jueves. 25.04.2024
Harold Dwight Lasswell | La marca esencial del agitador es el alto valor que otorga a la respuesta emocional del público. Si ataca o defiende las instituciones sociales es un asunto secundario.

La noción de “Psicología Política” fue introducida de manera explícita en 1910 por Le Bon y se considera a Harold Dwight Lasswell como el fundador de la Psicología Política en 1934, año que se inauguró como disciplina. En Harold Dwight Lasswell   la influencia del Psicoanálisis es fundamental en su obra. Para él la biografía de los políticos es esencial para el estudio del juego político, aportando comprensión al tradicional análisis político.

En 1973 se publica el primer Manual de Psicología Política y en 1978 se funda la Sociedad Internacional de Psicología Política (ISPP), lo cual constituye un hecho institucional clave, formalizando la creación de una comunidad que se identifica y es identificada como psicólogos políticos. En 1979 se funda la Revista Political Psychology, órgano oficial de la sociedad. En 1987 en España se realiza el Primer Congreso de esta disciplina. Y en noviembre de 1990 se funda la Revista Española de Psicología Política.

La psicología política es una subdisciplina de la psicología que se ocupa de las interacciones y relaciones de mutua influencia entre las instituciones políticas y el comportamiento de los ciudadanos.

Según el Grupo de Trabajo de Psicología Política del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, la Psicología Política es la disciplina científica que trata de describir y explicar el comportamiento político, estudiando los factores biológicos, psicológicos, sociales y ambientales que influyen en él.

La enseñanza de la historia implicaría, pues, una suerte de recuerdo institucionalmente organizado sobre la base de un conjunto de textos que se caracterizarían no sólo por su contenido, por los acontecimientos que se relatan, sino también por su forma narrativa

Trata de responder, entre otras, a las siguientes preguntas: ¿Qué hace que las personas votemos por una opción política?. ¿Cómo podemos evitar y resolver las guerras y el terrorismo? ¿Cómo se pueden mejorar las decisiones que toman los gobernantes? ¿Cómo pueden mejorar los políticos su comunicación con los ciudadanos?. ¿Qué deben hacer los miembros de los partidos para conseguir ser receptivos a las demandas de los que no pertenecen a ellos?. ¿Qué podemos hacer las personas para influir en los asuntos políticos?.

Como ejemplos de trabajos de esta disciplina revisaremos sucintamente dos de ellos: En Francia se hizo un estudio que llevó como título “¿Son maquiavélicas las conductas democráticas?”. En este trabajo se defiende la relevancia que en la actualidad tiene el pensamiento de Maquiavelo para el análisis de la conducta democrática. Según él su relevancia descansa en la caracterización que la literatura postmoderna realiza de las sociedades actuales en las que la política se ha vuelto espectáculo, la fragmentación es la tónica dominante, los parámetros ideológicos han estallado, las diferencias entre la derecha y la izquierda se han vuelto imperceptibles, y la ambigüedad es la regla.

Precisamente las situaciones menos estructuradas, más cargadas de emocionalidad y ambiguas son las situaciones donde el éxito del maquiavélico está asegurado. En estas condiciones, el líder carismático, cuyo repertorio de comportamiento maquiavélico es reforzado por la democracia debilitada, se presenta como su último recurso en la vida política.

En España se realizó un trabajo en el que se abordaron la comprensión, recuerdo e ideología, a través del efecto del consumo de historias nacionales en recuerdos repetidos. Se plantea que el fenómeno de la identidad nacional, entendido como sentimiento de pertenencia a una “comunidad imaginada”, se viene estudiando desde distintos ámbitos disciplinarios atendiendo a su carácter eminentemente constructivo.

Desde esta perspectiva, los autores han identificado la enseñanza de la historia como uno de los principales instrumentos utilizados por las instituciones para fomentar el sentimiento de identidad nacional entre los ciudadanos, en la medida en que, mediante los relatos históricos, se estaría transmitiendo una determinada memoria colectiva y, por tanto, la representación de un pasado común.

La enseñanza de la historia implicaría, pues, una suerte de recuerdo institucionalmente organizado sobre la base de un conjunto de textos que se caracterizarían no sólo por su contenido, por los acontecimientos que se relatan, sino también por su forma narrativa, es decir, por el modo en que tales acontecimientos estarían representados y estructurados tanto retórica como argumentalmente.

Señalar finalmente en esta introducción a la psicología política que, para algunos autores, la crisis profunda de los valores democráticos radica fundamentalmente en la demagogia de los gobernantes, la pasividad de los ciudadanos, la corrupción, la tecnocratización de la gestión de los bienes públicos, la hiperconcentración del poder financiero, la desconfianza en la justicia, la influencia de los medios, y la ruptura de lazos de cohesión social.

Por último, compartir esta reflexión de Enrique Tierno Galván: ”La política ha dejado de ser política de ideales para convertirse en una política de programas”. Y añado yo, de ahí el desencanto de la sociedad por ELLA.

Psicología política