viernes. 29.03.2024
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La coalición Partido Popular-Asociación Profesional de la Magistraturaestá en guerra permanente contra el Gobierno “antidemocrático”. Parece ser que ahora pretende impedirles continuar bloqueando el CGPJ y  efectuando nombramientos de cargos judiciales relevantes hasta el día del Juicio Final.Aunque las reformas gubernamentales no pongan en riesgo el control absoluto del ámbito judicial por PP-APM. La campaña se centra en dos puntos: el carácter anticonstitucional y antidemocrático de la reforma de las mayorías en caso de bloqueo y la defensa de las oposiciones judiciales como sistema de acceso a la carrera judicial.Cuestión la última que, desgraciadamente, que yo sepa, nadie ha planteado. Por si acaso. Por fortuna el Apocalipsis parece cercano. Hay señales. Ya se han mostrado los cuatro jinetes montados en sus caballos de cartón (Casado, García Egea, Díaz Ayuso y Martínez Almeida), anda suelto Satanás encarnado en forma de Curro Jiménez-Bárcenas patilludo, se prodigan las desgracias en forma de asalto al Capitolio, pandemias, mutaciones víricas, plagas, nevadas, inundaciones,  movimientos sísmicos, retrasos en la vacunación, lluvia de iguanas… Y  hasta parece posible que el Atlético gane la Liga con 100 puntos, el Barça quiebre económicamente y el Madrid esté en pleno fin de ciclo.

En el número de Diciembre de “En Justicia”, la revista on-line de la APMse entrevista a Ramón Rodríguez Arribas, ex Presidente de la APM durante siete años, de la que sigue siendo su Presidente de honor, y en su día Vicepresidente del Tribunal Constitucional, Magistrado del mismo Tribunal y del Tribunal Supremo. La mejor representación de la Judicatura reaccionaria.La entrevista no tiene desperdicio porque más allá de criticar al Gobierno por la reforma del sistema de elección del CGPJ y defender el sistema de oposiciones, opiniones muy generalizadas entre los jueces españoles, se ve en la necesidad de lavar su compromiso personal y judicial con el régimen franquista. Las “esencias”. Les selecciono:

El sistema de ingreso en la Judicatura durante el régimen de Franco fue siempre y exclusivamente el de oposición libre entre licenciados y doctores en Derecho, que controlaban Tribunales integrados por Jueces profesionales, Catedráticos de Universidad y abogados, lo que permitió una desvinculación política absoluta, como lo demuestra que por esas oposiciones, objetivas, abiertas y públicas, entrasen en la Judicatura los que integraron inicialmente “Justicia Democrática” y después la “Asociación Jueces para la Democracia”, hoy “Jueces y Juezas para la Democracia”. No sería elegante dar nombres que además pueden estar en la mente de muchos.

No es que no tenga razón. Será más bien que yo soy un poco quisquilloso. Pero habría que añadir algunos detallitos. Poca cosa. Que los Tribunales de oposiciones a jueces, los nombraba el Ministro de Justicia y a este le nombraba Franco. Que todas las funciones que hoy asume el CGPJ, que no existía, durante el franquismo correspondían al Ministerio de Justicia. O sea controlaba el proceso de selección de los jueces. Que no se sabe de ningún Juez profesional, Catedrático de Universidad o Abogado que hubiese sido asesinado, exiliado, depurado, inhabilitado, etc. fuera nombrado para formar parte de un Tribunal de Oposiciones para Jueces. Tampoco de ningún opositor en las mismas circunstancias. Menos aún que se nombrara para el Tribunal o se admitiera  a examen a alguien discrepante con el Régimen. Que respecto de los opositores consta que  durante los cuarenta y primeros cincuenta se presentaban a examen uniformados militarmente (alféreces provisionales, etc.) o políticamente (camisa azul, boina roja o ambas cosas) y con sus condecoraciones (especialmente valoradas las concedidas por los nazis en el frente ruso). Al tiempo presentaban Certificaciones eclesiales o políticas de que eran personas “de fiar”. Hasta que se instituyó, prontamente,el “Certificado de Adhesión al Glorioso Movimiento Nacional”, expedido por el Partido Unico. Finalmente para opositar a cualquier puesto en la Administraciones Pública, desde Juez a enterrador, y hasta su supresión en 1976, se requería presentar“Certificado de buena conducta”, una certificación que expedía discrecionalmente la policía y cerraba el paso a quien se lo denegaban. Por increíble que parezca, la policía tenía mucho que decir en las oposiciones de jueces. Tanto que era el portero de esa discoteca con derecho de admisión reservado.Sin él tampoco se podían obtener becas de estudios, prórrogas para la incorporación al Servicio Militar, pasaporte, etc. Además se requería obligatoriamente para ser contratado por las Administraciones Públicas, Corporaciones y Empresas públicas y voluntariamente por las privadas.

