jueves. 28.03.2024
Javier Maroto portavoz PP en el Senado
Javier Maroto | Portavoz del PP en el Senado

En el griego clásico encontramos la distinción entre opinión (doxa), conocimiento (episteme) y técnica (tekne). Las reglas técnicas responden a un proceso muy pautado y en principio no son problemáticas, porque dan lugar a mecanismos que funcionan o pueden ser suplidos por otros más eficientes. El conocimiento debe ajustarse a hechos comprobados en la continua búsqueda de certezas provisionales que puedan verse mejoradas por los avances técnicos o hipótesis más coherentes. La opinión expresa un parecer que debiera ser incompatible con planteamientos dogmáticos inmutables al no contar con un aval solvente, incluso cuando se trate de una opinión muy compartida y generalizada.

Paralelamente, Kant distinguía entre las reglas de la habilidad para resolver una cuestión técnica, las pautas de la sagacidad para tomar decisiones desde un punto de vista pragmático y los criterios morales que tendrían como aspiración valer para cada cual bajo cualesquiera circunstancias. Las primeras entrarían en el dominio de la técnica, mientras que la opinión sería el terreno propio de las consideraciones prudenciales y los últimos tendrían un aire de familia con los rasgos definitorios del conocimiento.

¿Cómo encuadraríamos en esta trilogía los nuevos conceptos de posverdad o hechos alternativos? En realidad se trataría más bien de paradojas en un primer momento, esto es, de algo que atenta contra el sentido común y resulta por ello increíble, al no compadecerse con las opiniones más comunes. Lo malo es que pretenden suplantar al conocimiento como metaverdades que transcienden a la verdad establecida y que no rehúyen ser tomados como criterios pseudoéticos al contravenir los dictados de la moralidad.

Se puede arrasar en las urnas incluso sin amañarlas a lo Putin. Basta con trasladar ciertas consignas a los más vulnerables en términos epistemológicos

Merced a esta perversa lógica, digna de Alicia en el País de las Maravillas o al Otro lado del Espejo, lo que inicialmente sería una paradoja increíble deviene un credo para quienes deciden tomarla por una indiscutible verdad revelada. Las consecuencias políticas del proceso en cuestión dan lugar a los populismos de signo totalitario y tienen claros antecedentes en los diferentes movimientos totalitarios del siglo pasado. La palabra del gran líder es tomada como ley una ciudadanía desprovista de autonomía para pensar por cuenta propia.

Algunos dirigentes políticos han tomado nota de los buenos resultados electorales que tiene repetir sandeces destinadas a cautivar emocionalmente al auditorio, siempre que mantengan sin pestañear sus contradictorias e insustanciales consignas cuya única misión es contentar a los adeptos descalificando al adversario. Si se descubren irregularidades, basta con cambiar de tema y obviar el asunto lanzando cortinas de humo que distraigan a la concurrencia. Hay que negar las evidencias y recurrir a cualquier estratagema para lograr salir airoso.

Es un peligroso juego que no puede ganarse sin aparcar la propia conciencia moral y renegar de cualquier escrúpulo. Todo vale para conquistar o mantener el poder: las mentiras y medias verdades, el ocultamiento de los hechos o la implacable instrumentalización de cuanto haga falta. Con esta fórmula se puede arrasar en las urnas incluso sin amañarlas a lo Putin. Basta con trasladar ciertas consignas a los más vulnerables en términos epistemológicos. Eso logra inclinar la balanza entre dos bloques muy polarizados, como bien sabe Trump. Si las pierdes, es igual. Te declaras ganador y así será reconocido por tus fanáticos admiradores.

Confiar la gestión de lo público a quienes quieren desmantelarlo no parece algo muy sabio

El crédito que muchos conceden a este tipo de discursos es un grave peligro para la democracia. Ya no se trata de convencer con una brillante retórica ciceroniana que procure allegar los mejores argumentos. Las diatribas aplastan a los razonamientos y los diálogos hacen mutis por el foro dando paso a un absurdo cruce de monólogos. La emergente realidad virtual contribuye a facilitar el triunfo de lo antipolítico

Nos tienta rehuir un mundo en que prima la injusticia y nos cerca una desigual precariedad además de un clima cada vez más inclemente. Otros lo hacen para matar el aburrimiento. Pero convendría poner los pies en la tierra y advertir que los problemas no se van a resolver por sí solos. Confiar la gestión de lo público a quienes quieren desmantelarlo no parece algo muy sabio. Se podrían dar ejemplos, pero hay algunos que vienen solos a nuestras mentes.

Paradojas y metaverdades