jueves. 18.04.2024
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Resulta crucial no perder de vista que el ocio entendido en esta forma no es un simple pasatiempo, sino una esfera vital que proporciona autorrealización y es expresión de la personalidad

En la actualidad, la importancia y el valor del ocio suelen relacionarse con su carácter económico, es decir, con su condición de fuente generadora de riqueza. Para algunos teóricos, el ocio, cada vez más, ocupa un rol central en las economías de los países occidentales desarrollados. De este modo, hablar de economía del ocio es un privilegio al alcance de personas y sociedades cuyas necesidades básicas suelen estar cubiertas.

Sea como sea, la creciente importancia de las actividades y empresas relacionadas con bienes y servicios de y para el ocio es incuestionable. Ejemplo de ello es que la contribución de las denominadas industrias del ocio al Producto Interior Bruto (PIB), la creación de empleo y el consumo en este sector suele relacionarse con el nivel de desarrollo y la estabilidad económica de los países. Este contexto se explica, en parte, por la percepción de que disponer de tiempo de ocio es un criterio de bienestar. Por este motivo, también se incluye el ocio como uno de los indicadores considerados para estimar la calidad de vida en la Unión Europea (UE) -véase Eurostat-.

Si bien todavía es difícil ofrecer cifras agregadas del impacto económico del ocio, debido a que no se cuenta con una metodología comúnmente aceptada y utilizada, en los últimos años se han venido realizando esfuerzos en este sentido. Así, es posible consultar estadísticas de magnitudes transversales como el empleo, el gasto, las empresas y el comercio exterior, por sólo mencionar algunas, tanto de la UE como de España.

Sin embargo, al margen de estas consideraciones, es importante reflexionar sobre el valor del ocio más allá de su dimensión económica. Siguiendo esta línea, la propuesta es acercarse al fenómeno desde una perspectiva que permita poner en valor sus potencialidades y su significado como experiencia: aspectos subjetivos como los sentimientos y valores que promueven y potencian las experiencias de ocio, tanto a nivel personal como comunitario. En esta línea, el concepto de ocio valioso desarrollado por Manuel Cuenca resulta muy pertinente, ya que pone el foco de atención en experiencias satisfactorias que promueven valores positivos para las personas y potencian el desarrollo social de las comunidades.

Estos avances teóricos son un primer paso para superar planteamientos exclusivamente personalistas y mercantilistas respecto a las experiencias de ocio, abarcando también la dimensión colectiva o comunitaria de las mismas. En este sentido, resulta crucial no perder de vista que el ocio entendido en esta forma no es un simple pasatiempo, sino una esfera vital que proporciona autorrealización y es expresión de la personalidad. Estas consideraciones obligan a un cambio de paradigma en el estudio del fenómeno y a profundizar en la complejidad del ocio desde una perspectiva multidisciplinar y cualitativa. En resumen, traer a la luz y reivindicar el ocio valioso allá donde el valor económico del ocio es lo primordial. 


Sheila Sánchez Bergara | Investigadora GRIT-Ostelea

Del valor económico del ocio al ocio valioso: una reivindicación urgente