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NUEVATRIBUNA - 23.03.2009

La jerarquía eclesiástica española no parece tener límite alguno a la hora de lograr sus objetivos. La instrumentalización que la Iglesia está intentado hacer de la Semana Santa es un despropósito más de su campaña antiabortista que inició con un polémico cartel en el que se compara un lince con un bebé. La Conferencia Episcopal Española (CEE) mantiene un ideario cuanto menos parejo al argumentario político del Partido Popular lo que de nuevo pone de manifiesto que el clero está más por hacer política en este país que por salvaguardar la fe de sus fieles.

Es bueno recordar a estas alturas que el aborto se practica en España desde hace veinticinco años y que la reforma impulsada por el Gobierno del PSOE busca equiparar la legislación española con la de los países de nuestro entorno. La nueva ley no hace apología del aborto, sencillamente rellena una laguna legal para que la interrupción voluntaria del embarazo (hasta las 14 semanas) no sea un delito penal. De lo que se trata es que las mujeres no vayan a la cárcel por esta práctica, lo que queda garantizado por la nueva ley; pero también �y esto no es baladí- refuerza el papel de la sanidad pública: hasta ahora en España se aborta exclusivamente tirando de chequera en clínicas privadas.

Como ya nos tiene acostumbrados, la nueva protesta de la Iglesia Católica además de anacrónica, es contra una decisión política y, llegado el momento de su aprobación por las Cortes, contra una decisión de la soberanía popular que deja en manos de sus gobernantes elegidos democráticamente la tarea legislativa. Y decimos que es anacrónica ya que nadie sabe muy bien explicar por qué se hace ahora y no el año pasado, o el anterior, o hace ya dos décadas.

No satisfecha con declaraciones político-ideológicas, la Conferencia Episcopal quiere trasladar a la Semana Santa su particular cruzada. Las cofradías de toda España se han visto así, de la noche a la mañana, envueltas en una polémica que en el fondo debería serles ajena. La mayoría de ellas, guiadas por cierta confusión en el tema, han optado por obedecer las consignas de la Iglesia que compara el aborto con un asesinato, la misma Iglesia que tachó de aberración que un niño se haya salvado de una enfermedad incurable gracias a su hermano concebido por un tratamiento de reproducción asistida.

De una u otra manera, las Hermandades de Semana Santa se sumarán a la campaña de la CEE. Vigilias de oración, marchas por la vida, manifiestos y lazos blancos para que porten los cofrades, una iniciativa que sin embargo no está teniendo la acogida que se pensó en un principio. Tan sólo Córdoba se ha sumado a la idea del lazo, pero no Sevilla, Granada, Valladolid, Palencia o Toledo, entre otras ciudades de España, aunque tan solo una voz se ha atrevido a hacer una crítica, la del presidente de la Junta de Cofradías de Zamora, Julián Hernández, que considera "un tanto absurda" la campaña del lazo.

¿Y por qué no portar el lazo contra el SIDA, o contra la droga, o contra la violencia machista?

Costaleros portando un lazo blanco, "pasos" engalanados con un lazo blanco y quien sabe si se atreverán a poner lazo a las vírgenes y cristos que en Semana Santa se lucen por las calles de toda España en una fiesta religiosa, sí, pero también pagana y bastante folklórica.

La campaña de los obispos es partidista y política y tiene razón la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, cuando dice que "no hay que mezclar religión con política", algo que la Iglesia hace de manera sistemática, ahora tomando parte de una posición que defiende el PP que, por cierto, cuando estuvo en el gobierno no se atrevió a derogar la ley aprobada en 1983 pero que, ahora, cuando de lo que se trata es de dar seguridad jurídica a las mujeres, quiere abanderar esta causa que ya tuvo su debate en el seno de la sociedad y que quedó razonablemente zanjado.

La "guerra santa" que se librará este año en la conmemoración de la muerte y resurrección de Jesucristo puede además derivar en importantes enfrentamientos sociales. De esta celebración anual disfrutan no solo los creyentes sino la sociedad en su conjunto por lo que las manifestaciones en la calle podrían darse también �en contrapartida- por aquellos sectores que defienden la reforma legal. Todo ello puede desvirtuar al extremo estas fechas a la que muchos españoles rinden culto cada año y provocar roces en la propia comunidad cristiana, aunque esto, a la Iglesia, no parece importarle en absoluto.

Procesiones ¿o manifestaciones?