jueves. 28.03.2024
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Ermita de San Saturio

Soria fue un gran descubrimiento, pasear por sus ciudades o por las riberas del Duero es uno de los mayores placeres que se puede tener, oír el susurro de las aguas y el canto de los pájaros es una autentica gozada.


ERMITA DE SAN SATURIO

Es considerado popularmente, en su enclave paisajístico, uno de los parajes más bellos que posee la ciudad. A la ermita se accede por la cueva situada a sus pies, origen de la tradición santera. En un primer término, se encuentra la sala de reuniones del llamado Cabildo de los Heros, una especie de Tribunal de las Aguas para el secano donde celebraban sus juntas la hermandad de labradores. La sala posee una delicada bancada de piedra y una efigie del santo colocada en el lugar de honor.

Tras él, se encuentra el oratorio de San Miguel donde San Saturio asentó un pequeño altarcillo a San Miguel Arcángel, cuya figura, dominando al demonio, está presente en diversas estancias, tanto en escultura como en pintura. También tiene una imagen de Santa Ana procedente de una ermita situada en el cerro Santa Ana, monte arriba de ésta de San Saturio.

Por una escalera adosada a la roca se sube a las dos salas capitulares, desde cuyos balcones se contempla el bello panorama de las orillas del Duero. En la sacristía en un retablo barroco se encuentra un Cristo Crucificado de gran tamaño.

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La iglesia es de planta octogonal muy alargada, cubierta con cúpula de ocho plementos y linterna. En los frescos de sus paredes está soria-14representada la historia de San Saturio empezando por el lado del Evangelio: San Saturio repartiendo su hacienda entre los pobres; después, ya ermitaño, orando en la capilla de San Miguel; encima de la puerta principal, y en un pequeño recuadro, el santo tentado por los siete pecados capitales; el santo predicando, y en los restantes del lado de la Epístola, hacia el altar mayor, el paso milagroso de San Prudencio por el Duero sobre su capa, la muerte de San Saturio y su canonización por su discípulo San Prudencio, cuando ya era obispo de Tarazona. En dos de estos lienzos, se puede contemplar la silueta del castillo de Soria, tal como estaba antes de su destrucción.

Además en el retablo mayor barroco se encuentra su relicario del siglo XVII.

En la cúpula, con linterna, frescos con representaciones de santos ermitaños, entre ellos San Juan Bautista, San Juan Evangelista, San Benito y el propio Jesucristo en el desierto. Esta obra fue realizada por Antonio Zapata entre los años de 1704 y 1705, el pintor soriano barroco más destacado, discípulo de Antonio Palomino.

Su fiesta, se celebra con una romería, el 2 de octubre.


SAN JUAN DE DUERO

Conocido también como Arcos de San Juan de Duero, forma un conjunto de arquitectura románica castellana situado a las afueras de la ciudad de Soria. La iglesia y el claustro son los restos de un monasterio de la Orden militar de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén o caballeros sanjuanistas, levantado en la primera mitad del siglo XII a orillas del río Duero y se mantuvo habitado hasta el siglo XVIII.

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Es un templo románico y su composición es muy sencilla, consta de una sola nave con presbiterio y ábside, con bóveda de horno en el ábside y de cañón apuntado en el presbiterio, es dotado de una especial singularidad por dos templetes construidos después que el resto de la iglesia y que albergan ambos un altar.

La razón de ser de estos dos templetes se atribuye al tipo de ritual cristiano que realizaron los moradores originales, por lo que perviviría de base para sostener una gran tela que haría las veces de iconostásis, de forma que podía cerrarse el espacio que quedaba entre ambos y ocultar al sacerdote en el momento de la consagración, siguiendo las normas del rito griego.

Se trata de dos baldaquinos, de cúpula esférica, el uno, y cónica, el otro, pero en ambos casos esquifadas y montadas sobre columnas de cuádruple fuste y capitel y basa únicos. Los capiteles ostentan relieves figurativos de meritoria labra escenificando pasajes evangélicos y alegóricos.

