jueves. 28.03.2024

La palabra "venganza" deriva de "vengar", que proviene del latín vindicare/vindicar (que supone el atribuirse la remuneración o pago por una ofensa o daño). Podemos hacer su radicación de esta manera: la palabra con vindex, vindic (vengador, el que actúa con fuerza) compuesta de la palabra vis (fuerza), de donde tenemos violar y violencia. Se asocia con la palabra del indoeuropeo *weis (perseguir algo con vigor). El DRAE define esta emoción como la satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos. 

En la Grecia clásica, Némesis era la diosa griega de la venganza, una deidad que repartía recompensas por actos nobles y castigo por los malvados. Los griegos creían que Némesis no siempre castigaba a un delincuente de inmediato, sino que podía esperar generaciones para vengar un crimen. Aristóteles, en la “Retórica”, afirma que la venganza, “si no tanto como virtud, al menos tampoco es vicio. Los que actúan en represalia no comenten ultraje, sino que toman venganza”. Este filósofo incluye la venganza en las pasiones junto con la indignación, temor, apetito y, en general, todo lo que en sí mismo va, comúnmente acompañado de placer o dolor. Y no hay ninguna cualidad que les corresponda, pero sí con respecto a las facultades. Llamó facultad a aquello en virtud de lo cual los que actúan según sus pasiones son llamados de acuerdo con ellas; por ejemplo, irascible, insensible, amoroso, púdico, desvergonzado. Para Kant, en la venganza, el valor moral de una acción desaparece cuando se la realiza por conseguir un premio o evitar un castigo. Una acción motivada por la mera conveniencia del sujeto podrá ser legal, pero nunca moral. La búsqueda de la felicidad, por tanto, no puede convertirse en criterio de moralidad. También afirma este filósofo que la razón exige que la felicidad y el bien moral terminen reconciliándose. Hegel en un pasaje de la “Fenomenología del Espíritu” observó que la venganza es un fenómeno colectivo.

Entre los psicoanalistas, Erich Fromm, propone que: “la venganza es en cierto sentido un acto mágico: al aniquilar a quien cometió la atrocidad se deshace mágicamente su acción, con su castigo el criminal ha pagado su deuda, puede decirse que la venganza es una reparación mágica; pero suponiendo que así sea, ¿por qué es tan intenso ese deseo de reparación? Tal vez el hombre esté dotado de un sentido elemental de justicia, y quizá se deba a un sentido profundo de igualdad existencial. El hombre trata de tomarse la justicia por su mano cuando le fallan Dios o las autoridades seculares. Es como si su pasión vindicativa se elevara al papel de Dios y de ángel de la venganza”.

Francis Bacon dijo: “una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas”

Podemos conceptualizar la venganza como un daño material o moral, de diversa gravedad, que es infligido privada o públicamente a otros en satisfacción de una ofensa recibida, de un daño sufrido o para restañar viejos rencores. La idea de rivalizar, de hacer justicia, de dañar al otro de la misma manera o más de lo que nos ha herido es tanto más fuerte cuanto más intensa es la percepción de la ofensa sufrida y corresponde a un sentimiento de pérdida de integridad. La venganza es un sentimiento reactivo, que sufre la incapacidad de olvidar y dejar que el presente cierre las heridas causadas por las ofensas del pasado. Parece que el tiempo no ayuda para que se deje de lanzar reproches contra el ofensor y se reavivan los recuerdos de dolor. De aquí nacen la frustración y el resentimiento, base de la sed de venganza. Lo más peligroso en un hombre resentido no es su rabia, sino su voluntad despreciativa, su pasión por reavivar en la conciencia el dolor de la ofensa para recriminársela a su ofensor, y el deseo inextinguible de hacerle pagar su deuda. El no poder satisfacer inmediatamente el impulso de venganza engendra una rabia impotente, alimentada por la idea obsesiva del resentimiento. 

Existen diferentes tipos de venganza según las causas que hayan provocado el daño sufrido. Así, podemos contemplar: La venganza por el sufrimiento: el sujeto ha sufrido, ya sea por razones reales o sufridas por experiencias pasadas similares a la en cuestión, y quiere hacer sentir la misma sensación a quien lo ha hecho sufrir. La venganza por errores sufridos: el sujeto se siente tratado peor de lo que cree merecer y piensa en pagar con la misma moneda. La venganza por honor: el honor del sujeto se ha visto afectado de manera intencionada y pretende demostrar que para él es algo intolerable. la venganza psicótica: el sujeto ha sufrido una o más de las situaciones a lo largo de su vida y tiende a pagarlo con cualquiera, ya que cree que todas las personas son iguales. 

El deseo de venganza puede ser considerado como una emoción que forma parte de nuestros impulsos más básicos, la idea obsesiva de vengarse, por el contrario, es un aspecto patológico del que hay que intentar liberarse. Así, el resentimiento por una injusticia sufrida puede obsesionar a una persona y puede durar mucho tiempo, aunque haya acontecido el hecho años atrás. La venganza no estimula emociones positivas en las personas que la quieren llevar a cabo, más bien, estimula emociones negativas provocadas por el daño sufrido como la ira o el resentimiento. 

Perdonar, puede ser auténticamente terapéutico. Perdonar no sólo significa liberarse de ese dolor que se lleva dentro por el daño sufrido, también, a veces, puede indicar un acercamiento a la persona que ha cometido el daño. No poder perdonar significa no dejar ir ese sufrimiento que provoca la ira y del rencor

Por último, compartir esta reflexión de Francis Bacon: “una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas”

La venganza: un sentimiento de pérdida de la integridad