viernes. 19.04.2024
PSICOLOGÍA | SEXOLOGÍA

Sumisión, ¿cuál de ellas?

Por Marlis González Torres | Acostumbramos a entender la sumisión según las distintas acepciones de la RAE, todas ellas indicativas del sometimiento de alguien a los de otra persona, renunciando a los propios.

50sombras

Acostumbramos a entender la sumisión según las distintas acepciones de la RAE, todas ellas indicativas del sometimiento de alguien (su juicio, sus acciones, sus palabras) a los de otra persona, renunciando a los propios. Algunas de estas acepciones cuadran muy bien con el papel que a la mujer se le sigue asignando en nuestra sociedad, en la construcción de nuestro imaginario colectivo, de la identidad social. Y esto tiene carácter universal pues sea cual tipo de sociedad –aún teniendo en cuenta los innegables avances habidos en el último siglo- el papel de la mujer es aún secundario.

¿Qué es lo que hace que esto se mantenga así? Tal como manifiesta Graciela Hierro se necesitan tres condiciones para la opresión de la mujer: interiorización, control y uso. Y es que no solo las mujeres son educadas desde su más tierna infancia de forma diferente a los varones de su familia (hermanos, primos) sino que exige la interiorización de actitudes y conceptos, y se controla socialmente que su comportamiento e imagen sean acordes con aquello previamente interiorizado. De ahí las críticas exacerbadas que se producen cuando alguna osa no vestirse-peinarse-comportarse tal y como la sociedad demanda de ella. En cuanto al uso, es evidente que en nuestra sociedad la imagen femenina, el cuerpo de la mujer, padece una utilización mercantil para vender casi todo tipo de artículos.

Pero la utilización no se da únicamente en el ámbito mercantil sino que también se produce en otros como el político, el religioso, sexual. Ejemplos hay muchos. En el ámbito político, la expulsión a golpes de ciudadanas semidesnudas del Congreso de los Diputados porque no es decoroso enseñar carne en ese espacio; sin embargo sí es decoroso legislar sobre la misma carne femenina (el vientre femenino y su aparato reproductor) en el mismo espacio.

En el ámbito religioso: el adoctrinamiento ideológico al que estamos asistiendo que mediante una envoltura de modernidad, veladamente, va introduciendo propuestas que reclaman de la mujer volver a casa a desempeñar el papel tradicional, a ser sumisa a su marido o pareja porque sobre ella descansa el pilar de su familia.

Incluso en el ámbito sexual se observa este fenómeno. No solo la imagen de la mujer es utilizada sin recato para publicitar todo tipo de mercancías sino que la venta del cuerpo de la mujer mediante la prostitución es un negocio en aumento y nuestro país uno de los más consumistas.

Sin embargo, hay un ámbito en el que no destaca la mujer. Y es el ámbito laboral donde es muy escaso encontrar mujeres en cúpulas directivas, a pesar de sus acreditaciones académicas y profesionales, donde siguen siendo las mujeres el grupo más explotado en cualquier sector, las que tienen más problemas de acceso al empleo, de conciliación, de derechos laborales, etc.

En este marco, el pasado año asistimos a todo un éxito editorial con dos obras peculiares. Si bien son muy distintas -en cuanto a su contenido- tienen características que podrían estar señalando que su éxito obedece a razones no casuales. En una de ellas se relatan las fantasías sexuales de una mujer que consisten, básicamente, en permanecer sometida a los deseos más imprevisibles de un hombre. Rico, guapo, elegante, cómo no! (1) : En la otra podemos leer el espistolario que una mujer dirige a sus amigas y algún amigo explicando las razones por las que debe orientar su vida a través del matrimonio y de la sumisión a su pareja (2).

Centrándonos en el aspecto más literario, resulta sorprendente observar cómo estas dos obras -que van camino de hacer ricas a sus autoras- tienen características muy similares. Lenguaje muy asequible, escritura fácil, humor, buen ritmo, argumentos nada complicados, ubicación de escenarios muy actual, y postura subordinada de la mujer. Los protagonistas masculinos se diría que son complementarios; Guido, el marido de Constanza, bien podría ser el señor Grey si no fuera por la insistencia de la autora en atribuirle cualidades que no le hacen atractivo ni sexy, como sí resulta Grey.