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El templete de la derecha con cúpula cónica y el de la izquierda con cúpula semi-esférica, enfundados en su parte externa con argamasa dándoles una imagen más ordinaria, denotan claras influencias orientales con interesantes capiteles de escenas bíblicas y seres fantásticos.

Destacan, a la izquierda la degollación de San Juan Bautista y a la derecha el nacimiento de Jesús, dentro de las escenas del ciclo de la Natividad.

Narra a lo largo de las caras de la cesta la ejecución de San Juan. Junto al muro y semi-oculta por el arcosolio que se instaló con posterioridad nos encontramos a Salomé vestida con el atuendo que tantas veces veremos repetido en las bailarinas del románico aquí y allá. En la esquina del capitel, Herodes Antipas tras mesa con delicado antes y ricas viandas representando la fiesta en celebración de su nacimiento en la que Salomé bailó y pidió como premio, instigada por su madre Herodías, la cabeza del Bautista que a la sazón Herodes tenía preso.

En este se contempla la Virgen tumbada en la cama mientras una mujer arregla la almohada. San José aparece muy deteriorado, el niño en la cuna y, sobre toda la escena, la mula y el buey bajo una estrella. Es curioso ver cómo hay tal abundancia de imágenes, que las ovejas de la Anunciación invaden la escena de la Adoración de los Reyes y la Virgen y el Niño al que adoran están tan esquinados que aparecen torcidos.

EL CLAUSTRO

Es la única dependencia monacal que queda y uno de los más originales del románico español por la variedad e influencias de su arquitectura: trazas del románico más puro, arcos apuntados tendentes a la herradura, sin olvidar las evidentes huellas bizantinas y árabes.

Los chaflanes, con clara influencia árabe, están rematados con arcos califales. Se sabe que estaba cubierto con un techo de madera que se quemó.

En la construcción actual se pueden diferenciar claramente cuatro tramos:

El primer tramo y románico se sitúa sobre un muro de sillería que se extiende con arcos de medio punto descansando en columnas pareadas con capiteles esculpidos con pasajes de la Biblia. Para rematar la arcada y sosteniendo un alero que sujetaría el techo que originariamente portaba el claustro, se ordenan unos canecillos ornamentados, entre otros, con motivos vegetales, cabezas de animales y humanas, etc.

En el segundo tramo los arcos son de herradura ligeramente apuntados, de estilo almorávide y nazarita y quedan sostenidos en medias columnas, unidas en grupos de cuatro, con motivos vegetales y criaturas fantásticas en sus capiteles.

El tercero cuenta con amplios arcos de herradura apuntados que juegan a entrelazarse, y se apoyan en pilares acanalados y carentes de capiteles, otorgando una esencia más tradicional y armoniosa.

El cuarto y último, cuenta con arcos de tímida herradura apuntada también entrelazados que se apoyan de manera salteada sobre pares de columnas con decoración vegetal en sus capiteles. Destaca un vano característico, que sirve de nexo entre este tramo y el anterior, con arcos entrelazados sobre capiteles de hojas de acanto quedando su apoyo central voladizo.

LA IGLESIA DE SANTO TOMÉ, SANTO DOMINGO O SANTA CLARA

Esta iglesia se construyó en el siglo XII, aunque luego sufrió reformas de épocas posteriores. No es de extrañar que mostrase su agradecimiento a la ciudad celebrando en ella, en 1170, sus nupcias con Leonor de Inglaterra y erigiendo la nueva iglesia de tres naves en sustitución de la modesta anterior. Su esposa Leonor era hija de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania, de quien obtuvo el ducado de Aquitania que aportó como dote a su matrimonio (si bien Alfonso VIII nunca pudo anexionarlo a la corona). Esto explica que la fachada de Nuestra Señora de Poitiers sirviera posiblemente de modelo para la de Santo Domingo y que fuesen maestros poitevinos los que interviniesen en su realización.

