jueves. 03.10.2024
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El otro día, después de una semana maratoniana e interminable de trabajo, me preguntaba si somos realmente libres. Cierto es que solo soy un trabajador, no un filósofo y mucho menos un intelectual, prácticamente todo lo que yo produzco proviene, en términos económicos, de la sustracción de mi fuerza de trabajo, lo cual no quita que desde mi pequeña esquinita me pueda preguntar sobre estos temas.

Volviendo al tema, ¿Somos realmente libres? La verdad es que no lo sé, diría que no, y cada día estoy más convencido de ello.

No podemos ser libres cuando nos tiramos una buena parte del día trabajando por un salario que en la mayoría de los casos no refleja la realidad de lo que producimos, sino que es una ínfima parte de esto, quedándose con la mayor parte quien, desde luego, no pone ni el tiempo ni el esfuerzo en producir nada más que explotación y miseria.

Si el tiempo que tenemos para nosotros es denominado como libre, el que estamos en nuestro puesto de trabajo debe ser tiempo esclavo

Es impensable que podamos ser libres cuando el tiempo restante estamos cansados, sin posibilidad de interactuar con nuestros semejantes, de conciliar nuestra vida o de tener un mínimo desarrollo personal. Lo que sí puedo apreciar es que, como ha comentado alguna vez en sus canciones el rapero Mala Praxis, si el tiempo que tenemos para nosotros es denominado como libre, el que estamos en nuestro puesto de trabajo debe ser tiempo esclavo.

Tampoco soy yo de los que cree que la libertad es beber cerveza o comprar inmuebles con los que avasallar vía mercado a quienes no pueden escapar de este sistema perverso en el que vivimos, si pensara esto, sería un tremendo ignorante, quizá sería más feliz, ya que todos seríamos medianamente libres de tomar una cerveza de vez en cuando.

El concepto de libertad, sin saber yo nada de eso, debe ser algo más complejo y noble, quizá se acerca a la posibilidad de poder hacer con nuestra vida realmente lo que queramos, orientarla como creamos conveniente, encontrando un punto medio entre trabajar y poder disfrutar plenamente de nuestro tiempo libre, pudiendo participar en política, construir una familia, leer un libro o simplemente no hacer nada.

Estas posibilidades mencionadas actualmente, aunque podríamos añadir muchas más, seamos sinceros, si uno trabaja 40 horas semanales, son irrealizables para l@s trabajador@s, que al final somos el grupo más numeroso y desde luego, el más importante en las sociedades actuales.

Es por ello por lo que la reducción de jornada que han planteado en este mes de septiembre los sindicatos de clase CCOO y UGT me parece tan oportuna como necesaria, porque solo reduciéndola mejoraremos nuestras condiciones como clase trabajadora, no podemos pretender ocupar espacios públicos o realizar nuestro proyecto de vida si no tenemos más que tiempo para trabajar y dormir, entrando en un bucle del que nadie puede escapar

Esta es solo una breve reflexión, se que tendré que seguir leyendo sobre el concepto libertad, con la ilusión de acercarme a su comprensión en algún momento, aunque seamos sincero, no tenemos tiempo de ello, hay que trabajar.

Hay que trabajar, que otros tienen que vivir