martes. 16.04.2024
Violencia de género entre adolescentes

Hasta el primer puñetazo no me di cuenta

Si me controla es porque me quiere” o “quien bien te quiere te hará sufrir” son frases que hemos escuchado todas alguna vez en nuestra vida. ¿Pero qué esconden en su interior?

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Estas frases no sólo normalizan el control de la pareja, la sumisión o el sufrimiento, sino que también toleran la violencia de género. Además, la peligrosidad de estos sintagmas reside en la educación que se transmite a partir de los mismos. ¿Cómo pretendemos erradicar la violencia de género si seguimos perpetrando y educando a través de esta socialización?

“Quien bien te quiere te hará sufrir”, ay yo no pienso de esa manera. Quien bien me quiere me quiere libre y yo no sufro si soy libre a tu vera. Así que no me cuentes historias de dragones y princesas, cuéntamelos de libre elección, cuéntamelos de madres solteras. Bellas. Canteca de Macao.

El estudio “La percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud” de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, muestra que 9 de cada 10 adolescentes admiten que han ejercido violencia psicológica sobre su pareja, a pesar de que el 96% de las chicas jóvenes y el 92% de los chicos piense que es inadmisible la violencia de género.

Sonia Agudo González, estudiante Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid, en entrevista a AmecoPress, declara que “es frecuente la violencia de género entre adolescentes, no conozco a ninguna amiga cercana que no haya sufrido violencia, ya sea física, psicológica, verbal…”

Según Ianire Estébanez, psicóloga especialista en violencia contra las mujeres, activista feminista y autora del blog “Mi novio me controla lo normal”, la violencia de género no depende de edades, estratos sociales o características personales. Nuestras sociedades justifican y perpetúan la violencia contra las mujeres desde la cultura y la socialización machista y como tal, la gente adolescente también es permeable a esa cultura. En la adolescencia, además, podemos presenciar con mayor claridad la influencia de la socialización porque es un periodo de crisis y cambio, donde las personas están aprendiendo lo que es normal o no en una relación de pareja.

Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan que en 2015 se registraron 637 víctimas de violencia de género (con orden de protección o medidas cautelares) menores de 18 años. La macro encuesta de violencia contra la mujer por su parte, advierte que en 2015 un 10,3% de las mujeres entre 16 y 24 años sufrieron violencia física pareja actual o ex parejas a lo largo de su vida. ¿Para cuándo una macro encuesta sobre violencias invisibles?

Idaira Martín Martínez y Elena de Castro Kunst, técnicas de igualdad de AMDEVE en Béjar y responsables de talleres en educación de género, explican que la violencia física es una de las pocas que identifica la juventud como parte de la violencia de género, pero que existen varias violencias que están invisibilizadas en nuestra sociedad. “El alumnado jerarquiza y normaliza los celos, una vez una alumna nos dijo que había celos malos y celos buenos, tolerando de esa manera una forma de control inadmisible” narran las especialistas.

Violencia del siglo XXI

La sociedad se encuentra en constante cambio y las formas de relacionarnos mutan simultáneamente. Las tecnologías han modificado nuestras relaciones sociales y tanto los whatsaap como el resto de las redes sociales se han convertido en una forma de comunicación vital para muchas de las personas de nuestra comunidad.

Angie Meneses Reyes, estudiante de periodismo de la Universidad Complutense de Madrid, en entrevista a AmecoPress, manifiesta: “las nuevas tecnologías son un arma de doble filo, por un lado se puede decir que son una gran vía de comunicación, mediante la que se puede enseñar valores feministas, pero por otro lado, pueden constituirse como una herramienta de control hacia las personas y por tanto, contribuir al desarrollo de la violencia de género”.

La violencia de género ha cambiado de canal, esto no quiere decir que no se reproduzca de la misma manera que antes, sino que ahora se desarrolla a través de nuevas formas de contacto.

El ciberbullying, la sextorsión (la amenaza mediante imágenes sexuales), el grooming (el acoso de una persona adulta a una de menor edad) o el sexting (la divulgación de fotografías eróticas sin consentimiento) se han introducido en el código penal, las denuncias no se han reducido. 

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Agudo González ha conocido bastantes casos de ciberacoso entre jóvenes: “mensajes o llamadas constantes de control (teniendo que llegar a bloquear o denunciar a su exnovio, debido a recibir hasta 100 llamadas), comentarios justificando abusos o violaciones, analizar los “likes” que recibe la persona en sus publicaciones o repetidas solicitudes en redes sociales.”

En los casos tradicionales de violencia de género es habitual que la víctima y el agresor se conozcan, pero con las nuevas tecnologías se están dando casos en los que la víctima nunca llegó a conocer en persona a su acosador. Los perfiles falsos o los anónimos han proliferado con el desarrollo de las tecnologías y hay veces en los que estas ficticias identidades llevan a cabo acciones como sextorsión, grooming o incluso sexting, para agredir a personas que no conocen.