Lo cierto es que este frente, cuya portada se encuentra magníficamente conservada por haber dispuesto hasta hace poco de un tejaroz, representa uno de los mayores logros del románico español. Para Gaya Nuño “...su distribución decorativa es la más rica, la más homogénea y armoniosa de la Península, y no reconoce como más bella ni a la de Ripoll”.

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Esta iglesia comprende tres partes bien diferenciadas, que se corresponden con otras tantas épocas y hechuras. El crucero y la cabecera son de finales del siglo XVI, de estilo renacimiento tardío. El tramo que sigue al crucero hacia los pies de las naves es un residuo del primitivo templo románico de Santo Tomé, levantado en la primera mitad del siglo XII. A esa misma construcción pertenece la torre adosada al lado norte de dicho tramo. Por fin, los tres tramos finales y la fachada occidental, todo ello románico también, son obra del rey Alfonso VIII de Castilla, por tanto de fines del siglo XII. En el siglo XVI se le adosó el convento que le da nombre.

Torre

Se adosa al norte de la iglesia, integrada en el tramo de la misma que perdura del primitivo templo de principios del siglo XII.

La planta es cuadrada de idénticas dimensiones en toda su altura. Sin contrafuertes. Tiene tres niveles, el inferior muy superior en altura que los otros dos. La fábrica es de sillería bien labrada y asentada.

Fachada

La fachada se estructura horizontalmente en dos órdenes de arcos ciegos superpuestos que enmarcan la portada y un rosetón central por encima de ésta. Ambos pisos presentan un doble conjunto de arcos geminados a cada lado, siendo los inferiores de mayor altura y esbeltez. El rosetón está dividido en ocho porciones por otras tantas columnillas encapiteladas sobre las que voltean arcos decorados. Cuatro círculos concéntricos dan lugar a un marcado abocinamiento y muestran en sus dovelas figurillas y escenas de gran valor compositivo.

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Bajo el rosetón, dos figuras sedentes, situadas una a cada lado de la portada, representan a los monarcas fundadores del templo, si bien el desgaste que ha sufrido la piedra hace irreconocible la efigie de Leonor.

La portada es el elemento más valioso de todo el conjunto. Cuatro arquivoltas de dovelas ricamente labradas coronan un frontón, en el que destaca en posición central el pantocrátor en su oval mandorla y los cuatro evangelistas, además de José y María, completando la escena. Lo excepcional de este pantocrátor es que es uno de los cinco únicos ejemplos en el mundo de la iconografía llamada trinidad paternitas.

El Padre tiene a Cristo sentado sobre él, en vez de la Virgen. Los arcos descargan sobre artísticos capiteles soportados por columnas adosadas que, a su vez, descansan en un banco corrido. En los capiteles se representan escenas del Antiguo Testamento, desde la génesis de la Tierra y los astros que pueblan el universo, hasta la creación de Adán de una figurilla de barro y la de Eva de una costilla de éste.

En la arquivolta interior se representan los veinticuatro ancianos del Apocalipsis (dos por dovela), todos ellos tañendo diversos instrumentos musicales en actitudes de beatífica serenidad. La segunda arquivolta escenifica la matanza de los santos inocentes, cuyo responsable, Herodes, es aconsejado al oído por un demonio con alas. La tercera arquivolta exhibe una sucesión de acontecimientos evangélicos, como la Asunción, la Visitación, la Anunciación, el nacimiento de Jesús y la adoración de los Magos, etc. Por fin, la última arquivolta contiene episodios de la Pasión y de la Resurrección.

Fue declarada Monumento Histórico Artístico por Decreto de 3 de junio de 1931. En su interior descansa en una capilla anexa el cuerpo de Sor Clara de la Concepción Sánchez, declarada Venerable Madre por el Papa Francisco el 3 de abril de 2014.

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Detalle de la portada.


LA IGLESIA DE SAN JUAN DE RABANERA

Es uno de los monumentos del románico castellano que posee la ciudad de Soria. En su interior custodia dos impresionantes Crucifijos. El del altar mayor, conocido popularmente como Cristo del Olvido o Cillerero, es románico y procede de la antigua iglesia del Monasterio de San Polo; el otro se encuentra en el crucero enmarcado por un retablo-marco barroco. Es del siglo XVII y está atribuido a Manuel Pereira.

