viernes. 29.03.2024

Hace unos años cuando oíamos una voz al otro lado del tabique, no la escuchábamos, nos parecía algo íntimo, privado. En sólo ocho años, todo español escucha atentamente una voz al otro lado de un tabique. La solidaridad tiene la cara amable de la ayuda y la cara amarga de la conciencia. Los logros legislativos por la igualdad, las campañas informativas al servicio de una de nuestras realidades más dolorosas han trenzado esa red de apoyo, especialmente entre mujeres. La conciencia no ha cambiado esta realidad pero nos ha situado frente al problema sin excusas. Y todos los ámbitos se han implicado en esta lucha: la política, los medios de comunicación y la cultura.

Precisamente en las expresiones artísticas es donde han quedado impregnados de sangre muchos dedos al leer ciertas novelas y ciertas poesías (pienso en Dulche Chacón y en Ángeles Caso) o una lágrima pendiente de volcarse al mirar las últimas muestras de Arco y tantas veces la cara se ha humedecido en la semioscuridad de un concierto (Bebe) y en la oscuridad de una sala de cine (Iciar Bollain y Javier Balaguer) o un teatro donde se representaba el drama que a diario vemos en el barrio, en nuestra ciudad, en nuestro país, en nuestro mundo.

Todos los creadores españoles, como el resto de la ciudadanía, han sido golpeados por las patadas que mataron a esa mujeres y, deliberadamente o no, sus páginas, sus lienzos, sus fotogramas, sus letras y su música han contado una historia que rinde homenaje a esas vidas. En esta lucha, todos estamos unidos por evidenciar porque mostrar ya es combatir. Mostrar es denunciar, condenar, castigar.

Quiero dar las gracias a los sensibles, a todos, porque nadie hoy en España se quedaría quieto si escuchara una voz a través de un tabique. Todos sabemos que la voz puede ser le preludio del grito.

Ana García D'Atri | Concejala Grupo Municipal Socialista. Ayuntamiento de Madrid

Preludio de un grito