Las nuevas tecnologías influyen en el hecho de aportar una herramienta añadida para ejercer la violencia, pero esto no puede llevarnos a pensar que las nuevas tecnologías son las responsables de la violencia.

Por tanto, está claro: existe violencia de género entre adolescentes y las nuevas tecnologías son uno de los canales que se usan para llevar a cabo este exabrupto. 

Pero ¿qué herramientas tenemos para prevenirla? ¿Cómo podemos identificarla?

El programa de atención a adolescentes víctimas de violencia de género, ‘No te cortes’, de la Comunidad de Madrid, ha elaborado un listado de pautas para que quienes sufren violencia de género o sus personas allegadas puedan identificarla.

De esa forma son diez las señales de alarma que han diagnosticado las profesionales al cargo del programa: ha intentado aislarte de tus amigos, no le gusta que vayas a ninguna parte sin él, te hace creer que no vales nada, se burla de ti, te insulta y te ridiculiza, critica constantemente tus opiniones o tu forma de pensar, no suele valorar ni alabar tus cualidades o tus aciertos, te amenaza con mensajes en el móvil o internet, te ha grabado sin que tú lo supieras, intenta saber quién te llama y escribe al móvil y tus contactos en las redes sociales, es él quien decide dónde quedar, a qué hora y con quien.

Asimismo, el programa ha elaborado otros seis puntos para ayudar a las familias de las víctimas a identificar dicha violencia: en primer lugar, ha variado su comportamiento en su entorno social y familiar; en segundo, ha dejado de salir con sus amigos habituales; en tercero, se aísla cada vez más; en cuarto lugar, acepta tanto comentarios degradantes como humillantes; en quinto, se siente torpe, insegura y muestra una dependencia hacia el chico, y por último, exhibe temor o miedo respecto a él. 

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El programa ‘Beldur Barik’ (sin miedo) por ejemplo, es un programa que impulsó tanto Emakunde como las Diputaciones Forales de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa en 2009 con el fin de intentar prevenir la violencia de género entre adolescentes.

Además de intentar fomentar la implicación de la juventud en la lucha contra la violencia de género, es un programa artístico a través del cual las y los jóvenes presentan obras audiovisuales que reivindican el respeto, la igualdad, la libertad y la autonomía en la relación de pareja.

La prevención ante las agresiones machistas es necesaria, pero ¿podríamos imaginarnos un futuro sin violencia de género?

Todas las personas entrevistadas para la realización de este reportaje han indicado que la fórmula de la erradicación de la violencia de género reside no sólo en la educación sino también en la búsqueda de modelo de referencia.

Meneses Reyes explica que la violencia siempre se cura con educación, por lo que se necesita un profesorado formado y dispuesto a “combatir” en las aulas, un Gobierno que se implique y tome medidas eficaces para erradicar la violencia de género y un pueblo dispuesto a transformar el machismo social.

Agudo González, por su parte, indica que para erradicar la violencia se necesita crear conciencia sobre todo en los entornos educativos, que complemente toda la educación obligatoria. “Todas estas experiencias (comentadas anteriormente) las he vivido y/o conocido en esta etapa y nunca hemos recibido información, charlas o talleres” reafirma la estudiante de comunicación.

Las profesionales de AMDEVE replican que los temas de igualdad siempre se tratan desde un espectro marginal, ya que el sistema educativo no implementa dentro de sus bases ninguna asignatura o materia que trabaje la igualdad de género. “Piensan que mediante una semana de talleres de sensibilización bastará” comenta Idaira Martín Martínez.

“Hay veces en las que un comentario machista de un profesor, te echa por tierra todo el trabajo realizado durante la semana” esclarece Elena de Castro Kunst, narrando de esa manera que la postura del profesorado es vital para formar adecuadamente al alumnado, dado que, estos siguen siendo referentes sociales para los jóvenes.

Con todo esto queda decir que necesitamos un sistema educativo que no respalde actitudes machistas, un gobierno que implemente la perspectiva de género en todas sus medidas, instituciones públicas y sociales que ayuden a prevenir la violencia de género no sólo entre adolescentes sino de forma transversal, una concienciación que nos enseñe que la violencia de género no es solo física y unos medios de comunicación que respalden todo lo anterior y no promuevan posturas patriarcales. 

“No tengo miedo de abrir mi alma, ni de portazos, ni de las patadas.

Hoy tengo rejas en mi ventana, pero en mi vida tú ya no pintas nada.” Bajo el suelo. Boikot

Fuente: AmecoPress

Hasta el primer puñetazo no me di cuenta
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