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NUEVATRIBUNA.ES - 28.3.2010

Los centenares de casos de abusos a menores cometidos por sacerdotes en todo el mundo y las acusaciones sobre los encubrimientos de la jerarquía eclesiástica y su consiguiente complicidad con los pederastas han hundido a la Iglesia a una de sus peores crisis de credibilidad y han dejado por los suelos el prestigio del papa Benedicto XVI, directamente salpicado por los escándalos.

Las declaraciones públicas que hasta ahora ha hecho el Papa en relación a los abusos no han contribuido a calmar los ánimos. Si hace una semana pedía que el que estuviera libre de pecado tirara la primera piedra, este domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa, ha relegado las denuncias a la categoría de simples "murmuraciones" al afirmar que no se verá intimidado por las "mezquinas habladurías" de la "opinión dominante" gracias a su fe en Dios

Benedicto XVI apuesta por mantenerse a la defensiva, mientras se cuestiona la forma en la que manejó los casos de curas pedófilos cuando fue arzobispo de Munich y cuando presidió la oficina doctrinal de El Vaticano, la llamada Congregación de la Doctrina de la Fe.

El ex cardenal Joseph Ratzinger fue arzobispo de Munich cuando se autorizó a un sacerdote que reanudara su trabajo pastoral con niños a pesar de que había recibido una terapia por pederastia. Peter Hullermann, que así se llamaba el sacerdote, fue trasladado a Baviera, y no expulsado de la Iglesia, a pesar de que se hubiera comprobado que había abusado sexualmente de un menor de 11 años en la parroquia de Essen. El portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, negó con vehemencia la información que había publicado The New York Times y desvió toda responsabilidad hacia el segundo de Ratzinger, Gerhard Gruber, que según él fue quien se ocupó del asunto sin hacer caso de las indicaciones de Ratzinger que, según Lombardi, "había dispuesto que el sacerdote no desarrollase actividad pastoral alguna".

A estos se suman otros documentos publicados por el diario estadounidense que dejan claro que Ratzinger optó durante sus años como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (la sucesora de la Inquisición) por no apartar de su cargo y del sacerdocio a Lawrence C. Murphy, acusado de haber abusado de unos 200 menores sordos. Los hechos ocurrieron entre 1950 y 1974 en una escuela de Wisconsin, Estados Unidos, y Murphy murió en 1998 sin que nadie castigara los abusos en la diócesis de Milwaukee.

También en este caso el Vaticano se defiende como cuando saltó el gran escándalo por abusos sexuales y maltrato de menores cometidos durante decenios por sacerdotes y laicos en las instituciones católicas alemanas. Entre ellos el del coro de Ratisbona, que dirigió por muchos años el hermano del Papa, Georg Ratzinger.

Para colmo de males, a Benedicto XVI se le considera informado hasta el más mínimo detalle de las acusaciones contra el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, que finalmente ha sido imposible seguir ocultando hasta que la propia organización ha tenido que admitir que fue un pederasta.

Durante años, los Legionarios trataron de presentar a los acusadores de Maciel, candidato a santo con Juan Pablo II, como vulgares chantajistas y ahora piden disculpas. El problema es que existen sospechas fundadas de que la estructura de abusos que construyó Maciel involucró a muchos otros miembros de la congregación.

Andrés Pascoe Rippey cuenta en La Crónica de Hoy que Se creó hace poco un grupo en Facebook, “No más abuso de los Legionarios de Maciel”, que pide que se haga justicia a las víctimas y se persiga a los responsables. Es importante la demanda del grupo porque Maciel no era el único violador de los Legionarios: era el gran justificador de una lógica extendida de abuso contra menores. Maciel murió impune, pero hay muchos otros que hoy, protegidos por los Legionarios, gozan de la libertad.

El grupo ha sido inmediatamente torpedeado y anónimas fuerzas le piden a Facebook que lo cierre por “ofensivo”. El grupo no tiene insultos ni es anticatólico: simplemente pide que se investiguen los casos. Y aun así, tratan de acallarlo
.

Algo parecido ha sucedido en España con la web Iglesia sin Abusos, imposible de encontrar en estos momentos aunque su principal promotor, Carlos Sánchez Mato, se haya empeñado en seguir denunciando los casos que se han producido en nuestro país -que no son pocos- recurriendo al peregrinaje por los medios informativos.

Pero todas estas maniobras para tapar los escándalos y el afán de la Santa Sede en negar la gravedad de los hechos no han conseguido sino contribuir a una mayor alarma social.

Los analistas coinciden en que, en todo caso, pasará tiempo antes de que creyentes y no creyentes puedan darle crédito a las palabras pronunciadas hace algunos días por el jefe de la Iglesia alemana, Robert Zollitsch, quien asegura que el Vaticano mantendrá una línea dura y de transparencia total ante la pedofilia.

Semana de Pasión para Benedicto XVI, que la afronta con su credibilidad bajo...