viernes. 19.04.2024
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¿Qué es eso del olíbano?, me preguntaba para mis adentros, mientras intentaba que mi cara no demostrará a mi interlocutor, el desconocimiento absoluto de ese término. Como esto ocurría en una época donde los móviles solo servían para llamar por teléfono, tuve que esperar a llegar a casa y poder consultarlo en el incipiente internet de aquellos años.

Y esto fue el resultado de mi búsqueda:

“Utilizado durante 6.000 años como perfume y panacea, el olíbano (cuyo nombre original proviene del francés antiguo, significa "incienso puro") es una resina aromática que se obtiene de árboles del género Boswellia.”

Bien, buena información, pero ¿esto donde se produce?, continúe indagando:

“Omán produce el olíbano más fino y caro del mundo, una sustancia que los antiguos egipcios llamaban el "sudor de los dioses".

El robusto árbol Boswellia Sacra crece en el inhóspito terreno de la provincia de Dhofar, en el sur de ese país.”

La semilla ya estaba plantada, la imaginación me llevaba a esos mercados árabes, repletos de aromas a especias, con puestos llenos de dátiles y aceitunas, alternándose con otros de sedas y telas.

¡Quiero ir allí!

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HACIA OMÁN

Todo llega. Son las tres y media de la mañana cuando aterrizo en el aeropuerto de Muscat, comienzo mi viaje a Omán, tras haber hecho escalas en Estambul y Bahréin. La temperatura es de 29 grados.

La terminal no es muy grande, nada que ver con las infraestructuras de sus vecinos Qatar, Dubái o Abu Dabi.

Tras unos trámites de obtención de visado, aduanas y demás, rápidos y eficaces me dirijo al hotel. La primera impresión la recibo de unas grandes autopistas, desiertas a estas horas, que me conducen a la capital, Mascate (Muscat). Solo me puedo permitir unas pocas horas de sueño antes de comenzar lo que será un corto periplo por este país.

UN POCO DE NECESARIA HISTORIA

Omán es un país de nombre evocador, un nombre que asocias a los cuentos de las Mil y una Noches y de Simbad el Marino.

Desde el siglo III, este país situado en el este de la península arábiga, se ha mantenido en la historia del mundo. Su situación privilegiado en las rutas por mar entre la costa este de África y Zanzíbar e India y su conocimiento de cómo viajar, aprovechando los vientos monzónicos para alcanzar las costas de este último país, dieron un importante papel a los navegantes omaníes.

Su geografía se reparte entre la cadena montañosa al norte, cuya cima es el Djebel Shams de tres mil metros de altura, 1600 km de costa y las llanuras limítrofes, el Dhofar (la tierra del incienso) al sur del país y las arenas de los desiertos Wahiba y Rub al-Jali.

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EN RUTA

Omán es un país al que viene bien dedicarle tiempo, y sobre todo, intentar caminar lo más posible. Su accidentada orografía ofrece profundos cañones rocosos, ríos secos llamados Wadis. El recorrerlos es una actividad fascinante, entre las paredes a veces vertiginosas, encuentras piscinas de aguas azules, bloques empotrados que obligan a trepar para sortearlos y pequeños oasis repletos de palmeras. Estos itinerarios convienen que sean dirigidos por profesionales que conozcan bien el terreno y sepan sortear las dificultades que puedas encontrar y también conocer el nivel y flujo de aguas, para prevenir situaciones de riesgo. El Bani, Bani Khaled y Shaab son algunos de los más bellos pero también más visitados.

Pero Omán es también desierto, inmensos y bellos. Al norte Rub al-Jali, es uno de los mares de arenas más grandes del mundo. Más al este encontramos Wahiba Sands, más accesible y fácil de recorrer. Este bello lugar merece el dedicarle al menos una noche en su interior y transitarlo con final en la costa del Indico.

Una vez en la costa, la remonté en dirección norte hasta alcanzar la ciudad de Sur donde aún se mantienen los astilleros donde se construyen los dhows, esos barcos de velamen triangular, bajo calado y de un solo mástil, que recorrían el océano en los tiempos de Simbad y que aún hoy, los encuentras navegando en las costas de Zanzíbar.