SU HISTORIA

La iglesia de San Juan de Rabanera es una de las 35 parroquias que aparecen en el censo de Alfonso X el Sabio realizado en el año 1270. Llegó a asimilar las antiguas parroquias de San Esteban y San Sebastián y actualmente pertenece a la iglesia de Nuestra Señora del Espino.

La iglesia románica original tiene planta de cruz latina, nave de tres tramos, ábside semicircular precedido de un presbiterio rectangular y transepto marcado en planta. En el siglo XV se añadieron junto al crucero, dos capillas cuadrangulares.

Durante el periodo barroco sufrió importantes transformaciones que la dejaron casi irreconocible. Se encaló completamente, la bóveda de madera de la nave se sustituyó por otra de lunetos, se agregó la Capilla de Juan de Palafox o de la Escuela de Cristo abierta en el hastial norte del crucero y se remató la torre realizada en el siglo XVI con un chapitel barroco.

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Iglesia de San Juan de Rabanera.

Afortunadamente, las restauraciones realizadas en 1908 y 1958 consiguieron devolver al edificio, en gran parte, su pureza románica aunque esto supuso la pérdida de elementos con no poco valor artístico.

LA IGLESIA

Esta iglesia románica de finales del siglo XII exhibe planta de cruz latina de una sola nave y transepto de igual altura que aquélla. Parcialmente restaurada, y lamentablemente desvirtuada por diversos añadidos de capillas y sacristías que trascienden a sus fachadas, lo único original que se ve desde el exterior es el magnífico ábside, el hastial sur del transepto y una puerta cegada que se abría también en el muro sur.

La cubrición del templo se efectúa por bóvedas: gallonada[1] la del ábside, de cañón apuntado la del presbiterio, también de medio cañón apuntado la de los brazos del transepto. El crucero se cubre con cúpula sobre trompas.

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Planta

La iglesia tiene planta de cruz latina; amplio presbiterio; ábside en hemiciclo y dos absidiolos no ostensibles al exterior embebidos en el muro oriental de ambos brazos del transepto; transepto de anchura similar a la de la nave para originar un crucero sensiblemente cuadrado aunque algo distorsionado por las deformaciones geométricas de la planta; nave única de tres tramos; dos capillas añadidas en el siglo XV a uno y otro lado de la nave central, adosadas al muro occidental del transepto; un husillo que aloja la escalera de acceso a la torre levantada sobre el crucero en el siglo XVI.

Esta planta adolece de una tortuosa geometría pues no posee un eje recto en la dirección canónica del imafronte[2] a la cabecera, ni respeta la debida ortogonalidad del transepto con respecto a la nave. Sorprende tan desmañada ejecución en un emplazamiento en el que aparentemente no existe ningún condicionante para un correcto replanteo.

Ábside

El ábside forma un hemiciclo de originalísimo aspecto externo. Lleva adosadas tres pilastras, a modo de contrafuertes, que son lisas de sección rectangular en el tramo inferior hasta la imposta baquetonada que corre por debajo de las ventanas, y estriadas de igual sección en el tramo superior hasta la cornisa. Contrariamente a lo habitual, en posición central no se sitúa una ventana, sino una de las pilastras que se comporta como eje de simetría respecto al cual se distribuyen las otras dos pilastras y las dos ventanas, éstas de medio punto con arquivolta exterior de baquetones e interior de lóbulos y estrías. Cuatro pseudoventanas ciegas, dos a cada lado, graciosamente decoradas completan la arquería de este singular ábside.

Portada

La iglesia cuenta con una soberbia portada, pero no es propia sino cedida. En efecto, ante el estado de ruina irreversible en que se encontraba la iglesia de San Nicolás de la misma ciudad de Soria, se decidió en 1908 trasladar su portada a la iglesia de San Juan de Rabanera donde hoy luce. Consta de cuatro arquivoltas lisas, excepto la interior, que apoyan sobre capiteles decorados con escenas pertenecientes al Nuevo Testamento (los cuatro de la izquierda) y relativos a la vida de San Nicolás (los de la derecha). El tímpano, de muy meritoria labor, representa un grupo de siete figuras de las que la central es la del santo mitrado en posición sedente. Esta portada puede ser de principios del siglo XIII.

