viernes. 29.03.2024

Todas coinciden: Ni la prostitución es algo diferenciado de la trata, ni puede ser considerada un trabajo

Diez supervivientes de trata explican ante los medios de comunicación cómo salieron de la explotación y su labor como activistas. Poner voz al dolor se convierte en una forma de liberarse de él y de contribuir a que otras mujeres puedan también romper las cadenas de la trata y la explotación sexual. La rueda de prensa tuvo lugar durante la celebración de la Conferencia mundial “Avances y retos de futuro en la lucha contra la trata y la explotación sexual de mujeres y niñas. La construcción del 5.2 Global Partnership”, organizada en Madrid por la Coalición contra la Trata de Mujeres (CATW) en colaboración con la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres (CIMTM).

Todas coinciden: Ni la prostitución es algo diferenciado de la trata, ni puede ser considerada un trabajo. La primera en intervenir, Amelia Tiganus, superviviente de trata e integrante de Feminicidio.net, describe crudamente el “sistema prostitucional”, que “violenta a las mujeres y que incluye a los Estados”: En nuestras carreteras hay “campos de concentración”, no bares ni clubes, donde se lucran los “proxenetas”, que no son “empresarios”, a donde acuden los “eternos invisibilizados”, los “puteros”, nuestros maridos, amigos, padres, policías, empresarios, políticos, que en el prostíbulo “se convierten en hermanos”. Y como engranaje, los cuerpos de ellas, las mujeres prostituidas, cosificadas, vulnerabilizadas.

Todas coinciden: “el mayor arma de los explotadores es el silencio de las mujeres prostituidas”. Un silencio que tiene causas: el miedo, la pérdida de confianza en sí mismas, la vergüenza, la pobreza, la falta de futuro. “Necesitamos una sociedad que nos abrace, que nos crea; que nos mire a los ojos y aguante nuestro relato”.

La salida es más difícil que la entrada. “Recuperar tu ser, tu propio cuerpo y volver a conectarte con tu esencia, la que han vaciado a través de esta deshumanización y violencia”. Con relatos similares, pero únicos, las supervivientes explican cómo, habiendo salido físicamente hace años, décadas, de la trata y la explotación sexual, todavía experimentan la influencia de psicológica del infierno en el que vivieron.

“La realidad es que los cuerpos de las mujeres son objeto de compra-venta para la explotación sexual. Ha llegado el momento de que las supervivientes nos aliemos para poder hablar en nuestro nombre”, explica Mickey Meji, superviviente sudafricana que durante nueve años fue prostituida en las calles.

Las supervivientes que ofrecieron una rueda de prensa en Madrid son ahora activistas abolicionistas de países como Sudáfrica, Filipinas, Colombia, Rumanía, Reino Unido, EEUU o Irlanda. Reclaman leyes y políticas que beneficien a las mujeres. Defienden el modelo nórdico que, enfocado sobre aquel que compra servicios sexuales mientras apoya a las mujeres, ha conseguido, según explican, “desalentar la demanda”. Además de las normas y las medidas, estas mujeres apuestan por crear “lazos de sororidad entre académicas, periodistas y supervivientes”.

“Nosotras ponemos nuestra cara y nuestro cuerpo ante un sistema que nos violenta”. Aunque todavía las estadísticas oficiales de violencia de género no las incluyen, lo cierto es que las matan. Según datos de Feminicidio.net, desde el año 2010, se han cometido 42 feminicidios por prostitución, principalmente asesinadas por sus clientes. “La vida de las mujeres importa muy poco. La de las putas, menos. ¿Quién va a reclamar el cuerpo de una mujer prostituta?”, cuestiona Ameclia Tiganus. En su opinión, la prostitución “destruye” la vida de las víctimas y de sus familias, pero también “cualquier oportunidad de alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres”.

Fuente: AmecoPress

De supervivientes a activistas