viernes. 26.04.2024

Podemos advertir muy fácilmente que algo está pasando en relación a la movilización en las calles. Prácticamente ha desaparecido. Si la comparamos con la de unos años atrás, el cambio es drástico, y casi podríamos decir que éramos una ciudadanía diferente, ya que, pese a una organización ciudadana todavía ineficaz, la gente se movía y ya no se mueve.

¿Que está ocurriendo? La cuestión no es el bienestar público, o que no haya cosas por las que protestar. Esto también es muy fácil de advertir. La situación laboral es más precaria que nunca, la factura de la luz se dispara, los desastres ecológicos se suman y sigue instalándose el poder de opinión en los medios de comunicación. Pero, pese a esto, no hay movilización. No hay protesta. No hay organización ninguna.

Y aquí, solo aquí, aparece el discurso imperante, cansado con el estado de cosas dado. Este discurso dice, "La gente ya no quiere salir a la calle, ya no hay espíritu de lucha para quejarse". Aunque pueda parecer una crítica, esta narrativa que se extiende desde todos los sectores de la izquierda no critica nada, no construye ni destruye nada, no causa nada.

Y es que la crítica no es un ataque o una queja, sino una aproximación, un acercamiento a algo, una lupa que busca desvelar, en contra de su voluntad, a las cosas que se nos ocultan. La crítica está dirigida contra algo, pero su objetivo es dar aliento, y no quitarlo. No es un puñetazo en el estómago, sino más bien una colleja.

Así, el desaliento crítico actual ante los sucesos no es un exceso de crítica cómo podemos llegar a creer, sino más bien una falta de ella. ¿Y que tiene que ver todo esto con la movilización ciudadana? Lo que ocurre es que la gente no se mueve, no sale a la calle, y la aparente crítica establece que es que ya no quiere. En otras palabras, que los motivos por los que la gente no se mueve se deben a la falta de voluntad. La culpa y el castigo en un ataque frontal al individuo. Una llamada a la acción que provoca al estático a culparse de su quietud. No queremos movernos porque no somos suficientes, porque somos ineficaces, porque no le vemos sentido.

Díganme, ¿Es esto crítico? ¿Desde cuándo ha tenido el individuo la capacidad de cambiar el mundo a su voluntad? En ningún momento un aliento, un por qué que ayude a aproximarse, a situarse. La culpa, por todas partes, la crítica, por ningún lado. Puede que, hace unos años, el partido Unidas Podemos tuviera más poder en las calles, y que todas las organizaciones suscritas al mismo fueran las líderes de los movimientos ciudadanos. Puede no ser positivo que algo tan importante como la organización ciudadana este circunscrita a la acción de un partido, sometido a un interés particular y específico. Puede que la pandemia esté acelerando un proceso ya instalado en las sociedades de desconexión, de falta de cohesión en el tejido social, que nos lleve a internarnos en los individualismos tan atractivos que se nos ofrecen, donde tenemos nuestro propio tiempo, nuestro propia movilización interna.

Puede que la distancia física entre individuos sea más importante de lo que parece, y que no es que no nos movamos porque no queremos, sino porque no podemos, porque ahora, en estos tiempos, no sabemos cómo se hace. Se podría empezar por relajar desde la opinión pública la carga de responsabilidad de las personas y reforzar la carga de responsabilidad de los sistemas y las ideologías.

¿Por qué la gente no se mueve? Hay algunos motivos más, demasiado extensos como para desarrollarlos aquí. Pero es más fácil decir que nos falta voluntad, que nos estamos volviendo vagos. Es mucho más fácil recurrir a la culpa, que recaiga sobre nuestros hombros y nos haga mirar hacia abajo. Porque quitarle el velo negro a las cosas en contra de su voluntad implica mirarlas, y a lo mejor no nos vemos a nosotros mismos siendo vagos, sino impotentes. No estando pasivos, sino perdidos. Quizás, lo que da mas miedo de ser crítico en estos momentos es entender que las cosas no ocurren por indiferencia, sino por falta de poder.

¿Porque no salimos a la calle? ¿Nos falta culpa o crítica?