Interior

El interior responde la descripción que se ha hecho de la planta: una sola nave con transepto. Además del ábside central, y aunque no se perciban al exterior salvo por sendas ventanas de aspillera, existe en los muros orientales de cada uno de los brazos del transepto un absidiolo embutido en ellos.

Todos los espacios se cubren con bóvedas cuya tipología varía en función de cada uno de aquellos. Se desconoce cómo sería la bóveda primitiva de la nave hoy desaparecida y sustituida por otra de lunetos en el siglo XVIII.


LA CONCATEDRAL DE SAN PEDRO

Auténtica joya de la arquitectura románica castellana con la que cuenta la ciudad de Soria, acumula también el título de concatedral desde 1959, fecha a partir de la cual comparte la sede catedralicia con El Burgo de Osma.

La antigua parroquia

La primitiva iglesia pudo tener su origen en los años en que Alfonso I el Batallador, ocupado en los asuntos castellanos por su matrimonio con Urraca de Castilla, emprendió la repoblación de Soria (1109-1114. No ha quedado constancia arqueológica de la antigua iglesia pero si documental, calificada por la historiografía como "simple y rústica iglesia, reducida parroquia".

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En los muros exteriores de la panda norte del claustro destaca una ventana con aspecto y disposición que recuerda a los huecos dobles y triples asturianos. Aparecen tres arquillos de medio punto con arquivoltas sogueadas seguidas de otras de puntas de diamante apean sobre dos columnas centrales y sobre las jambas del hueco.

Los capiteles de las dos columnas representan rudas hojas acabadas en gruesos caulículos como bolas. Además debajo hay un arco de ventana muy mutilado, que según Gaya Nuño pudo ser de herradura, y hundida en el suelo lo que parece una portada de medio punto con los apoyos enterrados. En el muro norte también destacan dos pequeñas aspilleras románicas.

La orientación, configuración de los muros y restos conservados, hacen pensar de una integración del primer templo románico en el claustro del templo románico monacal. Los textos de Marrón y según una inscripción que aparece en la capilla del Azogue, sitúan la datación de esta primera iglesia a más de 800 años de su reconstrucción en 1573, es decir, hacia 770, por lo que debería ser mozárabe.

Iglesia monacal del siglo XII

Se construyó, todo nuevo y magníficamente amplio, una iglesia grandiosa dotada además de un gran claustro y de las dependencias propias de un centro monacal al norte en el mejor estilo románico imperante en la segunda mitad del siglo XII. Sin duda de tres naves, siendo la central más ancha y alta que las laterales. Puede pensarse en una planta muy próxima a las de las desaparecidas iglesias monásticas de Sahagún y Silos, basilical con crucero y cimborrio y cabecera tripartita.

Tuvo un transepto tanto como el de la colegial actual, de 35 metros, siendo la iglesia mayor de Soria e incluso de la región, pues el muro de los pies se encontraba más al oeste que el actual como muestran los restos conservados.

La comunidad monástica se secularizó en 1437 y en 1467 se procedió a la apertura del hastial norte del transepto, tal y como se conserva hoy, mediante un gran arco apuntado y portada plateresca. La iglesia se hundió o desmoronó hacia 1543.

Una breve reseña dice: "dicen que a instancia de una dignidad y un canónigo por hacer un altar a Nuestra Señora en un colateral junto a un pilar aunque el cantero dijo que no se atrevía, se quitó el pilar y se calló la iglesia toda".

Colegiata del siglo XVI

Inmediatamente se iniciaron las obras de reedificación de las que se encargó el maestro Juan Martínez Mutio y San Juan de Obieto. Se siguió el modelo de la colegiata de Berlanga de Duero y se terminó sobre 1575, acabándola los hermanos Pérez de Villavid. A finales de siglo, con la construcción del campanario quedó culminada la nueva colegiata.

