miércoles. 24.04.2024
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En la actualidad, la creación y el consumo de contenidos digitales -fotos, vídeos y textos- es una práctica recurrente de la cual las empresas turísticas no están exentas. Desde diferentes instituciones sectoriales y académicas se fomenta el uso de las tecnologías digitales para la creación de productos y la prestación de servicios que aporten valor a la experiencia turística, al tiempo que ofrezcan una respuesta a las necesidades de un cliente que es, cada vez más, un ‘nativo digital.’ Entre las tendencias tecnológicas en turismo para 2016 destacan cuestiones como el big data, el marketing digital y la realidad virtual; las cuales comparten el hecho de incluir activos de propiedad intelectual (api, de ahora en adelante), tales como softwares, vídeos, textos, imágenes y bases de datos. En un contexto donde las tecnologías digitales tienen cada vez más un rol protagónico en la experiencia turística y en la rutina de las empresas, resulta llamativa la escasa atención prestada a los aspectos legales que estas situaciones generan.

Para el sector turístico, el interés por la regulación de la propiedad intelectual ya no se reduce a la vieja polémica sobre si el uso de música en las instalaciones hoteleras debe o no ser considerado un acto de comunicación pública, ni a la negociación del monto de las tarifas que deban pagarse por ello, tampoco a los aspectos legales que conciernen al encargo de la web de cualquier empresa. En el entorno digital consumir, acceder y (co)crear api es cada vez más fácil y frecuente. Pero no sólo eso, también el valor de los api es cada vez más trascendente. Para los turistas estos activos están presentes en el antes, el durante y el post viaje, en muchos casos incorporados a los productos y servicios contratados. Respecto a las empresas, contribuyen a la eficiencia en los procesos de gestión, a mejorar la relación con los clientes y la reputación online, al tiempo que añaden valor a la oferta. No en balde, en el escenario europeo, organizaciones como HOTREC -Hotels, Restaurants, Cafés and Similar Establishments in Europe-, incluye, entre las temáticas de acción, el establecimiento de políticas y leyes en materia de propiedad intelectual, sí como sus impactos en las empresas del sector.

Las bases de datos, las aplicaciones móviles o incluso la utilización de fotografías y vídeos con fines comerciales, son todos ejemplos cotidianos para las empresas del sector en los cuales existen aspectos legales de propiedad intelectual con implicaciones en la gestión. Ciertamente no todo es protegible. Tampoco no todo lo que puede ser protegido tiene un valor comercial, y viceversa. Teniendo en cuenta el margen de actuación que ofrece la regulación de la propiedad intelectual, las empresas turísticas, con independencia del tamaño, área de especialización o antigüedad, deberían incorporar la gestión de los api en la estrategia empresarial no sólo para evitar costes por infringir derechos de terceros –cada vez con mayores posibilidades en Internet-, sino además para crear valor de los mismos y generar, así, una ventaja competitiva, especialmente en el entorno digital.

Al margen de las peculiaridades que tienen los api en el turismo, será necesario, aunque sea mínimamente, partir del análisis del rol que desempeñan en la estrategia empresarial y a partir de ahí, poder llevar adelante una serie de actuaciones encaminadas a, 1) determinar cuáles se van a crear, con quién y las implicaciones legales que supone para la explotación posterior, 2) cuantificar el valor de los api -propios y de terceros, 3) establecer una estrategia de protección considerando los pros y contras de proteger legalmente, no proteger o proteger a través de medidas tecnológicas, y 4) explorar vías para rentabilizar los api en el ámbito digital, considerando la finalidad y vida útil del mismo. En conclusión, junto con las crecientes oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías, un nuevo reto estratégico se perfila para las empresas y asociaciones del sector: en tanto mientras más tecnología se incorpore, más frecuente será el consumo y creación de api y, por tanto, la necesidad de contar con una estrategia para gestionar estos activos. 


Sheila Sánchez Bergara | Miembro del Grupo de Investigación Interdisciplinar en Turismo (GRIT-Ostelea)

El reto de la gestión de la propiedad intelectual en el turismo