miércoles. 24.04.2024

El Gobierno ha abierto el debate sobre el pago, a partir de 2024, de un peaje para circular por las carreteras de dos o más carriles. Pero nos advierte, eso sí, que esta medida solo se llevará a cabo si la acompaña el máximo consenso político y social. Lo llamativo es que para no “condicionar” este debate el Ministro del ramo, José Luis Ábalos, nos dice que “yo no quiero aventurar más porque quiero evitar que se me endose una posición; no la tengo y lo quiero compartir”. Curiosa actitud, a la hora de abrir un debate de esta trascendencia que empieza sin que nadie defienda la propuesta, frente a la avalancha de contestación y rechazo de la mayoría de los partidos políticos, medios de comunicación, tertulianos, gobiernos locales y autonómicos de todos los colores. Que, con la sola insinuación, han saltado al degüello para descalificar la propuesta.

Lo más previsible es que se entierre este debate por el riesgo del desgaste político que representa

Dicen los expertos que el coste de mantener los 26.466 kilómetros de carreteras, de los que unos 12.000 son de alta capacidad, ronda los 11.000 millones de euros anuales. La cuestión no es pagar o no pagar, sino cómo y cuándo se paga. Somos un país en el que tenemos una clara sobreinversión en infraestructuras de transporte, y con ello un serio problemas de su mantenimiento. El dilema real es si se paga por el uso 'quién usa paga', y el 'quién contamina paga’. O, por el contrario, lo pagamos desde los Presupuestos Generales del Estado. Pues, el gasto está ahí si queremos garantizar el correcto estado de nuestras carreteras.

Las dos opciones seguro que tendrán argumentos y razones para la defensa de su posición. Pero lo sorprendente es que, sin estudiar, ni considerar cuáles serían los costes, por ejemplo por kilómetro, los partidos de la derecha, irresponsablemente, encuentran en la conocida aversión que tenemos en este país a los impuestos una eficaz palanca más para el desgaste del gobierno.

Otros, desde algunas voces de la izquierda, incluso la que se define como verde, han expresado también su radical oposición. Sin tener en cuenta que, según como se implementara este peaje, a quien perjudica no es precisamente a las clases populares ya que existe una clara vinculación entre mayor nivel de renta, más uso del coche, más kilómetros recorridos al año, y más vehículos en posesión. Y cuando se podrían encontrar fórmulas que contemplaran la exención o reducción del peaje para los viajes cotidianos, evitando así que es losque dependan del coche para ir a su centro de trabajo tengan que pagar por desplazarse cada jornada laboral, o reduciendo su coste.

Pero la realidad es que se ha abierto un debate, sin el conocimiento necesario, sin datos, ni estudios. Sin comparar el precio por kilómetro que actualmente se pagan en los peajes de autopistas, no solo en Catalunya como equivocadamente creen muchos de mis paisanos y paisanas. Preguntemos en Galicia, Asturias, Euskadi, Valencia, Andalucía, Rioja, .......  Un debate sin atender la realidad en la mayoría de los países europeos que tienen tarifadas su red de carreteras, unos con un impuesto especial, otros con una viñeta adhesiva o con peajes.  Un viaje de Lyón a Paris son 35,80 euros.

Y hoy en España se viaja con un 82 % de la red gratuita. Mientras que son de pago: en Portugal el 100%, en Francia el 85%, en Italia el 85%, en Suiza y en Austria el 100%.

Lo más previsible es que se entierre este debate por el riesgo del desgaste político que representa. Como lo vivió Macron en Francia con el impuesto ecológico al diésel, cuando, alentados por los seguidores de Ressemblement National de Marine Le Pen, los amigos de VOX en Francia, y otros populismos, surgieron los chalecos amarillos que “armaron la de San Quintín”. Una oportunidad para desgastar al actual Gobierno de PSOE y UP que muchos deben estar soñando poder reproducir, si entendemos la radicalidad de sus argumentos, un movimiento parecido en España.

El debate sobre el peaje por el uso de las autopistas y autovías es una excelente ocasión para aquellos que aspiran a ahondar la polarización política y social. Es lo que tienen las políticas populistas y sin principios, como nos enseña el Partido Popular, que ya han anunciado que “combatirán con rabia”lo mismo que ellos propusieron ayer cuando estaban en el gobierno.

Esperemos que el Gobierno sepa articular un debate, tranquilo y racional, enmarcado en la necesidad de emprender una transición hacia la movilidad sostenible. Sabiendo que, más allá que fiscalidad verde al uso de las carreteras, aún tenemos pendiente un gran esfuerzo de inversión hacia alternativas de movilidad pública y más sostenible como es el tren.

Porque, si se hacen bien las cosas, no siempre tiene que ganar el populismo.

El peaje de las carreteras, que gran oportunidad para el populismo