La iglesia renacentista se construyó con anchura igual a la longitud del crucero de la primitiva, por lo que los cerramientos laterales hubieron de desplazarse 7 metros hacia el exterior. Esta operación no presentó ninguna dificultad en el lado sur libre de impedimentos, no así en el norte al que estaba adosado el claustro.

soria-5Sin ningún miramiento ni aprecio por el valor de este claustro, del que Gaya Nuño ha dicho que es el más bello de España, por la elegancia de las proporciones, la esbeltez de las arquerías y lo nuevo de la decoración, derribaron el ala meridional del mismo, y aún hay que congratularse de que no sucumbiera en su totalidad por cualquier fútil motivo.

EXTERIOR

Portada sur

El aparejo románico con tres ventanales de medio punto y un óculo pertenecientes al hastial meridional del primitivo crucero encuadra la magnífica portada plateresca realizada hacia 1520. Está enmarcada por dos pilastras de orden corintio recubiertas por una rica decoración a candelieri, es decir, con elementos ornamentales que imitan candelabros. Se abre en arco de medio punto con arquivoltas y un alto friso adornados con ricas labores de grutescos que cubren toda la portada excepto las albanegas.

Está presidida por la imagen de San Pedro con las llaves de la iglesia situada en una hornacina de concha achaparrada. Curiosamente la hornacina se enmarca repitiendo el modelo de la fachada con pilastras y friso. A ambos lados rematan el conjunto dos jarrones en relieve flanqueados por dos pequeños ángeles.

soria-4Puerta Santa

Fue la entrada principal de la Concatedral durante la época medieval en la que la Plaza Mayor estaba situada en la Plaza de San Pedro frente a la entrada principal de la primitiva colegiata románica. Entonces era el centro del casco urbano de la población con casas y palacios hoy desaparecidos.

Posteriormente la Plaza Mayor se trasladó a la plaza de las Cinco Villas y ya, en el siglo XVI, a su emplazamiento actual. Con la reconstrucción de la colegiata en el siglo XVI, la puerta pasó a desempeñar un papel secundario como así atestigua la denominación de "puerta segunda o de atrás" por los historiadores y el nulo uso que ha tenido a lo largo de la historia.

Tras la elevación de rango el 9 de marzo de 1959 por el Papa Juan XXIII con la Bula 'Quandoquidem Animorum', la puerta se convirtió en la Puerta Santa de la S. I. Concatedral. La última vez que se abrió la puerta fue en el IV domingo de adviento del año 2015 siguiendo el deseo del Papa que permitió que en las iglesias se abriesen las Puertas Santas a través de las cuales los fieles pudiesen ganar la indulgencia plenaria en el Año Santo de la Misericordia.

Más sencilla y elevada que la portada sur, se abre en arco de medio punto entre dos pilastras acanaladas que sostienen un estrecho entablamiento y se sitúan sobre dos altos plintos. Se puede datar hacia la mitad del siglo XVI en el que se impone el purismo, caracterizado por una mayor austeridad decorativa. Comparándola con la portada sur se puede comprobar que hay un cierto cansancio de la exuberancia decorativa y se impone un estilo de aspecto más sereno.

soria-3Portada del Claustro

Al claustro, declarado Monumento Nacional en 1929, se accede desde una portada alzada en el ángulo suroccidental junto a la torre. Es una portada de arco de medio punto y data de comienzos del siglo XVII. Tiene arquivolta casetonada[3] sobre jambas cajeadas y está flanqueada por dos columnas acanaladas que soportan un entablamiento y se apoyan sobre altos plintos cajeados. Se completa con medallones en las enjutas, un motivo heráldico y una hornacina superior sin escultura alguna.

También se puede acceder al claustro desde el interior de la iglesia por otra portada, situada en el ángulo suroriental, muy simple abierta en arco rebajado sin ninguna decoración.

