jueves. 28.03.2024
mente

Desde la psicología positiva se recuerda que el ser humano tiene una remarcable capacidad de adaptarse, de encontrar sentido y de crecimiento personal ante las experiencias traumáticas más terribles, capacidad que ha sido ignorada e inexplicada por la psicología durante muchos años. La “gente normal” suele resistir con insospechada fortaleza los embates de la vida, e incluso ante sucesos extremos hay un elevado porcentaje de personas que muestra una gran resistencia y que sale psicológicamente indemne o con daños mínimos del trance. La resiliencia es un fenómeno al que tradicionalmente se ha prestado poca atención pero que en los últimos años ha comenzado a ser objeto de estudio. Personas resilientes que enfrentadas a un suceso traumático no experimentan síntomas disfuncionales ni ven interrumpido su funcionamiento normal, sino que consiguen mantener un equilibrio estable sin que afecte a su rendimiento y a su vida cotidiana. A diferencia de aquellos que se recuperan de forma natural tras un período de disfuncionalidad, los individuos resilientes no pasan por este período, sino que permanecen en niveles funcionales a pesar de la experiencia traumática. Este fenómeno ha tendido a ser considerado como raro o propio de personas excepcionales, con alguna característica especial, sin embargo, está claramente demostrado que la resiliencia es un fenómeno común entre personas que se enfrentan a experiencias adversas. Para Víktor Frankl, psiquiatra superviviente de los campos de concentración nazi y conocido por el desarrollo del concepto de psicología existencial y crear logoterapia, es precisamente una situación excepcionalmente difícil lo que da al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo; “el hombre que se levanta es aún más fuerte que el que no ha caído”. Una experiencia traumática es siempre negativa, pero lo que suceda a partir de ella depende de cada persona. En la mano del hombre esta elegir su opción, que o bien puede convertir su experiencia negativa en victorias, la vida en un triunfo interno, o bien puede ignorar el desafío y limitarse a vegetar y a derrumbarse. Así, en un estudio sobre el atentado en Nueva York del 11 de septiembre, se ha demostrado que experimentar emociones positivas como gratitud, amor o interés, entre otras, tras la vivencia de un suceso traumático, aumenta a corto plazo la vivencia de experiencias subjetivas positivas, realza el afrontamiento activo y promueve la desactivación fisiológica, mientras que a largo plazo, minimiza el riesgo de depresión y refuerza los recursos de afrontamiento. Personas que por sus circunstancias se han visto sometidas a roles muy estrictos u opresivos en el pasado y que a raíz de la lucha que han emprendido contra la experiencia traumática, han conseguido oportunidades únicas de redireccionar su vida. Así dicen las “Madres de la Plaza de Mayo” (quienes perdieron a sus seres queridos durante la dictadura Argentina) que empezaron a vivir el día que desaparecieron sus hijos. Ellas, descubrieron con la desaparición de sus familiares que había algo por lo que luchar y por lo que soñar, se convirtieron en defensoras de una causa. Con este tema, enlazan también los trabajos que indican que la convicción política e ideológica es el principal factor positivo de resistencia en presos políticos y torturados. Desde hace algunos años ha comenzado a manejarse el concepto de resiliencia como aquella cualidad de las personas para resistir y rehacerse ante situaciones traumáticas o de pérdida. La resiliencia se ha definido como la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves. Aunque durante mucho tiempo las respuestas de resiliencia han sido consideradas como inusuales e incluso patológicas por los expertos, la literatura científica actual demuestra de forma contundente que la resiliencia es una respuesta común y su aparición no indica patología, sino un ajuste saludable a la adversidad. La resiliencia se sitúa en una corriente de psicología positiva y dinámica de fomento de la salud mental y parece una realidad confirmada por el testimonio de muchísimas personas que, aun habiendo vivido una situación traumática han conseguido encajarlas y seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso a menudo en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado en ellos recursos latentes e insospechados. La resiliencia no es absoluta ni se adquiere de una vez para siempre, es una capacidad que resulta de un proceso dinámico y evolutivo que varía según las circunstancias, la naturaleza del trauma, el contexto y la etapa de la vida y que puede expresarse de muy diferentes maneras en diferentes culturas. La resiliencia es un proceso, un devenir, de forma que no es tanto la persona la que es resiliente, como su evolución y su proceso de vertebración de su propia historia vital. Las personas resilientes poseen tres características principales: saben aceptar la realidad tal y como es; tienen una profunda creencia en que la vida tiene sentido; y tienen una inquebrantable capacidad para mejorar. Además, presentan las siguientes habilidades: Son capaces de identificar de manera precisa las causas de los problemas para impedir que vuelvan a repetirse en el futuro. Son capaces de controlar sus emociones, sobre todo ante la adversidad y pueden perma- necer centrados en situaciones de crisis. Saben controlar sus impulsos y su conducta en situaciones de alta presión. Tienen un optimismo realista. Es decir, piensan que las cosas pueden ir bien, tienen una visión positiva del futuro y piensan que pueden controlar el curso de sus vidas, pero sin dejarse llevar por la irrealidad o las fantasías. Se consideran competentes y confían en sus propias capacidades. Son empáticos. Es decir, tienen una buena capacidad para leer las emociones de los demás y conectar con ellas. Como conclusión podríamos decir que deberíamos cambiar las creencias culturales y la terminología arraigada en nuestras sociedades, modificando la creencia de que a una experiencia traumática sólo sigue el dolor y la angustia y aceptando el hecho de que emociones positivas, aprendizaje y beneficio son también consecuencias de este tipo de experiencias. Este proceso de la resiliencia es un acto individual.

