Barcelona, la mayor parte de las matronas entrevistadas consideran que la violencia obstétrica existe, y que se produce y reproduce en su ámbito de trabajo a través de diversas prácticas. Otras matronas consideran que el concepto como tal es erróneo porque en ningún momento hay intención lesiva por parte de los profesionales de la salud implicados.

Para muchas de las informantes, dicho fenómeno está relacionado con el enfoque de riesgo de la biomedicina, la patologización de los procesos reproductivos y las jerarquías hospitalarias y concluye que la investigación invita a la reflexión acerca de las implicaciones que tiene la violencia obstétrica también para los profesionales de la salud. Además, sería conveniente iniciar un diálogo para definir qué prácticas son consideradas por profesionales y usuarias como violencia obstétrica, y cómo media la biomedicina en ellas.

Discriminación de género

La violencia obstétrica constituye una discriminación de género y representa una violación de los derechos humanos desde un enfoque de los derechos de la salud y de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, entendidos como derechos inalienables e indivisibles de los derechos humanos.

Estas praxis deshumanizantes constituyen un verdadero problema de Estado y de salud pública en diversos países del mundo, incluido España. Las transgresiones durante el parto generan altos costos, económicos y sociales. De todas formas, más allá de los costos, existe un imperativo ético y moral que tiene que ver con lograr sociedades más justas y equitativas, libres de todo tipo de violencias.

Cultura patriarcal

Estamos hablando de una violencia estructural e institucional que emana de una cultura patriarcal que afecta a diversos ámbitos, incluyendo las ciencias médicas. A pesar de que la violencia obstétrica no es nueva, ha permanecido oculta durante mucho tiempo y en la actualidad continúa siendo desconocida, incluso por profesionales de la salud.

Se trata de un viejo problema, transformado en un concepto novedoso. Algunos estudios indican que más de la mitad de los/las profesionales de la salud no disponían de información suficiente, y una prospección entre 250 usuarias señala que el 80% desconocía el término “violencia obstétrica”. De manera similar, en un estudio que incluyó 425 mujeres en Venezuela solo el 27% conocía el término. Se trata de prácticas extendidas en el tiempo que se convierten en nuevos problemas a partir de la toma de conciencia de los/las profesionales de la salud y las usuarias.

Violencia invisibilizada

Aunque con otros términos, este mismo fenómeno fue denunciado en la década de 1950 en los Estados Unidos y el Reino Unido, mientras que en Brasil lo hicieron desde una perspectiva feminista en la década de 1980. Se trata de una violencia de género que ha permanecido invisibilizada en el ámbito médico y que, con la emergencia de nuevas asociaciones activistas, como El parto es nuestro, ha empezado a ver la luz. Hay que señalar que el activismo en contra de la violencia obstétrica podría ser una de las secuelas que deja el parto traumático.

¿Cómo es posible que esta práctica pase desapercibida, incluso en la actualidad? La respuesta debe ser multifactorial, considerando componentes culturales, sociales, históricos y formativos. Se trata de una violencia derivada de sociedades patriarcales que naturalizan estas prácticas y comportamientos, los cuales terminan siendo asumidos por la sociedad, incluyendo profesionales de la salud y usuarias.

En la relación con las usuarias se establece un trato jerárquico deshumanizador que otorga prioridad y poder a los/las profesionales de la salud por encima de las pacientes. Se trata de sistemas que se fundan en sistemas de poder jerárquicos en cuanto al género y la salud. Incluso hay investigadores/as que han señalado que la calidad asistencial estaría asociada a la jerarquía social de la paciente; así, a mayor vulnerabilidad de la mujer, más humillante tendería a ser el trato recibido.

Esto explicaría las dificultades para reflexionar sobre la violencia ejercida en el ámbito de las prácticas de atención al parto, tanto por profesionales de la salud como por las propias pacientes. Está claro que no se puede generalizar desde el momento en que estas prácticas son cuestionadas, incluso por enfermeras que viven el trato deshumanizador que se ejerce contra las usuarias, y que se ven incapaces de frenar.

Relación médico-paciente

Algunos estudios también señalan que la práctica de la violencia obstétrica podría estar asociada al síndrome de burnout (desgaste profesional) entre profesionales del parto, que tenderían a deshumanizar a las usuarias y afectaría la relación médico- paciente. Otra causa es la falta de formación e información que lleva a los/las profesionales de la salud a no poder identificar ni gestionar estas prácticas.

No debemos pensar que la invisibilidad de esta praxis obedezca a bajas tasas de incidencia. Es verdad que existen complicaciones para el registro de casos. Se trata de una cuestión innovadora, con pocos estudios en España, donde la violencia obstétrica puede adoptar numerosas formas y en ocasiones puede subestimarse bajo síndromes de depresión posparto o estrés postraumático.

Se trata de un problema muy poco abordado, en especial sobre la percepción de las usuarias y de los/las profesionales de la salud. En general, se calcula que un 35% de las madres presentan algún grado de trastorno de estrés postraumático.

Aspectos emocionales del parto

Los estudios evidencian una falta de formación y de habilidades técnicas para afrontar los aspectos emocionales del parto. Durante el trabajo de parto, las mujeres pueden experimentar sentimientos de miedo, ansiedad, inseguridad y soledad, en especial si no tienen a su lado una compañía de apoyo.

La formación del profesional de la salud tiene un papel estructurante en la actual asistencia al parto y en la resistencia al cambio. Una encuesta llevada a cabo en México entre profesionales de la obstetricia y la ginecología indica que el 64% manifestaban no tener información sobre la violencia obstétrica y expresaron la falta de herramientas para hacer frente a ella.

Formación con enfoque de género

Es necesario cambiar el modelo obstétrico en la formación de los/las profesionales de la salud para que se conciencien, mediante un enfoque de género, de esta violencia institucional que representa un abuso de poder por parte de las instituciones y de sus profesionales de la salud hacia la autonomía de la mujer. En la propuesta de nuevos modelos formativos en la atención a la salud de las mujeres que tiendan a mejorar la calidad asistencial es imprescindible proveer al alumnado y a los/las profesionales de la salud de herramientas de conocimiento y detección de la violencia obstétrica, así como de control del estrés laboral, que los protocolos no resulten invasivos, dolorosos ni arriesgados, y que los partos reciban un trato respetuoso y humanizado.

Por último, compartir esta reflexión de Isaac Asimov: “La violencia es el último recurso del incompetente”.

Violencia obstétrica, una forma más de violencia de género