viernes. 29.03.2024
congreso pleno
Hemiciclo del Congreso de los Diputados.

Tras la relativa pausa de este verano iniciaremos una nueva etapa política. El grado de superación de la pandemia y de la recuperación social y económica, con la gestión de los nuevos Presupuestos Generales del Estado, con la aportación de los Fondos Europeos, apuntarán las características de lo que queda de legislatura e irán configurando qué puede pasar en las próximas elecciones generales.

Desde la apuesta por el actual gobierno progresista de coalición, dos me parecen las prioridades: 1) que el gobierno sea capaz de ir aplicando su programa en cada coyuntura, y 2) con ello y para ello, que se produzca y consolide, y se exprese con claridad, el mayor apoyo a tales objetivos por parte de la ciudadanía.

De hecho, entiendo prioritario el segundo objetivo a partir de una suficiente y acreditada confianza en la realización del primero. A tal fin sería deseable, necesario, quizás imprescindible, que acertáramos en lo que podría o debería ser la participación de la ciudadanía en el día a día de esta etapa, antes de convocarnos a depositar el voto para conseguir una próxima.

En este empeño, en cuyo enunciado es fácil que estemos todos y todas de acuerdo, entiendo esencial acertar en la función de los partidos políticos de la coalición y de los movimientos sociales, objetivamente interesados éstos en que la coalición progresista sea capaz de desarrollar ahora su programa y de seguir gobernando en la próxima legislatura.

Mi punto de partida es la defensa de la democracia expresada en procesos electorales de libre presentación de candidaturas y libre voto individual, independientemente de la necesaria consideración de realidades como la cubana (“dictadura con amplio apoyo popular” según Carlos Alonso Zaldivar, exembajador español) o china (80% de confianza popular en su gobierno a pesar de la “Revolución Cultural”, Tiennamen o Honhkong), unas experiencias que contribuyen a considerar insuficiente, aunque imprescindible, la expresión democrática si se basa solamente en el voto individual ocasional, presencial o telemático. Este concepto elemental y necesario de la democracia formal ha de ir acompañado del planteamiento de la trasformación social, “revolucionaria” o “reformista” para utilizar términos tradicionales, y, por ello, del papel de los intereses colectivos de los sectores sociales y sus formas de expresión y defensa en la gobernanza colectiva. De todo ello tendríamos que hablar otro día.

Volviendo a los problemas inmediatos, parece evidente que los partidos políticos, los de la coalición de gobierno progresista, y también los demás, pretenden la mayor adhesión, que ésta se traduzca en afiliación y también en militancia. Para contribuir a tal objetivo han de desarrollar su funcionamiento interno lo más activo posible, participativo, democrático, … Pero no es suficiente, aunque a veces parece que ahí terminan sus mensajes a su espacio organizado. Sólo sería suficiente en una organización política absolutamente mayoritaria en la sociedad, mayoritaria no sólo en el voto sino también en la adhesión, en la participación ciudadana. No es éste el caso, y no sé si sería lo deseable, pero ésta es otra discusión muy alejada de la realidad nuestra de hoy.

Ahora se trata de trabajar con los instrumentos que tenemos. Éstos son los partidos políticos PSOE y UP con escasa implantación hoy en la sociedad más allá de la electoral, y con ellos unos movimientos sociales con insuficiente incidencia en los colectivos sociales que han de organizar, aunque en el ámbito sindical CCOO y UGT sí la tienen cuando aplican coherentemente su acordada “unidad de acción”.

Mi opinión es que lo esencial para la acción política y social en lo que queda de legislatura, para su utilidad inmediata y para contribuir al éxito futuro, es que los partidos políticos de la coalición acierten en su función y la ejerzan de forma responsable. Responsabilidad no sólo de gobierno, lo que entiendo que han planteado positivamente hasta ahora, sino en otro flanco, descuidado y a veces parece que ignorado. Me refiero a su necesaria incidencia en la opinión pública y, más específicamente, en su impulso de los movimientos sociales para que éstos, desde y para la defensa de sus particulares intereses, contribuyan a consolidar la política del gobierno progresista.

Esta incidencia de los partidos políticos en los movimientos sociales constituye en mi opinión un elemento clave de su propio quehacer como “partidos”, con matices seguramente diversos en cada coyuntura.

Creo que se trata de que el programa del partido, y el de gobierno si asume tales responsabilidades, recoja las aspiraciones sociales y sepa darles respuesta en la coyuntura política, social y económica, nacional y transnacional, de cada momento. Aunque esto solo es claramente insuficiente, sirve en determinados momentos, en las coyunturas electorales en particular. Pero entre elección y elección no basta, incluso puede no ser lo prioritario.

Para cumplir su función, para alcanzar sus objetivos, entiendo que los partidos políticos deben orientar a sus afiliados, particularmente a sus militantes, a participar activamente en los movimientos sociales. Me refiero lógicamente a los que corresponden a sus características sociales personales. Participación sobre todo en los que sean, pretendan o puedan ser, unitarios.

Participar para llevar las orientaciones partidarias al movimiento social, no para imponerlas, sí para explicarlas; para establecer su relación con los intereses del colectivo social en el marco global de la sociedad en la que actúan, para estimular la toma de decisiones colectivas de forma democrática por parte del movimiento social organizado, asumiendo plenamente la autonomía de éste, condición por otra parte imprescindible para conseguir y consolidar su carácter unitario.

Y no sólo para todo esto, también para aportar al partido su experiencia en el movimiento social, lo que han aprendido en su actividad en el mismo, aportación esencial para la propia elaboración de la línea política del partido, sus propuestas a corto y largo plazo.

Con estas consideraciones no estoy inventando nada, creo que existen sobradas experiencias en nuestra historia más próxima y en otras más lejanas, en el tiempo y en el espacio, que permiten establecer conclusiones similares. Sin ir más lejos, y desde parámetros bien distintos de en los que me sitúo, es interesante la experiencia del PNV, seguramente el partido más “leninista” en la España de hoy.

Se trata, para sintetizar, de la necesaria relación de los partidos políticos con la sociedad, y, con ello, por y para ello, sus formas de organización y dirección, un tema para el debate político y social, si constituyen como creo opiniones que inciden en lo que considero una más amplia preocupación.    

En lo que queda de legislatura”, decía en el titular de estas notas, para poder seguir aplicando en esta etapa el programa progresista y crear las mejores condiciones para ganar las próximas elecciones. Pero quiero terminar añadiendo “y más allá”, para afirmar que después también, sea cual sea su resultado, conscientes de la importancia de los espacios institucionales para los avances sociales, pero también del progreso en la relación de las fuerzas sociales en presencia, del papel de los movimientos sociales. Conscientes de la función del partido político y de su necesaria incidencia en éstos para el impulso de las formas y los contenidos de la democracia.

En lo que queda de legislatura: necesaria relación de los partidos políticos con la...