sábado. 20.04.2024
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Estos últimos días de septiembre estuvimos en Portugal. Los portugueses son nuestros vama2hermanos, gente acogedora y amable; para nosotros, los gallegos, la barrera idiomática no existe. Despues de lo visto sospechamos que nuestras vidas van paralelas. En los últimos años las clases dominantes han realizado las mismas tropelías. Hemos visto kilómetros y kilómetros de costa estropeados por la especulación inmobiliaria (centenares de viviendas vacías o a medio construir) y obra pública innecesaria o, al menos, cuestionable (autopistas casi vacías, como el aeropuerto de Castellón).

Allí hemos conseguido desconectar del martilleo persistente de nuestros medios de comunicación. La situación de Grecia ocupó portadas durante semanas. Luego las elecciones en Catalunya invadieron todo el espacio informativo, hasta el hastío. Pero apenas sabíamos, porque los medios no lo cuentan, que en el país vecino también hay un proceso electoral en marcha que tiene, para ellos y para toda Europa, una enorme trascendencia. El día cuatro de octubre serán elegidos los 230 diputados de la Asamblea de la República y el presidente Cavaco Silva, según el resultado, designará el nuevo primer ministro de Portugal.

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Resulta sorprendente que no se informe de este proceso electoral. Somos vecinos y vivimos de espaldas. Tan cerca y tan lejos. Sin embargo, nuestras vidas son muy semejantes. El ambiente político y los mensajes electorales se pueden superponer. También el pueblo portugués ha sido castigado, con la excusa de la crisis, y le han despojado de derechos civiles, de protección laboral y del amparo del Estado de bienestar construído en las últimas décadas. La derecha portuguesa (de la misma forma que la española y la catalana) impuso sus políticas sin piedad y aplicó severos recortes que han afectado a la educación, a la sanidad pública y a las pensiones. Es la misma estrategia: destruir lo público para generar espacios de negocio.

Ya entró el otoño y los días son más cortos. Pero tuvimos suerte y hubo días de sol y playa. La región de Aveiro es expléndida y la ciudad es una postal. En Viseu, ciudad del interior –situado entre la sierra de la Estrella y la del Caramulo-, visitamos sus monumentos y paseamos por sus calles. Las grandes cadenas comerciales aún no lo han invadido todo y aquí aún quedan (igual que en muchos pueblos de la Galicia interior) tiendas como las de antaño con escaparates curiosos y llamativos. En Coimbra, después de visitar la antigua Universidad y la catedral vieja, vimos la casa del gran José Afonso (mito de la canción portuguesa, héroe de la Revolución de los Claveles -aún recuerdo con emoción el 25 de abril de 1974, cuando aquí vivíamos los estertores de la dictadura franquista-), aquel que cantaba:

Grândola, vila morena
Terra da fraternidade
O povo é quem mais ordena
Dentro de ti, ó cidade.

Pues eso. Que el pueblo ordene y mande. Que dasaloje del poder a las termitas que destruyen todo lo público desde dentro. Lo que suceda en Portugal también nos afecta a nosotros. 

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Portugal: tan cerca, tan lejos