Por la noche, visité la reserva natural de RAS EL HADD, para ver como las tortugas verdes que desovan en uno de sus santuarios naturales, llegan a la playa. Esta actividad, pese a estar reglamentada y ser objeto de pago de entrada, dista mucho de ser respetuosa y sostenible. La distancia con los animales no se respeta y no se aplican los estándares de otros lugares como Costa Rica, donde el bienestar de estos es lo más importante.

Este país no se diferencia de sus vecinos en algo fundamental, en algo que caracteriza a todos los países árabes y como decía al principio, esto es en los mercados, zocos que en cada ciudad y día se celebran por doquier y en cada uno hay una característica que lo hace singular. En concreto el de Sinaw es famoso por su oferta de compra venta de camellos. No es muy grande, pero te da la rara oportunidad de ver a los omaníes vestidos de blanco radiante, con sus turbantes coloristas, negociando los animales, comprando jambias, esas dagas de hoja curva, y practicando el deporte más extendido en ese mundo, que no es otro que el charlar sentado ante un té humeante.

Otro de los zocos que recomiendo no perderse es el de la ciudad Nizwa, esta fue la antigua capital del país durante los siglos VI y VII y hasta hoy mantiene su muralla guardada por grandes torres redondas. Este mercado está repleto de joyerías y es uno de los más grandes del país.

LOS FUERTES DE OMÁN

Los fuertes salpican el paisaje omaní, son tesoros que han sobrevivido en el tiempo, algunos con rehabilitaciones discutibles. Hay muchos destacables, como el de Nizwa o el fuerte de Nakhal. Pero entre todos, el único que ha logrado el reconocimiento de figurar en las listas del Patrimonio Mundial de la Humanidad es el Fuerte de Bahla. Fue construido entre los siglos XII y XV. La ciudadela de ladrillo fue restaurada a principios del milenio y adentrarse en sus muros es viajar en el tiempo para descubrir un universo lleno de historias y leyendas. Aunque la lista incluye varias decenas de estas construcciones defensivas, al menos, los señalados son de obligada visita y podremos disfrutar, en todos ellos, de buenas vistas sobre los alrededores dada sus estratégicas disposiciones.

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SALALAH, LA QUE BRILLA

Pero si he venido a estas tierras atraído por el olíbano, me es obligado visitar la ciudad de Salalah, “la que brilla”.

Un día de carretera me costó el alcanzar esta ciudad donde se dan cita los árboles del incienso, los antiguos puertos protagonistas de la historia de los árabes del mar, e incluso la tumba del Santo Job.

Es la segunda ciudad del país, lugar donde nació el actual Sultán y está situada al sur, próxima a la frontera con Yemen y rodeada de colinas verdes solo posibles por su clima subtropical. Esta ciudad jugó desde su fundación, un papel importante en la ruta de las especias y se integró en Omán en el siglo XIX.

La parte vieja de la ciudad, está muy abandonada, como le pasa a muchos cascos históricos en el país. La antigua construcción de adobe es de costoso mantenimiento y los omaníes se trasladan a los nuevos barrios, con construcciones modernas, que ofrecen una mejor calidad de vida.

Pero mi interés por el olíbano solo era saciable visitando el mercado del incienso, Al Hafa Souk, el viejo zoco de Salalah donde se vende principalmente este producto.

Según aprendí hay tres tipos de incienso. El de color más claro, casi transparente, es el más caro por su pureza. Después están el intermedio y el más oscuro, y su precio va bajando. También los usos que se le da a cada uno son distintos. Perfumes y medicinas, todo huele a incienso en estás callejas donde se amontonan cubos repletos de esta olorosa resina.

El incienso es un “básico” en la cesta de la compra de cualquier omaní.

Aquí di por acabado un periplo por este país que me supo a poco, pero que me aportó una visión diferente de los países del Golfo además de regalarme una amplia gama de paisajes y ecosistemas, bellas ciudades y gentes amables y de vida sencilla.

¡No os lo perdáis!


Jose Antonio Masiá es fundamentalmente un viajero y un amante de la naturaleza. La montaña ha sido su pasión desde niño y esto le ha llevado a caminar por las principales montañas del planeta y a ascender a muchas de ellas. Con casi cien países visitados, lleva cuarenta años al timón de Trekking y Aventura, la agencia de viajes pionera en este tipo de actividades en nuestro país.

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