Torre campanario

La torre es de sillería y de planta sensiblemente cuadrada de tres cuerpos rematada en balaustrada con flameros. Fue levantada por Juan Ocampo. Se articula en torno a un pilar central, sobre el que reposan alternativamente las losas que conforman los escalones de acceso. Tiene dos vanos por lado, ocupados por sendas campanas, excepto en el lado norte, donde se ubica la campana mayor. Para su construcción se reutilizaron sillares del desmantelamiento de la antigua iglesia de San Miguel de Montenegro.

Otro bien de apreciable valor son las campanas, ya que nos encontramos ante uno de los conjuntos de campanas más espectaculares e importantes de las catedrales de España. De las siete campanas existentes, cinco son anteriores a 1701 y por tanto merecedoras de ser consideradas, indi-vidualmente, como Bienes Muebles de Interés Cultural, valor que se añade a la antigüedad de las campanas y a la belleza de sus melenas de madera. El campanillo, anepígrafo, esto es, sin ninguna otra decoración que no sea una serie de siete finos cordones dobles, puede ser hacia 1350, por su forma y esos cordones.

Las otras cuatro campanas, tres esquilones y una romana, son del XVII, y dos de ellas están lamentablemente rajadas, exigiendo una necesaria restauración. Son respectivamente de 1601, 1657, 1666 y 1700. Las dos nuevas son de 1984 y 2000 carecen de decoraciones y de inscripciones que las llenen de significado. Una de las refundidas era de 1823 y merecía ser restaurada, nada podemos decir de la otra refundida, cuya antigüedad, visto el conjunto debería ser notable.

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INTERIOR

La iglesia es de planta de salón de cinco naves con bóvedas de crucería estrelladas de combados, soportadas por columnas dóricas de sección circular, con cabecera poligonal. Tanto la nave central como las laterales constan de cinco tramos separados por arcos fajones levemente apuntados. En las naves laterales entre los contrafuertes hay numerosas capillas.

El templo se terminó bajo el mecenazgo del Obispo Acosta, cuyo escudo fue esculpido en una columna en 1573. La nave mayor tiene la misma altura que las colaterales, lo que conforma un tipo de edificio conocido como "iglesia salón", muy frecuente en la primera mitad del siglo XVI en Castilla.

Debemos destacar las capillas:

  • Capilla mayor.
  • Capilla absidial de San Nicolás.
  • Capilla absidal de San Miguel.
  • Capilla de San Saturio.
  • Capilla de la Santísima Trinidad
  • Capilla del Santo Entierro.
  • Capilla de Nuestra Señora del Azogue
  • Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe.
  • Capilla de Santa Catalina

El claustro

Fuera del templo, se conservan, además de las crujías norte, este y oeste del claustro, el frente del muro oriental del mismo. En él se abren hasta tres portadas de acceso a diferentes dependencias, entre las que se encuentra la sala capitular con una esplendida portada que da al claustro se abre en arco de medio punto con chambrana y tres arquivoltas e intradós lobulado en los extremos de cada una de las ocho dovelas que forman la rosca; a los lados de la puerta de acceso se disponen dos arcos de medio punto con arquivoltas.

Cobijan sendos óculos calados lobulados y dos arquillos de herradura germinados, de evocación mozárabe, apoyados en dobles columnas, con capiteles de centauros, dragones, grifos y motivos vegetales de evocación silense.

Desvinculados a la actual construcción, y alejados unos metros del cierre oriental de la iglesia, han sido exhumados restos, recientemente restaurados, de una potente estructura arquitectónica, perteneciente al conjunto.

Su construcción se inició por el ala oeste a mediados del s.XII continuándose por los lados norte y este. De la fecha de una inscripción funeraria que se encuentra en el muro oriental cabe deducir que el claustro estaba concluido en 1205, es decir, en los primeros años del s. XIII.

