jueves. 28.03.2024

En una pandemia como la COVID 19 el personal sanitario se enfrenta a una serie de retos, que fundamentalmente son: En primer lugar, estar superados por la demanda asistencial de los pacientes y por su propio riego de enfermar y convertirse en pacientes, que a su vez pueden contagiar a su entorno. En segundo lugar, al proporcionar ayuda a pacientes y familiares puede ocurrir que cada vez sea más difícil desarrollarlo, en especial en los duelos, en el que las familias no pueden acompañar a su familiar. Gran estrés en la atención directa con frustración, culpa y agotamiento. En tercer lugar, la toma de decisiones por falta de medios, que implica dilemas éticos y morales, como por ejemplo ocupar una plaza de UVI en un paciente más joven y dejar fuera a otro de más edad.

En un estudio realizado en España, en el país vasco por Santamaría y colaboradores, con una muestra de 421 profesionales de la salud, se ha encontrado que un 14, 7% de mujeres y un 2,6% de varones presentan ansiedad grave (total un 10,5%) moderada el 4% de mujeres y el 0,2% de varones (total un 10,7%) y leve el 6,9% de mujeres y el 1,4% de varones (total un 8,3%). 

Las cifras de depresión en esta población sanitaria son depresión grave el 3,1% de mujeres y un 0,5% de varones (total un 3,6%), moderada un 9,3% de mujeres y un 1,4% de varones (total un 10,7%) y leve un 8,1% de mujeres y un 2,4% de varones (total 10,5%).

Las cifras de estrés en este estudio fueron de estrés grave un 9,3% de mujeres y un 2,4% de varones (total un 11,6%), moderado un 12,6% en mujeres y un 2,6%en varones (total un 15,2%) y leve un 12,1% en mujeres y un 3,3% en varones (total un 15,4%).

Las cifras de insomnio son un 24,9% en mujeres y un 3,9% de varones (Total un 28,9%).

Como resumen de este estudio podemos decir que, por grupos de edad, tanto ansiedad, depresión, estrés como insomnio se daban más en el grupo de profesionales de más edad (> de 36 años), la explicación podría ser que los profesionales de más edad cuenten con más familia a su cargo, hijos o padres y por tanto mayor presión por la responsabilidad de llevar el virus al hogar. En la población sanitaria, que los trastornos descritos de ansiedad, depresión, estrés e insomnio se daban más en mujeres. El papel principal de cuidadoras que las mujeres ejercen en sus hogares (hijos, padres), puede que esté detrás de su mayor ansiedad y estrés, por miedo al contagio.

¿Que recomendaciones deberían seguirse para rebajar el impacto emocional de la pandemia COVID 19 en la población sanitaria?.

  • En primer lugar, cuidar las necesidades básicas como son descanso o adecuada alimentación.
  • En segundo lugar, planificar una rutina fuera del trabajo de ejercicio físico, lectura o mantener relación telefónica o por video conferencia con seres queridos.
  • En tercer lugar, compartir información positiva con compañeros, compartiendo frustraciones y soluciones.
  • En cuarto lugar, mantenerse actualizado con fuentes de conocimiento fiables.
  • En quinto lugar, al igual que la población general, limitar la exposición a los medios de comunicación y a las redes sociales, como pueden ser los grupos de whassat.
  • En sexto lugar, es fundamental saber pedir ayuda, es un modo de regulación interna que favorece la estabilidad en situaciones de estrés.
  • En séptimo lugar, utilizar la ventilación emocional, compartir las emociones con alguien que nos de seguridad y confianza, ayuda a hacer más tolerables estas emociones.
  • Por último, aprovechar el reconocimiento social como una de las grandes fortalezas contra el desgaste emocional por parte de la población sanitaria. Sin embargo, los expertos en catástrofes advierten que, tras un período de “luna de miel”, caracterizado por el apoyo social, el aplauso y el reconocimiento, viene un período de decepción amargura y a veces resentimiento.
  • Ante esta situación se debe fortalecer la resiliencia del personal sanitario y fomentar el apoyo institucional, más allá del aplauso expontáneo.

  

Secuelas psicológicas de la pandemia en el personal sanitario