martes. 19.03.2024
Rafael Sanzio: La Escuela de Atenas. 1510-1511. Fresco. 500 cm × 770 cm. Museos del Vaticano, Vaticano.
Rafael Sanzio: La Escuela de Atenas. 1510-1511. Museos del Vaticano

A pesar de todos los problemas diarios con los que tenemos que lidiar debido a la inflación y la guerra de Ucrania, es bueno no perder de vista la fisionomía de la felicidad. Para poder soñar solo hace falta un trozo libre de preocupaciones en nuestra conciencia individual. Es decir, algo que no solo esté libre de sufrimiento, sino que además suceda libre de las marcas y de la sociedad de consumo. Cuánto más grande sea ese remanso de paz, mayor será nuestro sueño.

Y me diréis… ¿Para qué sirven los sueños? Pues en primer lugar, para ampliar tu alma y tus relaciones sociales. Hace unos días ha fallecido Jean Luc Gordard, uno de mis directores preferidos. Recuerdo la primera vez que vi «Al final de la escapada», la vi junto a una chica, una chica alemana que tenía cierto parecido con la vendedora de periódicos de la película.

Sucedió uno de los primeros días de otoño de hace muchos años. Salí de la biblioteca después de haber leído un libro titulado «La mente multidimensional» de Jean Millay, y el ruido y la contaminación del tráfico rodado irritó mis sentidos. De repente, miré en dirección al Guadalquivir. Aproximadamente a unos dos cientos metros, pasando la carretera ruidosa y apoyada en un trozo de hierba verde a las orillas del Guadalquivir, había una solitaria muchacha rubia. 

Aquella mujer estaba totalmente ajena al mundo y su imagen bucólica contrastaba con la moderna urbe. Parecía estar en otra dimensión. En otras palabras, la chica era la viva imagen de la pureza, y además parecía estar dentro de un cuadro. En resumen, me llamó tanto la atención que decidí conocerla. Dicho y hecho, mientras me acercaba me convencía a mí mismo de mis buenas intenciones con respecto a la bella muchacha, para actuar de forma normal y no levantar la menor suspicacia. 

Para poder soñar solo hace falta un trozo libre de preocupaciones en nuestra conciencia individual

Poco después estaba sentada en mi casa con toda su juventud y belleza. Tenía diecisiete años y los ojos verde-gris. La chica parecía una divina pastora. Era muy tranquila y muy alemana. Vivía en Granada y había venido a Sevilla para estar un solo día y conocer la ciudad, sin embargo, tras hablar conmigo terminó viviendo por tres meses en mi casa. Incluso tal como yo había predicho en mi sueño, ella se buscó un trabajo a media jornada en una cafetería. 

Aquel periodo fue suficiente maravilloso para percibir de forma muy vívida la sincronicidad de Jung. La sincronicidad no es más que una visualización del nexo invisible que nos une con el universo. En realidad, podemos sentirnos solos, pero nunca estamos solos de verdad. Todos formamos parte de todos. Dicho concepto se llama inconsciente colectivo.

De hecho, yo había soñado con ella, incluso tenía un texto que hablaba de ella, y la describía con todo lujo de detalles antes de conocerla. La cosa se puso más misteriosa todavía cuando me confesó que había venido a Sevilla porque sentía que alguien la llamaba. Ella era la chica venida con el día, el verdadero rostro del amanecer. Era como si para reunirnos, alguien hubiera estado dentro de mí y dentro de ella al mismo tiempo, y eso solo lo podía hacer una conciencia universal, o sea algo muy parecido a Dios. Dios no existe, pero si puede haber, en los sueños, una suma de todas las conciencias individuales. 

No en balde, había sido una reunión mágica que no podía ser explicada a partir del principio de casualidad. Es más, quizá fue guiada solo por una narrativa interna. Más tarde, llegó a mis oídos la colaboración entre Wolfgang Pauli y Gustav Karl Jung. Pauli fue una de las principales mentes de la mecánica cuántica y con su ayuda Jung desarrolló su concepto de la sincronicidad. El nexo entre la física y la psicología podría suceder a nivel subatómico dentro de nuestra mente. Hay un funcionamiento de nuestra mente a nivel cuántico. Eso, unido al concepto de entrelazamiento cuántico, podría servir de base para explicar las conexiones a distancia entre las personas desconocidas

Wolfgang Pauli y Gustav Karl Jung llegaron a la conclusión de que toda la materia tiene psicología, es decir que materia y mente es lo mismo

Pero todavía hay más. Ambos genios llegaron a la conclusión de que toda la materia tiene psicología, es decir que materia y mente es lo mismo. ¿Pero cómo explicar entonces la psicología de los objetos inertes? En realidad habría que empezar por explicar la consciencia en general. Yo me inclino a pensar que hay una consciencia general de todo el universo, y nuestra mente se conecta de manera individual a esa consciencia. 

En otras palabras, la consciencia es abstracta y se vuelve concreta cuando pasa a través de nosotros. Es imposible no recordar a Platón y a Aristóteles cuando se habla de estos conceptos. Pero para ilustrar mi hipótesis podría completar esta reunión de genios hablando de la Teoría de la Relatividad y de Albert Einstein. Porque el físico alemán no solo fue un extraordinario científico, sino que además, en cierto modo, se mostró al común de los mortales con mucha pedagogía, y eso le hizo ser un gran divulgador. 

En efecto, es bien sabido su ejemplo del eclipse para explicar la curvatura del espacio alrededor del sol. No en vano, tal como él predijo cuando la luz del sol fuera eclipsada en pleno día, se podría observar que algunas estrellas estarían en un lugar diferente al que ocupan durante la noche. Y en efecto, eso es así, porque durante el día sus rayos tienen que pasar cerca del sol y por la curvatura del espacio se ven en un lugar diferente, a su posición nocturna.

En otras palabras, la gravedad no era una fuerza en sí misma que tiraba hacia el suelo de las cosas, como la describió Newton. Más bien, las cosas resbalaban a través de un espacio curvado y alterado por la enorme masa que había en ese lugar. Usando una analogía de los estrellas con las conciencias… ¿No podría ser el universo una gran consciencia y el inconsciente colectivo, ese espacio curvado por el que los grandes sueños se desplazarían para unir de forma azarosa a dos personas que de verdad quieren conocerse? En efecto, supongo que en ese gran cielo estrellado estará ahora el cineasta francés. 

Y al menos hoy en día, los buenos ratos que pasé viendo sus películas junto a una muchacha soñada no me han llevar a la hoguera. Incluso a pesar de que diga públicamente yo he vivido un sueño hecho realidad y sé de primera mano lo que significa coincidir con Dios. Después de escribir este texto me acordé de Giordano Bruno y de la importancia de la libertad de expresión. 

Más tarde, sin darme cuenta, ya podía disfrutar sin complejos de una gran mente multidimensional que me visita de vez en cuando, y con ella entraba en el cuadro de Rafael «La escuela de Atenas». Todo el universo es una gran mente. El ojo interno y el ojo externo por fin miraban en la misma dirección. De hecho, me pareció observar que Platón y Aristóteles cobraban vida y en lugar de señalar uno para arriba y otro para abajo, ambos se miraban cara a cara y se fundían en un fuerte abrazo.

Psicología cuántica