Crujía este

Después de la mutilación, han quedado 24 metros de longitud distribuidos en tres tramos: dos de cuatro arcos y otro de cinco. Se separan por medio de pilares de sección rectangular. Los tramos de cuatro arcos, los adyacentes al ala norte son de la misma tipología que los de ésta y pudieran pertenecer a la misma época y artífice; no obstante, los arcos del tramo mayor, el más próximo a la iglesia, difieren de los demás por disponer de una columnillas encaramadas sobre sus ábacos y que, quebrando las chambranas por su punto de unión, se remontan hasta el alero rematadas por un pequeño capitel que sustituye al correspondiente modillón.

La decoración de los capiteles es de palmetas, hojas de acanto, piñas, hojas de laurel, grifos, aves exóticas y dos con figuras humanas. Uno de los capiteles historiados representa al Rey Salomón, tocado con corona real, con un libro abierto que sujeta su mano izquierda y señalándolo con la derecha a la Reina de Saba con corona real. El otro capitel tiene una figura de un monje que recibe las ofrendas de los fieles. La mayor parte de los canecillos son sencillos, aparecen motivos vegetales, rollos dragones, liebres, cabezas humanas y ángeles.

Sobre un podio corrido se asienta una sucesión de basas de garras sobre las que descansan parejas de esbeltos fustes rematados por capiteles dobles que soportan a su vez los arcos de medio punto. Cada ala del claustro está dividida en varios tramos por elementos prismáticos a cuyas caras interiores y exteriores se adosan columnillas en dos órdenes superpuestos de gran originalidad. Hay una gran variedad de capiteles que ostentan diversos motivos decorativos, desde vegetales, palmetas y roleos, hasta sirenas, grifos, guerreros, además de escenas historiadas.

Crujía norte

Es la única crujía que se conserva completa. Tiene 30 metros de longitud divididos en tres tramos de cinco arcos cada uno separados por pilastras prismáticas. No son éstas iguales, sino que la más occidental de ellas posee adosadas a sus caras exterior e interior un doble orden de columnillas en número de tres en la parte inferior y de cuatro en la superior. En la otra pilastra se reduce este número a dos en el orden inferior, como sucede en los demás lados.

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Los capiteles ofrecen formas vegetales, leones, centauros, mujeres desnudas, San Pedro y San Pablo, San Jorge, San José, la Anunciación, los Reyes Magos y otros motivos. Hay relieves relativos a la lujuria, la cacería de un ciervo y de la psicostasis (o peso de las almas). En este muro norte se abre la puerta de entrada del antiguo refectorio, con arco de medio punto cobijando arcos germinados con capiteles de diversa decoración y una pequeña hornacina con un arquito de cierre.

Crujía oeste

Este lado, también cercenado como el Este, se compone hoy de tres tramos: dos de ellos de cinco arcos y el restante de arco y medio. Mide 23 metros aproximadamente y puede ser anterior en algunos años a las otras dos alas que parecen coetáneas entre sí. Los capiteles de las arquerías y de los pilares están decorados con hojas de acanto estriadas, palmetas, roleos y otros motivos vegetales, sirenas, grifos y escenas figuradas como la Anunciación y la Adoración de los Magos. También se pueden apreciar numerosas marcas de cantero.

Les recomiendo que paseen por sus calles y sus parques, que dejen imaginar su imaginación. Para comer le recomiendo el restaurante Oasis, con unos grandes torrezno y un menú del día muy bueno y a un precio muy competitivo.

¡¡ Disfruten de Soria !!


Notas

[1] También denominada cúpula gallonada, es una cúpula compuesta por nervaduras, segmentos cóncavos que asemejan los gajos o “gallones” de una naranja. La unión de estos elementos da lugar a aristas entrantes que convergen en el centro de la bóveda. Es típica del mundo bizantino y por extensión del islámico.

[2] En arquitectura, el imafronte es la fachada principal que se levanta a los pies de un templo. La parte opuesta del edificio es la cabecera. En algunas ocasiones se emplea el término de hastial de los pies del templo, aunque el hastial realmente puede ir en otras partes del mismo, como el crucero.

[3] La arquivolta casetonada presenta. la peculiaridad de remarcar la clave con un arquillo de mayor tamaño y la oquedad del intradós decorada con un aspa de brazos curvos en relieve.

Soria: la sobriedad castellana