viernes. 29.03.2024
medico rural

Con cada vez menos posibilidades laborales, nuestros pueblos se vacían y se van quedando sin servicios públicos. Uno de los principales y más valiosos de nuestra sociedad es el Servicio Público de Salud cuyo sostén es la red de Atención Primaria. Si nos fijamos en las características esenciales de la AP nos daremos cuenta de su preocupante situación. La cercanía y accesibilidad hoy en día limitada por las medidas “antiCOVID”, algo inadmisible para la principal puerta de entrada al sistema. La longitudinalidad que muchas veces ya no existe debido a la temporalidad laboral en este sector. La masificación de las consultas que merman la calidad asistencial. La tendencia a la subespecialización de los servicios que contrastan con la visión holística de la AP.

Sin embargo, el medio rural ofrece las condiciones idóneas para que se pueda desarrollar una AP de calidad. La menor carga asistencial general que existe en este sector con respecto al medio urbano permite que se pueda dar una asistencia sin prisas en consulta, domicilios y residencias de mayores, que se puedan abordar adecuadamente situaciones delicadas como de cuidados paliativos. Que se puedan organizar sesiones clínicas y actividades de salud comunitaria. Además, la cultura en red del medio rural posibilita un trabajo coordinado dentro del equipo asistencial, con ayuntamientos, asociaciones, servicios sociales y farmacias, entre otros.

Para los profesionales de atención primaria que trabajan en el medio urbano, agobiados por unas consultas masificadas que les aíslan en sus consultas, todo esto sonará idílico. Sin embargo, también existe una gran cruz: el abandono.

El medio rural no interesa. No interesa ni políticamente pues supone pocos votos y ningún “ruido mediático”

El medio rural no interesa. No interesa ni políticamente pues supone pocos votos y ningún “ruido mediático”; ni a las instituciones porque cada inversión repercute en pocos usuarios; ni a los propios profesionales que no desean plazas que supongan tener que desplazarse varios kilómetros a diario. Ese poco interés está muy presente en el día a día de los consultorios locales, en las infraestructuras descuidadas, en los materiales obsoletos, hasta en los propios protocolos y objetivos escritos desde un enfoque urbano, a veces imposible de cumplir en este medio. Este sentimiento de desconexión, sumado a la escasa presencia de la administración, no solo provoca frustración y desmotivación entre sus profesionales, sino que a la larga se corre el riesgo de permitir que algunos de ellos se puedan acomodar y sentir impunes a la hora de no realizar su trabajo con el rigor y la dedicación que merece. Al final, la abandona es la población.

El contexto rural tiene actualmente tres grandes características diferenciadoras de la zona urbana: Por un lado, la limitación de movilidad que viene definida por una amplia dispersión geográfica, una falta (o ausencia) de transportes públicos y la centralización de los recursos en los núcleos urbanos. Por otro, una población envejecida y castigada por los trabajos físicos del campo hace que la incidencia de patologías sea alta. Y, por último, los recursos son limitados pues los servicios públicos cada vez son menores y la población es generalmente humilde y de bajos recursos económicos.

Para dar respuesta a todas estas limitaciones del sistema se necesitarían a “super-profesionales” capaces de atender todo tipo de problemas de salud, desde biofísicos, psicológicos, emocionales hasta sociales y comunitarios. Y, ¿cómo deberían ser? Deberían poseer un gran ojo clínico y experiencia, trabajando escasos recursos, sin el apoyo inmediato de otros/as colegas y minimizando traslados. Deberían manejar adecuadamente todo tipo de situaciones de urgencia, siendo los primeros en atender las emergencias de la zona. Deberían saber abordar de forma humana y eficiente los cuidados al final de la vida, pues en la zona rural hay una fuerte cultura de “morir en casa”. Se necesitaría una gran capacidad organizativa y logística para gestionar adecuadamente los tiempos de consulta en cada pueblo, trabajando en equipo y siendo flexibles. Además, hay que tener una gran capacidad empática y humanidad pues estos profesionales serán referentes de salud, en el que la gente depositará una confianza plena a la que hay que responder con compromiso y humildad.

¿Es consciente la administración de todos los retos que supone?, ¿son conscientes los profesionales de la responsabilidad que tienen?

A la vista del enfoque actual tanto de la administración: distribución de recursos por cartillas, indicadores basados en número de pacientes por agenda, protocolos diseñados desde una visión “urbana”, falta de seguimiento de las necesidades formativas ni inspección de las infraestructuras ni del material de trabajo y la falta de liderazgo; la respuesta a la primera pregunta planteada es claramente: no.

Si nos fijamos en la falta de prestigio que tiene “ser médico/a o enfermero/a de pueblo” en el mundo sanitario y en los muchos profesionales que terminan sus últimos años de vida laboral en el medio rural con la idea de retirarse a un puesto en el que no haga falta esforzarse o actualizarse, visión que viene alimentada por la baja exigencia de la administración; la respuesta a la segunda pregunta es: tampoco (o al menos, muchos no).

Urge un cambio de enfoque. Hasta que la administración no sea consciente de que un medio más vulnerable, requiere mayor inversión, mejor dotación y a los profesionales más cualificados; hasta que no se apueste contundentemente por mantener una plantilla de profesionales estable, bien cualificada, experimentada, actualizada, que responda adecuadamente ante la diversidad de situaciones que se dan en un medio tan exigente como es el medio rural; hasta que no se apueste por asegurar una adecuada dotación de los consultorios, empezando por lo básico y siguiendo con tecnología que aumente la capacidad resolutiva de las consultas; hasta que no se apueste por acercar todo lo posible los servicios a la ciudadanía, descentralizando el sistema y desplegando la red; por instaurar indicadores y métodos de monitoreo más acordes a las peculiaridades de este medio, realizando evaluación continua de las dificultades y las necesidades del medio rural, para luego, por supuesto, realizar las acciones pertinentes; hasta que no entendamos todo esto no estaremos realmente apostando por un Sistema Sanitario Público, Universal y de Calidad.

Cristina Cabrera Brufau
Médica Socia de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Salamanca

El medio rural ofrece condiciones idóneas para desarrollar una atención primaria de...