sábado. 20.04.2024

La clase social a la que pertenecemos influye en cómo percibimos la realidad, cómo nos sentimos y cómo nos comportamos. Por ejemplo, numerosos estudios indican que las personas de clase baja tienden a percibir que las cosas que suceden a su alrededor dependen de fuerzas externas que escapan a su control, son más empáticas y compasivas, y muestran una mayor inclinación a expresar conductas altruistas que las de clase alta. 

En los últimos años se ha producido un notable aumento del interés por estudiar las consecuencias psicosociales derivadas del hecho de pertenecer a una clase social más desfavorecida. Además, el hecho de que el actual contexto de dificultad e inestabilidad económica tienda a acrecentar las diferencias existentes entre clases convierte el estudio psicológico de esta categoría en algo indiscutiblemente relevante a nivel social.

Psicológicamente resulta más comprensible que ciudadanos con capacidad económica reducida se convenzan a sí mismos de que son de una clase media

Psicológicamente resulta más comprensible que ciudadanos con capacidad económica reducida traten de obviar su situación, y se convenzan a sí mismos de que son de una clase media cuyo modo de vida en realidad no se pueden permitir. De hecho, especialmente desde las penurias que trajo la Gran Recesión, esta autoconvencimiento de los menos favorecidos es algo que ocurre a nivel macroeconómico, donde incluso la inmensa mayoría de los trabajadores que no llegan ni de lejos a ser mileuristas también afirman considerarse a sí mismos de clase media. No es para nada de extrañar que ocurra esto en una sociedad que errónea y mayoritariamente mide el éxito de un individuo exclusivamente por su capacidad económica, como si no hubiese otras fuentes de éxito personal igual o más importantes.

Los contextos sociales que definen nuestra clase social y en los cuales crecemos y convivimos con otros individuos contribuyen a desarrollar un determinado sistema de pensamiento, emoción y acción que, a su vez, influye en cómo nos relacionamos con los demás. De acuerdo con dicha perspectiva, los factores que definen el entorno de las personas de clase baja –incertidumbre, vulnerabilidad, amenaza, etc. contribuyen a que éstas tiendan a percibir que las cosas (p.ej., sus acciones, oportunidades personales o situaciones sociales) no dependen de ellas, sino de elementos externos (o contextuales) que no pueden controlar. 

De esta manera, los pensamientos, emociones y comportamientos de las personas de clase baja estarían guiados por una orientación contextual. Es decir, estas personas centran su atención en aspectos externos de su entorno, lo que los llevaría a interpretar que aquello que les ocurre y sus propias acciones están fuertemente influidos por causas situacionales o incontrolables. Asimismo, a diferencia de las personas de clase alta, serían más sensibles a la información proporcionada por otras personas en términos de pensamientos, acciones, etc. 

Los pensamientos, emociones y comportamientos de las personas de clase baja centran su atención en aspectos externos de su entorno

Por otro lado, el entorno en el que se han desarrollado las personas de clase alta, que cuentan con más recursos económicos y están en una posición más alta en la jerarquía social, se caracteriza por la seguridad, la libertad de elección y la estabilidad. Así, estas personas pueden aprender a percibir que tienen la capacidad de ejercer una mayor influencia en su ambiente, dependiendo éste fundamentalmente de aspectos individuales y controlables. Dichos individuos estarían guiados por una orientación individualista.

Según los estudios, la clase media está dirigiéndose hacia la extinción, pero buena parte de la población considera, como hemos visto, que forma parte de ella. En realidad, hay poco consenso sobre lo que significa realmente pertenecer a la clase media. Sabemos que es un concepto engañoso, pues, aunque tengas los mismos ingresos no vivirás igual en Madrid que en Huelva

Sucede lo mismo en Estados Unidos, donde casi el 70% de la sociedad se denomina clase media, aunque luego algunas declaraciones descoloquen, como la del ingeniero de software Marvin Chan, que vive en Palo Alto (California) y a pesar de ganar 400.000 dólares al año (unos 354.000 euros) aseguró recientemente que se considera de clase media por la cantidad de gastos mensuales que tiene que afrontar. Desde 1980, en el país de las oportunidades, solo la clase alta ha mantenido el nivel de sus ingresos en línea con la economía del país. En el caso de la clase media, se ha quedado muy estancada con respecto al crecimiento económico general. 

España es, según los estudios, el único país junto con Suecia donde casi toda la población que ha abandonado la clase media ha pasado a ser de clase baja

En España ha sucedido algo parecido. Entre mediados de los ochenta y los noventa ingresaron un 1% más, pero en los últimos 10 años el porcentaje se ha reducido al 0,3%, y a lo largo de los últimos 30 años el aumento de sus ingresos fue un 33% menor que el de la clase alta. España es, según los estudios, el único país junto con Suecia donde casi toda la población que ha abandonado la clase media (un 3,7%) ha pasado a ser de clase baja (3,6%). El fenómeno es curioso, igual que Chan se siente de clase media pese a ser de clase alta debido a sus gastos, también sucede, al contrario: la clase baja continúa considerándose de clase media por méritos propios en nuestro país.

Finalmente quería referir una anécdota que comenta Emmanuel Rodríguez en su libro “El efecto clase media: crítica y crisis de la práctica social”: El presidente Nixon encargó a general Vernon Walters una misión diplomática en España, en febrero de 1971, para que hablará con Franco y de alguna manera averiguara las intenciones del todavía Caudillo, sobre qué ocurriría en España cuando el ya no estuviera. Franco le recibió en Audiencia junto al ministro López Bravo. Con su característico estilo gallego, Franco interrumpió al emisario de Nixon y le dijo: “Su presiente en realidad quiere saber qué es lo que acontecerá después de mi muerte, ¿no? Pues verá, el Príncipe Juan Carlos será mi sucesor con título de Rey, como no puede ser de otra manera, y España irá lejos en el camino que ustedes, franceses e ingleses desean: democracia, pornografía, drogas, que se yo. Habrá grandes locuras, pero ninguna será fatal para España.”. Ante la insistencia del general Walters, Franco sentenció: “Yo voy a dejar algo que no encontré hace cuarenta años cuando llegué al poder, la clase media. Diga a su presidente que esté tranquilo, que no habrá otra guerra civil”.

Por último, compartir esta reflexión cínica de la actriz Maggie Smith: “No seas pesimista, es muy de clase media”.

Las clases medias