jueves. 28.03.2024
vacuna

Durante esta pandemia del Covid19, que lleva más de un año entre nosotros, se han dado numerosos impactos emocionales en las personas por problemas económicos, problemas laborales, problemas familiares, reagudización o aparición de trastornos psíquicos, problemas derivados del aislamiento y un largo etc.

Como factores de riesgo en este impacto emocional tendríamos emociones negativas que en la vida diaria también están presentes, pero la pandemia ha funcionado como un amplificador, que las intensifica y propaga. Dentro de estas emociones negativas tenemos, por ejemplo, el miedo, la ansiedad o la irritabilidad, que a veces llega a la ira, o el negacionismo. Y en general, una actitud en la que predominan los elementos negativos y catastrofistas.

Como factores de protección sobre este impacto emocional, que provoca emociones positivas tenemos, por ejemplo, la actualización de noticias sencillas y veraces que se han dado en algunos medios de comunicación frente a otros que han propagado bulos (ver mi artículo en NuevatribunaPrimera pandemia global en redes sociales y fake news), las recomendaciones de Sanidad para la protección ante el virus o la confianza en nuestro sistema sanitario, uno de los mejores del mundo occidental y además de aplicación universal y gratuita a la población enferma.

Todos estos impactos emocionales pueden influir en la aplicación de los planes de Salud Pública, entre otros en los planes de vacunación. Las preocupaciones y los miedos ante la vacunación en esta pandemia se han disparado de una forma exponencial por las reacciones emotivas negativas antes descritas. 

George Eliot dijo “¿Qué soledad es más solitaria que la desconfianza?”

A finales del siglo XIX el sociólogo Ulrich Beck, introdujo la idea de que vivimos en la “sociedad del riesgo”, que sirvió para situar la percepción del riesgo como un fenómeno que caracteriza a nuestra sociedad contemporánea.

El riesgo cero no existe, vivir significa que hay que asumir un número determinado de riesgos. A veces, hay una percepción distorsionada del riesgo por la sensación de peligro que nos provoca lo desconocido, en este caso, la vacunación.

El miedo a las vacunas en esta pandemia es por tanto emocional, se le exige de una forma fantaseada, un riesgo cero a la vacuna, y por comparación, da más miedo la vacuna que una pastilla de analgésico o de un antiinflamatorio. La inyección de la vacuna se percibe como un riesgo en el aquí y ahora, frente a la idea de padecer una infección grave, que se percibe como abstracta, lejana, y meramente hipotética. La percepción emocional del riesgo tiene tres ejes: no comparar lo que no se debe comparar, por ejemplo, no se debe comparar el riesgo de una vacuna con un antiinflamatorio, trasparencia máxima con información científica de máxima fiabilidad, y una gestión de la política sanitaria sensata.

Los datos numéricos objetivos de frecuencia de efectos colaterales de la vacunación, por sí solos, no garantizan una gestión emocional correcta del riesgo percibido, así por ejemplo que el riesgo de trombosis con la vacuna de Astra AstraZeneca sea muy bajo, de 5 casos por millón, en si mismo es solo un dato, estos datos deben ir acompañados de una trasparente información que pueda ser comprendida fácilmente por la población, como por ejemplo, que comparado el riesgo de trombosis de la vacuna de AstraZeneca  con el riesgo de trombosis de la Covid 19 por no vacunarse, el riesgo de no vacunarse con respecto a la trombosis es de 39 por millón (aproximadamente ocho veces más), y a su vez, la Administración Sanitaria debe evitar una política de gestión que genere dudas en la población, por mirar solo en soluciones a corto plazo, que percibida por la sociedad genere desconfianza en la misma.

Por último, esta reflexión de George Eliot “¿Qué soledad es más solitaria que la desconfianza?”.

La vacunación: aspectos emocionales en la pandemia Covid19