miércoles. 24.04.2024
 

Hemos, o mejor dicho han, frivolizado con esta variante Ómicron del coronavirus, señalando que era más contagiosa pero menos grave y así justificar las políticas irresponsables, rebajando a destiempo las medidas de control.

Señalaban que había que proteger la economía, aunque se descuidara la salud, y que la gente necesitaba diversión ignorando las consecuencias.

Mientras los expertos, yo no lo soy pero parece que los políticos actuales tampoco, indicaban a principio de noviembre que debían mantenerse al menos hasta después de las fiestas, porque se corría el riesgo de colapsar los hospitales.

No los escucharon y así ahora por ejemplo en Navarra su presidenta María Chivite y la Consejera de Salud, Santos Induráin, se ven agobiadas por la situación de colapso del Hospital Universitario de Navarra, que ya tiene 276 ingresados por Covid, 37 de ellos en la UCI.

Ese dato es ya suficientemente grave, porque además de los afectados produce como efecto colateral una mala atención al resto de las patologías, que tenemos que ver como una consulta de oftalmología debido a un problema de diabetes se demora hasta casi tres años.

¿Quién responderá si esa situación produce un efecto negativo irreparable en la visión por no atenderse a tiempo?

Como este caso se están dando a miles produciendo una situación límite de extrema gravedad. Por no hablar de lo que está ocurriendo en Atención Primaria.

Claro señoras Chivite e Induráin (vale lo mismo para Ayuso o Sánchez), ya les advertían los que realmente saben que dejar que hubiera un contagios masivos, aunque fueran de menor gravedad, acabaría produciendo este durísimo efecto.

¿Los responsables, por insensatez, incompetencia, o inacción, deberán ser enjuiciados por el daño provocado a la población cuando acabe esta pesadilla?

¿Cuántos ingresos, UCIs, o muertes se podían haber evitado de no haber levantado las restricciones, o incluso poniéndolas de mayor dureza?

Interrogantes cuyas respuestas nos pueden llevar a la conclusión de que ha faltado valor, sensatez y competencia, ha sobrado irresponsabilidad y cobardía para adoptar medidas impopulares con el negativo efecto electoral que pudieran tener.

Queda claro que hemos vivido esta pandemia con la peor clase política de nuestra historia democrática y que no hemos sido capaces como sociedad de levantar nuestra voz contra ellas y ellos, todas y todos, porque no se libra ni uno.

Una pena que quedará como un borrón negro en nuestra historia. Ojalá que los siguientes aprendan y mejoren su nefasta gestión. Veremos….

¿Has leído esto de José Luis Úriz?

Ómicron nos (les) está ganando por goleada