Lo sorprendente es la proximidad profesional entre las autoras. Una de ellas es periodista de un medio televisivo importante en Italia, además de católica declarada. La otra, E.L.James, una ejecutiva de producción televisiva. Una escribe un libro dirigido a mujeres y la otra confiesa que “es un libro para mujeres”. La idea de sumisión de la mujer - afectiva, sexual o de cualquier otro tipo-  es una cuestión que las autoras ni siquiera se cuestionan.

Resulta lógico en el caso de “50 SOMBRAS...” pues trata sobre las fantasías sexuales de la protagonista. Las fantasías sexuales es algo inherente a la sexualidad humana, ayudan en la vida sexual, pero no están llamadas a realizarse sino a permanecer en la imaginación siendo impulso y motor de la sexualidad. Se entiende pues que una mujer, o un hombre, pueda tener como fantasía la sumisión. Si bien es verdad que sorprende su éxito y la gran cantidad de lectoras que ha cosechado así como lo encantados que se muestran la mayoría de varones con el argumento del libro. Si, como dijo alguien, las fantasías sexuales reflejan la sociedad que las crea estaríamos ante una foto de la sociedad actual. Podríamos, por tanto, analizar porqué tan elevado número de mujeres fantasean con la sumisión en lugar de hacerlo con otro tipo de cosas.

Pero la ausencia de cuestionamiento resulta ilógico desde la posición de la periodista italiana cuya formación y experiencia profesional deberían haber ayudado a explorar, al menos, el punto de vista contrario. Un ejemplo: ¿qué sucedería si Guido, el marido, fuera el que se callara en medio de una discusión? ¿O el que aprendiese cómo tomar la fiebre y cuidar a los niños? ¿O a quedarse en casa y no asistir a la reunión clave de trabajo justo el día que se pone malo el niño, jugándose un ascenso?

Yo diría que ahí radica la indecencia o falta de ética de la obra. Su trampa. A mi juicio la trampa consiste en que parece que vende una cosa –reclamar la modernidad del papel de la mujer que decide tener familia y dedicarse a ella-  pero vende otra, que las consecuencias de este hecho las padezca solamente ella. Porque es el pilar sobre el que se construye su familia, algo así como la Virgen María en la religión católica.

No tiene en cuenta el hecho de que en la relación a dos cualquiera puede y/o debe de ser sumiso, -entendida la sumisión al modo de la autora “estar para él, ellos, ser el pilar en el que se cimenta la casa, la familia”- porque los momentos en que es preciso ceder son muchos y tocan a ambas partes. Salvo, claro está, que este papel le sea atribuido y exigido a la mujer en exclusiva. La forma de darse, la generosidad de la que habla, es la enfermiza de someterse, no la sana de reconocer legitimidad al otro para hacer cosas distintas de aquellas para las que socialmente está predestinado. Por ejemplo: dejar en manos de los varones tareas de cuidados y desarrollo de los afectos, sería una forma de darse ya que se le permitiría desarrollar aspectos que no les están reconocidos a ellos; en sentido contrario darse para los varones sería permitir a la mujer otro papel más activo en sociedad, menos centrado en la vida familiar y de cuidados. 

¿Qué indica el éxito del libro de Constanza Miriano? Que estamos ante una puesta a punto de los valores más tradicionales, adaptándolos al mundo de hoy tan solo en su aspecto más superficial, actualizando su expresión y difusión. La protagonista trabaja, se mueve en un ambiente de cierto glamour, sus preocupaciones e intereses son los de un ama de casa en un ambiente acomodado, todo muy cool, sin embargo ha de enfrentarse ella sola a las consecuencias que la organización social tiene en la vida familiar, afectiva, sexual, etc. Pero, eso sí, está contenta e intenta convencer a otras de lo maravilloso de esa situación.

Termino manifestando que, si bien las dos sumisiones tienen la misma raíz, no resultan iguales en sus efectos. Una tiene consecuencias graves, en tanto que establece un ideal de vida, asigna un rol a la mujer, expone una serie de pasos para alcanzarlo, se basa en argumentos incompletos; es, por tanto, manipuladora y falsa. La otra, en cambio, no tiene efectos directos sobre la vida de las mujeres y hombres, no establece ninguna posición social de la mujer, no propone ningún ideal de vida y, como fantasía que es, se queda dentro de la mente de la persona que disfrute con su lectura.


   (1) “Cincuenta sombras de Grey”. E.L.James

   (2) “Cásate y sé sumisa”. Constanza Miriano.

Sumisión, ¿cuál de ellas?