viernes. 19.04.2024
toros

Los toros son una fiesta única, mezcla de rito y superstición, de culto religioso y profano, de respeto y aborrecimiento, de sangre y heroísmo

A lo largo y ancho de esta también conocida como piel de toro, se celebran continuamente las advocaciones a santos y vírgenes acompañadas de festejos taurinos que tradicionalmente aportan un grado de solemnidad y jolgorio a la fiesta religiosa. Sin toros, como ha sucedido en estos últimos años por la tan traída y llevada crisis, por falta de presupuesto o de ganas, que de todo ha habido, en algunas localidades, las fiestas parecen peores, no tienen el carácter que les imprimen los carteles taurinos.

Y es que los toros forman parte de nuestra historia desde la más remota antigüedad, incluso antes de que se convirtieran en espectáculo de masas. Los toros son una fiesta única, mezcla de rito y superstición, de culto religioso y profano, de respeto y aborrecimiento, de sangre y heroísmo. Una fiesta ancestral que ha marcado la impronta del pueblo mediterráneo. Gracias a ella, han pervivido en nuestros campos los hijos del extinguido uro. Gracias a ella, la raza y la casta de un animal tan exquisito, delicado y fuerte a la vez como es el toro bravo, se mantiene, con lo que cuesta ese mantenimiento, tanto económica como personalmente. Sin toros no hay fiesta, ni toreros, ni espectáculo, ni riesgo, ni emoción... Y sin la celebración de este tipo de acontecimientos, no habría toreros, ni plazas, ni ganaderías, ni toda la economía que en torno a la fiesta del toro bravo se genera, creando trabajo y arte. Por eso no se debe perder, forma parte de nuestra cultura más profunda y arraigada.

Por estas fechas en que dan comienzo las principales ferias, algunas no muy grandes pero notorias por su fama, como es la de Valdemorillo, y otras más humildes, pero interesantes por alguna nota que descubriremos al lector y que les da el toque de distinción, como la de Ajalvir, ambos pueblos de Madrid que celebran y festejan los mismos patronos, la Virgen de la Candelaria y San Blas, los primeros días de febrero. De todo daremos cuenta en próximas crónicas en esta ‘Tribuna Taurina’.

Toros en invierno