jueves. 25.04.2024

De repente surge el slogan en el lugar donde menos se  espera. ¡Terrazas sí. Pero no así! Proclaman los residentes de la madrileña calle de Ibiza en el distrito de Retiro, tras un respetuosísimo y sorprendente silencio ¿político? de meses, durante los cuales se ha producido una ocupación intensiva de espacios públicos en aras de salvar una economía, que al parecer destruía Sánchez con sus contenciones sanitarias. Como si una pandemia que ha segado la vida de casi 100.000 españoles y no pocos miles de madrileños no las hubiese necesitado. Porque la crisis de confianza y el miedo psicológico a acudir a locales públicos solo se podía superar con esas medidas y la vacunación masiva de los madrileños. Salvar la economía era eso. Principalmente.

Sin duda, la necesidad de superar los momentos dramáticos del COVID 19 supuso medidas de emergencia de todo tipo. Los prestamos ICO y los ERTE fueron instrumentos que permitieron soportar daños económicos que de otra manera hubiesen supuesto el cierre de miles de empresas y desaparición de decenas de miles de puestos de trabajo. La economía hostelera madrileña en gran parte se salvó también por eso. Porque sin esos instrumentos financieros y sociales casi nadie hubiese podido reabrir su actividad ni dos horas más ni nunca más. Pero nadie tiene la culpa, y menos la oposición parlamentaria, de que ni el gobierno, ni los que en el ámbito político madrileño lo representa, pusiesen en valor ese balance. Y la batalla se desvió hacia la libertad del sálvese quien pueda y otras escaramuzas. 

Pero el panorama después de la batalla refleja un enorme desorden en el uso del espacio público madrileño en el que también se están dando evidentes abusos por algunos empresarios hosteleros de un determinado perfil financiero y muy localizado territorialmente en determinados distritos. Hay quien ha hecho de la pandemia un mejor negocio superior a la "antigua normalidad" (hay incrementos de ingresos superiores al 30% pre pandemia en algunos sitios) y pretende ahora su permanencia sin controles ni regulaciones en la nueva situación, tras la minoración de Los efectos más dramáticos y traumáticos de la pandemia.  La caña de España no ha sido mal negocio político y económico para unos pocos mercaderes del estraperlo moderno con el aire libre de Madrid. Pero ese comportamiento no es el general de la hostelería madrileña y focalizar todo un sector en el conflicto político permanente en que estamos inmersos sería un error de enorme magnitud.

El vecindario somos todos. Residentes, artesanos, peatones, comercio de proximidad, empresarios de servicios locales y hosteleros. Porque entre todos vivimos, trabajamos, usamos y compartimos los espacios públicos urbanos. Pero la libertad de cada uno de nosotros acaba donde comienzan los derechos de cada parte. Hacerlos respetar  es la obligación del poder público. Pero también es una responsabilidad social de los empresarios que obtienen ganancia con el uso económico de ese espacio. Las ideas que se proponen tienen esa función y la cooperación público-privada en este campo debería de sustentarse en estos criterios:

1.- MADRID NO PUEDE ESPERAR. Tal vez podría tomarse ejemplo del consistorio parisino. Las terrazas de esa ciudad (tras permanecer meses cerradas a cal y canto) reabrieron el pasado mes de mayo y para ello se articularon normativas de emergencia muy precisas que regulaban la provisionalidad de las instalaciones complementarias a las autorizaciones preexistentes. Pero esas medidas tienen la vigencia de solo dos meses por cuanto el 28 de junio decaen y se aprueba un nuevo reglamento (equivalente a nuestras ordenanzas) para el uso del espacio público por veladores y terrazas. Madrid, tan excepcional para todo incluyendo la recepción entusiasta de los demandantes de ocio franceses durante la pandemia, no ha acometido la regulación legal de la nueva situación durante más de un año. La libertad debe de ser eso. Pero la seguridad jurídica de la economía y los intereses diversos del vecindario no pueden aceptar tanta sin riesgo de empacho y muy previsible mala digestión.

2.-UNA NUEVA ORDENANZA ES LA PRIORIDAD

El actual sistema  normativo obsoleto y la provisionalidad actual tienden a crear numerosos problemas que se agravarán sino se acometen cuanto antes. Es urgente acometer la redacción de una nueva ordenanza y poner en marcha inmediatamente una Comisión de Redacción para ello. Son imprescindibles normativas claras y seguridad jurídica. Una Ordenanza por su propia esencia debe de establecer con absoluta claridad que elementos de uso de la ciudad están expresamente prohibidos en la autorizaciones administrativas. Pero igualmente debe de establecer las recomendaciones positivas que no dejen duda de los que está permitido efectuar por las actividades económicas para el uso del espacio público concedido temporalmente a una empresa o actividad mercantil. Ello debería de incluir el plazo mínimo autorizable no inferior a dos años. Porque las autorizaciones tienen carácter anual y las inversiones, que aquí se proponen además de su mantenimiento, se acometen para periodos prolongados si se quiere disponer de calidad en el mobiliario urbano privado en una nueva propuesta para la ciudad.

