viernes. 29.03.2024
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Las relaciones de pareja suelen pasar por diferentes fases. Desde la pasión del inicio hasta las indeseadas rupturas, pasando por momentos de felicidad sostenida en el tiempo y otros - no tan buenos- de crisis puntuales. No todas siguen la misma secuencia, ni todas tienen por qué tener el mismo final.

Pero hay algo que es común a prácticamente todas las relaciones que se alargan en el tiempo: los momentos duros. Momentos de indecisión, de duda, de sentimientos a flor de piel. Es difícil no haber pasado por eso en algún momento.

Pongámonos en situación: tu pareja y tú discutís por enésima vez en las últimas semanas. Lo que ayer eran palabras de amor hoy son reproches, discusiones y momentos tediosos. Salen a la luz las dudas, la desesperación y las debilidades de cada uno. Es hora de pararse a pensar: ¿Está todo perdido?

No tiene por qué.

La respuesta a esta cuestión dependerá de cada caso particular. No existen fórmulas milagrosas, ni consejos estándar que valgan para todos los casos. No obstante, hay algo que sí se aplica universalmente, y es la manera de proceder ante situaciones de crisis.   

¿Está todo perdido? Cómo saber si puedo salvar mi relación

1-. Analiza tu relación honestamente

El primer paso, que a priori puede parecer sencillo, es quizá el más complejo. Las mujeres, que entendemos bastante bien cómo conquistar y enamorar a un hombre, no somos tan buenas a la hora de evaluar en qué punto está nuestra relación.

Para analizar nuestra relación de manera honesta debemos dar un paso al lado, abstraernos de nuestros sentimientos e intentar ser sinceras con nosotras mismas.

Sólo así podremos detectar problemas, trastornos o actitudes nocivas que pueden estar llevando a nuestra relación por los malos caminos. Saber por ejemplo en qué consiste la dependencia emocional nos ayudará en el proceso de identificar problemas.

¿Qué preguntas debo hacerme?

¿Estoy dónde me gustaría estar?

¿Cómo nos veo en 10 años? ¿Y en 20?

¿Qué grado de independencia tenemos el uno del otro?

¿Me llena a todos los niveles?

¿Está en nuestra mano todo lo que me gustaría cambiar?

Hay una pregunta que suele planear por nuestra conciencia en algún momento de nuestras vidas: ¿Tengo yo algo que ver con el rumbo de mi relación o soy simplemente un sujeto al que la vida le pasa?

2-. Pide consejo

El siguiente paso es el de escuchar terceras opiniones. Esto es muy importante, pues en las relaciones de pareja se suelen interiorizar formas de pensar que no tienen por qué ser válidas. Hablar con una tercera persona nos puede ayudar, por tanto, a ver el problema desde fuera, y aprender a abordar las cuestiones desde otra óptica.

Huelga decir que si pedimos consejo, qué menos que tenerlo en cuenta. A veces confundimos el consejo con la necesidad de desahogarnos.  Si utilizamos a esas terceras personas sólo de manera unidireccional no estaremos realizando ningún avance, debemos escuchar lo que nos tienen que decir.

Tampoco conviene menospreciar la sabiduría de nuestras personas más cercanas. Por supuesto, ellas no están en nuestro día a día, pero nos conocen mejor que nadie. ¿Quién mejor que una amiga, una madre o un hermano para saber lo que nos pasa?

Qué debe cumplir el consejero perfecto:

  • Ser sincero: no debe ser complaciente.
  • Asertivo: debe poder decir lo que piensa, a pesar de que no nos vaya a gustar.
  • Honesto: es importante que la persona que nos aconseje quiera lo mejor para nosotros.
  • Objetivo: debe ponerse también en la situación de la otra persona.

3-. Busca ayuda

Una vez analizada fríamente nuestra relación, y habiendo escuchado los consejos de la gente que nos quiere, toca armarnos de valor y buscar ayuda. Las conclusiones habrá que dejarlas para más adelante.

Uno de los errores más comunes que cometemos en nuestras relaciones de pareja es precisamente este: sacar conclusiones antes de haber recibido ayuda. Saltarnos este tercer paso supone tomar decisiones tan importantes como la continuidad o no de una relación desprovistos de ningún tipo de consejo profesional.

Nuestro consejo es que acudas a un terapeuta profesional. En primer lugar, te ayudará a tomar la decisión más importante de todas; si merece la pena seguir con tu pareja. En caso de que la respuesta sea afirmativa podrás pasar a la fase de terapia grupal.

La terapia de pareja -u otro tipo de ayuda profesional que elijamos- será la que nos ayude a darle respuesta a la dichosa pregunta “¿Está todo perdido?”. Por supuesto, este tipo de terapia sólo será efectiva si ambos miembros de la pareja están dispuestos a colaborar. En el caso de que uno de los dos tenga claro que quiere acabar con la relación, es difícil que este proceso produzca buenos resultados.

Beneficios de la terapia de pareja:

  • Ayuda a detectar los comportamientos destructivos
  • Elimina los vicios adquiridos por la pareja
  • Ayuda a expresar y comunicarnos correctamente
  • Aborda los problemas con una orientación positiva
  • Aporta soluciones no partidistas ni mediadas por intereses o afinidad

Consejos para elegir un terapeuta:

  • Pide referencias a personas de tu confianza
  • Elige a una persona imparcial
  • Deja que la elección sea consensuada
  • Pide una sesión de prueba por separado

4-. Aprende de la experiencia

Como se suele decir coloquialmente; lo que no te mata te hace más fuerte. Sea cual sea el desenlace de tu crisis de pareja, éstas deben servir para sacar conclusiones positivas que te ayuden el resto de tu vida. Los seres humanos somos imperfectos, y por lo tanto estamos expuestos a problemas. Afrontarnos con una actitud positiva y valiente no puede sino ayudarnos para experiencias futuras. Puede que este artículo te ayude a salvar tu relación, o quizá estos consejos te ayuden a no repetir errores en el futuro. Lo importante es que, sea como sea, estas líneas te ayuden a tomar la decisión correcta. Esa de la que no te arrepentirás durante el resto de tu vida.

¿Está todo perdido? Cómo saber si puedo salvar mi relación