La modernidad en que vivimos, es como un instrumento de música desafinado. Si eso es así y contribuye a nuestra infelicidad, debemos adoptar otra forma de estar en el mundo

Otro concepto más sociológico, la Resonancia, es un proceso que se realiza en un acto con un fin colectivo, como una forma de comportarse ante el mundo. Vivimos en una sociedad moderna que estimula fundamentalmente el rendimiento de sus miembros, en especial el económico: eso significa que hay que innovar, producir, acortar los tiempos de producción y en definitiva estimular el consumo, para que la economía de mercado siga ahí. Esta forma de funcionar nos hace más felices o contribuye a una alienación de los individuos de la sociedad moderna occidental? Si vivimos en un mundo de prisas, de aceleración, donde el tiempo pasa de ser un concepto más o menos filosófico a solamente un sistema de medida implacable, no cabría plantearse que nuestra felicidad requiere un nuevo enfoque que haga que no solo se plante en función de logros económicos. No sólo debemos plantearnos la felicidad en términos hedonistas, es decir, una buena vida en donde primen los placeres cotidianos, (buena vivienda, buen coche, buenas vacaciones...), siempre en términos de consumo. Además, habrá que replantearse a nivel colectivo una crítica de los modos de funcionar que utilizamos, que hace que a veces en el núcleo de muchos problemas sociales, se encuentre una relación distorsionada con el mundo.

Si hemos dicho que la aceleración es un problema, debería ser la desaceleración la solución? No parece, en todo caso es un proceso de adaptación al medio, por ejemplo al medio laboral. Hay entra el concepto de Resonancia.

Desde la óptica de la Resonancia lo primero que debemos plantearnos, es que es una vida buena para cada uno de nosotros. ¿Es el ganar dinero y vivir a nivel material lo mejor posible? No parece que esto sea la solución para ser felices, ¿verdad?

Cuales sería los ejes de la Resonancia para una nueva y mejor relación con el mundo y por tanto ¿intentar alcanzar la felicidad en nuestra vida? En primer lugar unos Ejes Horizontales: La familia como si fuera un “puerto” de resonancia marina de atraque, en un mundo de lucha y competencia, la amistad verdadera que conlleva la emoción humana y la fuerza del perdón, la política, en el sentido de cuando los ciudadanos se constituyen a sí mismo como los autores de las normas y leyes que obligan y no solo en destinatarios de las mismas. Experimentan el orden político-administrativo, no como algo que hacen otros, sino como una zona de Resonancia civíco-social.

Veamos ahora los Ejes Diagonales de la Resonancia: primero, relaciones con los objetos. Ejemplificaríamos esto con como practicar las clases de matemáticas y ciencias naturales, hasta convertirse en la actitud natural ante el mundo y no solo un objeto de estudio en una clase, en condiciones casi de experiencia alejada del mundo y por tanto fuera de la Resonancia con el mundo, no es raro que estas disciplinas se olviden o incluso se aborrezcan. Es decir, el alumno debe participar de manera activa con el docente en su formación y no ser un simple escuchante, sería la Resonancia de la enseñanza. En segundo lugar La Resonancia del Trabajo. Frente a la amistad o el amor, resonancias horizontales, el trabajo necesita siempre de un elemento material o cosa (madera en un carpintero, plantas en una jardinería...) que genera una Resonancia cosificada específica, que consiste básicamente en hacer la tarea que tenemos bien, sin más, esto se convierte en un impulso duradero y básico, si se me permite un comentario coloquial, huyamos de la chapuza en cualquier trabajo nuestro con un material. Un último eje diagonal que voy a analizar es la Resonancia del deporte, podemos considerar que en el deporte se establece un “diálogo entre cuerpo y la mente”. Como todo deportista ha experimentado después del ejercicio tanto el cuerpo como la mente salen trasformados. El espíritu se siente más libre y el cuerpo experimenta un cansancio diferente y más grato que el de un trabajador sentado ocho horas ante un ordenador, esa es la esencia de la Resonancia del deporte.

Vamos a ver ahora sucintamente los Ejes Verticales de la Resonancia: La Resonancia de la religión en abstracto sin vinculación directa a ningún ideario, puede comprenderse como la idea (formada por prácticas y ritos) de que hay un algo responsivo, amable y comprensivo. La religión es una forma específica de amor y sentido, relación que promete garantizar que la forma original y fundamental de la existencia sea una relación de Resonancia y no de Alineación. Otro eje vertical de la resonancia es lo que se ha llamado el manto de la historia. La Resonancia de la historia consiste en concebirla como aquello que ocurre a una colectivo, algo con carácter universal, no local. La historia se convierte en un espacio de resonancia donde el pasado y el presente entran en un dialogo en el presente, donde el pasado se vuelve vivo y perceptible. Cuando el pasado y el futuro están uno junto a otro sin vinculación alguna, el individuo experimente una marcada sensación de melancolía.

Por último, un epílogo sobre la Resonancia. La modernidad en que vivimos, es como un instrumento de música desafinado. Si eso es así y contribuye a nuestra infelicidad, debemos adoptar otra forma de estar en el mundo, otra forma de relacionarnos con ese mundo que nos rodea. Con las estrategias que nos aporta La Resonancia podemos evitar el mal mayor de nuestra sociedad occidental, la alineación, en el sentido de el proceso mediante el cual un individuo se convierte en alguien ajeno a sí mismo, que se extraña, que ha perdido el control sobre sí. Por lo tanto, la alienación es una falta de autoestima, la ausencia de sentido en la vida de uno, consecuente a ser coaccionado para llevar una vida sin oportunidad de autorealización. Hay está la clave, la Resonancia nos ayudará a desarrollar lo único de que nos puede sacar de esta especie de estupidez humana que es la alineación, alimentada sin duda por la globalización de nuestro tiempo.

La resonancia frente a la resiliencia: otra forma de relacionarse con el mundo