3.- INVERSIONES PÚBLICAS: PEATONALIZACIONES Y AMPLIACION DE ACERAS Y ACCESIBILIDAD

Una reactivación de la actividad económica ordenada y eficaz no puede efectuarse sin una transformación del espacio público para hacerlo verdaderamente accesible al uso de todos. Sabemos que el 9,8% de las aceras de Madrid tienen un ancho menor a 1,2 metros que ni siquiera son accesibles para una silla de ruedas. Que el 65% de las aceras de la capital tienen menos de 3,5 metros de ancho. Que el número de metros lineales de aceras que no cumplen las recomendaciones de distanciamiento en caso de cruce (menor a 3,5 metros) representan el 65,6% del total de la ciudad, Esa es la realidad tanto para el vecindario como para la administración pública.

En estas condiciones someter las concesiones administrativas al conflicto con el residente, sin acometer inversiones estructurales que mejoren la accesibilidad peatonal y de circulación urbana coexistiendo con el uso del comercio, es partir de un mal comienzo para la convivencia de todos. Un plan de ampliación y renovación de aceras sometidas la transito de usos diversificados es imprescindible; así como la peatonalización de vías con prácticamente nulo tráfico de paso y fuerte impacto comercial. Esto no va solo de normativa incumplible y conflictiva, La accesibilidad del uso peatonal de las aceras debe ser una prioridad evitando la conflictividad entre el vecindario. Eso también es obligado.

4.-PLANES ESPECIALES DIRECTORES TERRITORIALIZADOS. EL RUIDO Y  LOS HORARIOS

El no tener en cuenta las diferencias urbanas de la ciudad es simplemente desconocer el uso de la misma. Las bases para esa nueva ordenación del uso del espacio público deben de partir de los hechos diferenciales del territorio urbano madrileño. Las regulaciones  particulares en ciertos sectores o vías deben estar contempladas por planes directores especiales de uso compartido del espacio urbano, teniendo en cuenta la peculiaridad urbana y los usos específicos de esos sectores y espacios de la ciudad. No es igual una zona de protección por su carácter histórico, uso peatonal, protección patrimonial o incidencia turística que un lugar de alta densidad residencial y baja oferta terciaria. El control de ruidos y horarios es también función diferencial según los sectores de la ciudad y contemplar ello de forma selectiva y adaptada parece misión razonable de esos planes que permitirán resolver no pocos conflictos indeseados.  Estos planes especiales territorialmente localizados deben tener valor reglamentario y deberán considerarse como anexos a la ordenanza general según se vayan aprobando, lo que permitiría una incorporación flexible y progresiva de la realidad social a la normativa administrativa.

5.-ESTÉTICA DE LAS INSTALACIONES

Tal vez convenga considerar de nuevo lo que se regula con acierto en la ordenanza de la Villa de París. En ella se establece que los escaparates y terrazas participan en la calidad del paisaje de la calle y que su composición general debe ser armoniosa con el contexto urbano de su alrededor, presentando un aspecto arquitectónico adaptado al inmueble delante del que se adhieren o vinculan. La actual situación de muchos espacios comerciales convierte las aceras y calzadas de Madrid en “chiringuitos parking” de mala calidad. Ya eran una plaga en muchas instalaciones en las aceras de la “vieja normalidad”. Aprovechemos la nueva para corregirla.

Las instalaciones deben contener los mobiliarios y accesorios que se integren de manera armoniosa y satisfactoria en el lugar y su alrededor. Los colores permiten conciliar las prescripciones de coherencia del conjunto de la terraza o del escaparate y de respeto a la arquitectura que lo rodea.  El mobiliario participa de la composición general de la terraza o el escaparate y debe integrarse armónicamente con el estilo del establecimiento: gama de colores, naturaleza de materiales utilizados. Todo eso debe ser parte de las recomendaciones de uso para los proyectos de instalaciones que deben de contemplarse en los planes directores especiales  sectorizados y con sistemas de aprobación ágiles. Pero todo ello conllevará inversiones privadas de cuantía que deberán de ajustarse a los periodos correspondientes de la autorización administrativa temporal. La actual Comisión de Terrazas del consistorio madrileño es la expresión máxima de la más absoluta ineficacia funcional y debe de modificarse en esa nueva regulación para ser operativa.

Estas son algunas de las propuestas posibles. Hay muchas más en el tintero. Madrid necesita de normas claras de convivencia y no perderse en la jungla administrativa de la irrealidad o de lo políticamente correcto según qué sector de opinión o ideología se tenga. La libertad de beber un refresco o una caña en una terraza no es ningún derecho político ni privilegio otorgado. Algunos hemos podido disfrutar de eso hace decenios en medio de una feroz dictadura en las terrazas que siempre han sido parte del espacio urbano de Madrid y uno de sus patrimonios inmateriales. Tal vez habría que empezar por reconocer esa realidad histórica y dejar fuera de todo juego político lo que es del sentido común de todos. Terrazas sí. Pero así. Si así os parece

Terrazas sí. Pero así