sábado. 20.04.2024
ferreras al rojo vivo

¿Por qué nos parecemos tanto en tantos aspectos de corrupción política-periodística-judicial al Brasil de Bolsonaro o a los EEUU de Trump?

Nada ha cambiado en estos 20 últimos años. Nosotros tampoco. El Alzheimer nos lleva a recordar al Cid pero olvidar la corrupción. Memoria del largo plazo y memoria del corto plazo.

¿Por qué me recuerda tanto Florentino a Francisco Hernando?

¿Y la agilidad de los astutos oportunistas para cambiar de trabajo y amo cuando están ya “chicharraitos, chicharraitos, chicharraitos” porque les han descubierto? Toca cambiar de disfraz e irse a Guinea o al Real Madrid. Que ande alerta y no olvide lo que le sucedió al mítico Sergio Ramos.

Billy el Niño siguió percibiendo una jugosa pensión y la remuneración y honores por sus medallas, conseguidas por torturar demócratas; y en su vida profesional cambió a la seguridad privada de grandes empresas, mejor remunerada económicamente. Ahora se trataba de cachear obreros a la salida de la fábrica para que no se llevaran las tuercas.

Son las puertas giratorias por las que se remuneran los servicios prestados al capital. A éste le merece la pena y cuida a los que han defendido sus beneficios, no abandona a los suyos inmediatamente y les enchufa, término muy adecuado ahora que usamos tanto los cargadores. A la vez persigue encarnizadamente a los que les han perseguido por sus fechorías. Los mercenarios nunca pagan sus golferías, al revés, son recompensados con creces. Cunde el ejemplo y visto lo visto es mucho más compensatorio ser malo que bueno. También hay excepciones: el bueno de Pablo Montesinos y Blesa. Y lo contrario: Toni Cantó.

Por tanto, la sociedad se mira en el espejo de lo que les sucede a los personajes públicos triunfadores. Para esto último los medios de comunicación más potentes desempeñan un papel imprescindible. Al final todos salen bien parados. Especialmente los de derechas, vamos a ser justos.

En los últimos años los poderes han tirado con más fuerza de una profesión que gozó de cierto prestigio durante los últimos años de la dictadura. A los periodistas de prestigio del Régimen: Emilio Romero, Ansón, Capmany se supo oponer a los Martínez Soler, Teresa Aranguren, Balbin, Medem, etc., demócratas. Luego quedaba un campo amplio y diverso para un espacio ambiguo y los poderosos echaron la caña con un buen cebo. Y picaron. ¡Vaya si picaron! Y de la timidez y ambigüedad pasaron a la mentira, a la manipulación, a la provocación y al insulto. Pertrechados en poderosos medios, protegidos por abogados y jueces sin escrúpulos, mejor pagados que ellos mismos, se pusieron a repartir mierda con ventiladores que abarcaban todos los soportes mediáticos.

Desde siempre, pero ahora incorporados ya a la gestión cotidiana, políticos y grandes empresarios se han servido de los profesionales de la comunicación, no tanto para informar, sino para potenciar su imagen personal. Recomiendo el texto de Carlos Reyero Monarquía y romanticismo: el hechizo de la imagen regia, 1829-1873. Mientras, las policías patrióticas se encargaban de las cloacas.

Lo mejor que hacen los trileros es engañar a los clientes. ¿Dónde está la bolita? ¿Dónde está la verdad?

Los medios elaboran una papilla fácil y suave para digerir. Nos llega procesada directamente y sin filtro al cerebro

Los medios nos ahogan diariamente en miles de noticias, sobre temas diferentes, multitud de fuentes, opiniones previamente producidas y elaboradas, contradictorias entre sí. Elaboran una papilla fácil y suave para digerir. Nos llega procesada directamente y sin filtro al cerebro. ¡Es tan cómodo! Sin pasar previamente por la aduana neural. La necesidad de información es una necesidad humana y social, pero al igual que la alimentación debe ser sana y dietética. Si no, produce enfermedades graves.

Seleccionemos previamente las fuentes de las que bebemos. La contaminación en origen condiciona todo el proceso posterior.

Volvamos a leer El Criterio de Balmes y abandonemos las tertulias manipuladas. Para saber: LEER CON CRITERIO Y CON MEMORIA. ¿No queremos ser tan personales, tan únicos, en el vestir? Seámoslo en algo más importante: EN EL PENSAR.

¿Por qué me recuerda tanto Ferreras a Urdaci?