martes. 23.04.2024

Los avances tecnológicos han generado una lenta transición que afecta a la naturaleza del espacio público y a la exposición de los discursos políticos en este último. Hay una mayor y fuerte liberación de emociones negativas en la política, que es aprovechada por los profesionales de la política y el mercado mediático, y expresada en escándalos e insultos.

La clave del éxito de las redes sociales es, compartir. Todo el mundo, pero especialmente los políticos, consultores y periodistas, quieren saber cómo utilizar mejor, por ejemplo, Facebook, Google, Twitter o Youtube, entre otros.

Algunos teóricos establecen el símil de las redes sociales con una gran urbe, donde te puedes encontrar con un vecino de piso, con un habitante de tu barrio, de tu ciudad, de tu país o incluso de otro país. Así, Facebook tiene más de 1000 millones de usuarios (habitantes), Youtube más de 900 millones, Google más de 600, Twiter más de 500 millones, Linkedin más de 50 millones y, por ejemplo, las dos ciudades más habitadas del mundo, Tokio más de 40 millones y Shangai más de 33 millones.

Facebook, es la red de uso más individual con gran cantidad de imágenes. En Youtube, en especial se comparten vídeos. Para Google, que tiene algunas similitudes con Facebook, con diseño diferente a nivel visual, predominan contenidos de mayor calado intelectual. Twiter es la red donde predomina la brevedad y la síntesis. Aporta las noticias de mayor interés, con unos 140 caracteres por mensaje. Linkedin es la red de los profesionales y empresarios y por tanto se relaciona con temas referentes a ellos.

Los avances tecnológicos, que suponen las redes sociales, han generado una progresiva transición que afecta  a la  naturaleza  del  espacio público  y  a la divulgación  de  los  discursos  políticos en éste último. Hay un incremento y liberación de emociones positivas, pero también negativas en la política, que es aprovechada por los profesionales de la política y  el  mercado mediático, y expresada tanto para mensajes positivos como para propagar, escándalos, insultos y descalificaciones personales.

La comunicación política está dirigida por expertos, y asesores que preparan los guiones de los políticos utilizando para ello recursos como los rituales, el simbolismo o la totalización. El neomaquiavelismo en la política actual es la clave para entender ciertos comportamientos políticos, que asombran al ciudadano de a pie. El principio maquiavélico de que prefieres ser amado o temido está ahí. Para Maquiavelo el sumun sería al mismo tiempo ser amado y temido, como una figural parental autoritaria. Para el profesor Enrique Gil, el amor depende de los individuos, mientras que el temor depende de las acciones y de la voluntad del Gobierno, siguiendo la dialéctica del amo y del esclavo de Hegel.

En las redes sociales anida hoy en día el nido perfecto par lanzar las manidas fakenews o bulos, siendo el campo de batalla estas redes de un nuevo poder en sí mismas, que llegan incluso a poseer también un poder cultural globalizador. Y algo verdaderamente impresionante de estas redes, en el discurso político, es la combinación de retórica y exhibición simultánea.

En política, las opiniones y decisiones de los ciudadanos, más que la propia realidad, es la percepción que se ha formado de ella. Es decir, que lo que más importa es la percepción. Los seres humanos tenemos tres cerebros en el propio cerebro. En orden evolutivo son: el cerebro reptiliano, el que nos asegura la supervivencia, el cerebro límbico, el de las emociones y finalmente, el neocórtex, que nos permite planificar, argumentar y en términos generales razonar.

A veces, en el diseño político de asesores y consultores se trabaja como si sólo existiera el neocórtex cerebral, y sólo emiten mensajes racionales, lógicos y argumentativos. Sin embargo, el votante castiga la frialdad intelectual y se deja guiar por la emoción.

Por último, compartir esta reflexión de nuestro premio nobel Santiago Ramón y Cajal: “las perezosas células cerebrales solo encienden su luz bajo el látigo de las emociones penosas”.

En torno a las redes sociales