jueves. 28.03.2024
CHURCHILL

La Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de Naciones Unidas define "resiliencia" como la "capacidad de un sistema, comunidad o sociedad expuestos a desastres a adaptarse a través de la resistencia para alcanzar o mantener un nivel aceptable de funcionamiento y de estructura".

La resiliencia se determina "a través del grado con que un sistema social es capaz de auto-organizarse para conseguir así una mejor protección en el futuro, al tiempo que permite mejorar las medidas que reducen los peligros".Hablamos pues de una "buena práctica" que no se construye tanto ante la propia fuente de peligro ya desencadenado como en su antesala.

La resiliencia no va dirigida tanto a la prevención de un riesgo específico, como al reforzamiento general de las capacidades preventivas de nuestras sociedades, y comunidades ante cualesquiera de los mismos; al reforzamiento de las capacidades generales de respuesta y gestión, ante lo previsto o lo imprevisto.

Esta modernidad globalizada y radicaliazada que nos ha tocado vivir - en la que varios inquietantes black swan se dejan entrever más allá del umbral de nuestra frágil cotidianiedad, como nunca antes - es un tiempo de resiliencia.

Preocupa singularmente, en el momento actual, el riesgo pandémico - siempre éste el black swan "número uno" y el que más veces ha debido enfrentar la humanidad en su brevísima "historia", desde la peste negra, al brote pandémico de Justiniano o la misma gripe de 1918 del subtipo H1 N1 y de la que estamos a punto de cumplir un siglo.

Decenas de millones de muertos en todo el globo en un momento en el que las comunicaciones no eran globales. Ni había precarios actores estatales, como se sospecha fuertemente de algunos regímenes en el momento actual, experimentando peligrosamente con armas biológicas al amparo de los últimos avances genéticos. Ni tampoco los había "actores no estatales", auténticos monstruos fanatizados, ávidos de desencadenarla intencionadamente a cualquier precio o consecuencia si acaso tuviesen la ocasión de hacerse con una de éstas. Y el creciente cambio climático no hace sino descontrolar más todo lo anterior, y jugar su propia mano en nuestra contra. Ello además de ser, en si mismo y por derecho propio, otro de esos "black swan en el umbral", al tiempo que conceptos como "refugiados climáticos" y otros se comienzan a instalar en silencio en nuestro día a día.

Como también lo es la creciente superpoblación, y el igualmente creciente consumo de recursos y bienes cuyo extraordinario coste productivo y de transporte real (de todos y cada uno de sus componentes, hasta lo irracional), en ningún caso queda abarcado por su "precio". O como también lo es la inquietante situación económica, la crisis de legitimidad y capacidad de nuestras instituciones de gobierno (por llamarlas de alguna manera), o la creciente tensión bélica internacional (y la mas inquietante, todavía, tensión bélica "regional" en determinados escenarios de extraordinaria peligrosidad potencial como Cachemira, Siria, Corea...).

¿Catastrofismo?. Ojalá lo fuera, recogido todo ello, y más, - elevado a la categoría de "estimación" - en el recientísimo informe "Global Trends" del Consejo Nacional de Inteligencia de EEUU para informar a los miembros del Capitolio.

La misma voz de alerta dada, con solo unos días de diferencia, por el nuevo informe presentado este miércoles pasado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) en el que se afirma que las olas de calor, inundaciones, sequías y tormentas serán cada vez más frecuentes e intensas en todo el continente europeo como resultado del cambio climático. Además, el documento señala que las variaciones en el clima global ya han comenzado a tener un impacto negativo en la salud, la naturaleza y la economía.

Y ello junto al riesgo de un gran evento o ataque repentino con armas de destrucción masiva en una escala y formato desconocido, que ya reconoció, hace más de año y medio, el National Risk Register of Civil Emergencies de 2015, y en el mismo sentido de las declaraciones de Susan Rice de hace tan sólo unas semanas porque el escenario de un nuevo "Pearl Harvour" nuclear, electromagnético, cibernético, contra la nación (otro "11 S" pero mucho peor) es hace tiempo una atemorizadora obsesión para los servicios de inteligencia de Estados Unidos y Europa.

Y ello sin contar otros grandes riesgos naturales como el de las tormentas solares, o el supervolcan italiano de "i Campi Flegrei" que recientemente ha venido mostrando claros signos de nueva actividad de alcance aún indeterminado...Demasiados factores interconectados, demasiados escenarios de riesgo y de gran complejidad cada uno de los cuales, todos convergiendo a la vez y, en no pocos casos, retroalimentándose unas dinámicas a otras.

La Risikogesellshaft de Beck hecha real. Con demasiados black swan de alto impacto global directo y/o indirecto acechándola, y con posibilidades demasiado reales de manifestarse (¿cuál o cuáles de ellas?) a lo largo de la expectativa actual de vida de nuestra generación.

Por eso ha llegado el momento de la resiliencia,  sin más aplazamientos.

Ha llegado el momento de reducir nuestras vulnerabilidades, e incrementar nuestras fortalezas ahora, a tiempo, anticipándonos a las situaciones que ya se perfilan cada vez con más claridad en el impactante contexto global-local general en el que nos estamos adentrando, y en el que las cosas no van a ir a mejor en el medio plazo.

Los indicios racionales son suficientes y claros como para optar activamente, responsablemente, por todo ello, y no podemos permitirnos seguir desoyéndolas sin abordar unos preparativos adecuados a todos los niveles, social, comunitario y familiar.

Es tiempo de resiliencia.

Asociación Española de Protección Civil para el Clima Espacial, el EMP y los Fenómenos Black Swan (AEPCCE)

Tiempo de resiliencia