jueves. 28.03.2024
Sigmund-Freuds-Anna
Anna y Sigmund Freud en el sexto congreso internacional de psicoanálisis, La Haya (1920). (Wikipedia)

En la mitología griega Antígona es uno de los cuatro hijos de Edipo y Yocasta. Por tanto, de un acto incestuoso, ya que Edipo era hijo de Yocasta y había cometido el asesinato de su padre, el Rey de Tebas. Edipo es expulsado de Tebas y en su exilio es acompañado por su hija Antígona hasta su muerte.

Los dos hermanos de Antígona, Eteocles y Polinices pasan su vida luchando entre si por el poder en el reino de Tebas, debido a una maldición que Edipo echó sobre ellos, ocupando el trono su tío Creonte, hermano de Yocasta.

Cuando muere Polinices, su tío Creonte prohíbe enterrarlo como escarnio por su lucha por el poder. Antígona desobedece la orden del rey y ella misma lo entierra. Colérico Creonte, por desobedecer sus órdenes, la encierra en el santuario familiar, donde Antígona acabó suicidándose.

En psicología se habla de complejo de Antígona para referirse a aquellas mujeres que por cuidar a sus padres renuncian a desarrollar su vida personal. Generalmente está basado en un sentimiento de culpa de la hija.

La culpa desde la óptica psicoanalista surge del conflicto entre el Yo (principio de realidad) y el Superyó (normas), bajo la influencia del Ello (instintos). Freud habló de que el desarrollo de la personalidad surge de la interacción de las tres instancias psíquicas Yo, Ello y Superyó.

En las mujeres con complejo de Antígona el Yo se ve presionado por la norma (Superyo), en definitiva, por la educación que hemos recibido. En estas mujeres desde su más tierna infancia ha sido inculcada, de manera excesiva por sus padres, la norma del cuidado de los mismos  hasta el fin de sus días. En los casos más graves de este complejo de Antígona la mujer hace una renuncia absoluta al desarrollo de su vida personal. En casos más leves puede alterar su vida familiar y laboral y social.

Un caso que ilustra este Complejo, es el de Ana Freud, hija de Sigmund Freud. Durante su exilio en Londres, huyendo de la persecución nazi, Ana estuvo permanente al cuidado de su padre renunciando a su vida personal. Freud en este momento padecía un proceso oncológico y ella lo cuidó hasta su muerte. Freud se refería a ella como mi pequeña Antígona.

Ana fue la última de seis hermanos y no muy deseada por Marta, su madre. Siempre estuvo afectivamente muy próxima a su padre. De hecho compitió siempre de manera más o menos discreta con las mujeres cercanas a su padre, incluso su propia madre (complejo de Electra). Ejerció de maestra de párvulos en su primera etapa profesional y posteriormente se dedicó al psicoanálisis.

Ana se psicoanalizó con su propio padre, cosa que a los psicoanalistas actuales escandalizaría. Freud habla en su obra la interpretación de los sueños, que el primer afecto que siente una niña es por el padre. En el caso de Ana así fue y no hubo ninguno más, ella permaneció soltera y su único mundo afectivo fue su familia.

Ana antes que cuidadora de su padre, fue su secretaria, su sustituta en congresos a raíz de la enfermedad cancerosa de su padre, su colaboradora en las últimas publicaciones de él. Freud llegó a destituir a O. Rank de la secretaria de la Asociación Internacional de Psicoanálisis para nombrar a Ana titular de dicha secretaría.

Posiblemente como mecanismo de compensación, a su maternidad frustrada por el cuidado de su padre, Ana volcó su vida profesional en la psicología y clínica infantil, siendo la creadora del psicoanálisis infantil junto a Melanie Klein.

Ana Freud, al igual que Antígona, permaneció en el santuario familiar de Londres hasta su muerte a los 86 años.

Por último, esta cita de Ana Freud: “Papá siempre deja claro que le gustaría conocerme de una forma más racional y lúcida, que a las chicas y mujeres que conoce en sus sesiones analíticas.

El complejo de Antígona