Por no entrar a valorar que en las oposiciones, en todas, incluidas las judiciales, siempre estuvo presente un procedimiento “de recomendaciones” en el que el Presidente del Tribunal contestaba personalmente y por escrito (“me es grato comunicarle…” o “lamento participarte que tu recomendado…”). Cuando las recomendaciones provenían de la Casa Civil o Militar del Jefe del Estado, los Presidentes de los Tribunales contestaban antes de examinarse el recomendado.

Eso no quiere decir, naturalmente, que todos los que accedieron a la Judicatura lo hicieran de forma no limpia. Sólo criticamos el sistema.

Lo de Justicia Democrática no lequeda, pese a no citar nombres, elegante. Nadie accedió a la Judicatura diciendo: “Buenas, quiero ser Juez para pertenecer a Justicia Democrática”. Así no funcionaban las cosas. Pocos muy pocos juristas, no sólo jueces, sino fiscales, forenses, secretarios judiciales, tuvieron  la sensibilidad de percatarse de que el franquismo no era bueno para el país ni era bueno para ellos y su dignidad profesional.Que el Derecho y el totalitarismo están reñidos. Más cuando el régimen mantenía la malísima costumbre de seguir matando gente. Justicia Demócratica era clandestina porque era ilegal y la pertenencia a la misma delictiva, constitutiva de un delito de Asociación ilícita, que siempre se acompañaba del de reunión y propaganda ilegal para alargar la condena(e inhabilitación). Creo que los nombres de estas personas que dieron el paso en semejante contexto deberían enseñarse en las escuelas. Como en Francia e Italia se enseña el de los “resistentes”. Pero esa es la opinión de un simple. Servidor.

¿A su juicio los Jueces eran independientes en la época de Franco? No quiero contestar yo, y me remito a lo que mi buen amigo y entonces Presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ, Pascual Sala, dijo en una conferencia en el Club Siglo XXI en los años 90: “En el régimen de Franco, el Juez que quería ser independiente, era independiente, bastaba con que renunciara a prosperar en la Carrera”.

No sé en qué tono, en qué ambiente y con qué sentido pudo efectuar dicha afirmación Pascual Sala pero creo que el entrevistado no  ha entendido nada o manipula la cita. De poca independencia goza quien por ejercerla debe renunciar a prosperar en su carrera profesional y someterse a ser discriminado. Si además puede perder la libertad personal, creo que la independencia  de los jueces durante el franquismo,que parece predicarsepor boca de Don Pascual, es puro ilusionismo. Enfrentarse al franquismo traía consecuencias personales, familiares, profesionales graves, muy graves. España era un Estado totalitario. Un Estado policial en el que los Conesa y los Billy el Niño tenían patente de corso para detener, torturar e incluso imponer multas gubernativas cuyo impago se suplía por condenas en cárcel (¡!). Si el Juez no te condenaba a prisión lo hacía la Policía.

Los Jueces llevan mucho tiempo siendo reflejo de la estructura social española y en su mayoría proceden de esa amplia clase media que surgió durante los años 60 del pasado siglo.Constituyen una verdadera “leyenda urbana” las alusiones a una falsa endogamia y no menos falsa existencia de sagas judiciales, que solo en contadas ocasiones se han producido. Si hablo de mi caso, no tengo ningún antepasado ni ningún descendiente que haya pertenecido o pertenezca a la Judicatura. En la actualidad cabe decir que las oposiciones a la Judicatura la suelen hacer gente que no tiene dinero para hacer otra cosa y que acude en la mayoría de los casos por vocación.

En mi cortedad, reconocida, no acabo de entender que se pueda decir que los jueces son reflejo de la estructura social española para concluir finalmente que la inmensa mayoría pertenecen a la clase media surgida en los años 60. Si fueran reflejo, constaría un origen social diversificado y proporcional a los diferentes estratos sociales. Habría una minoría de procedencia en clases altas, un grupo importante de jueces procedentes de las clases medias y una mayoría de hijos de trabajadores. Pues bien, los primeros contados con los dedos de la mano. Incluso hoy. Nadie educa a sus hijos en caras escuelas y universidades privadas, menos si son extranjeras y plurilingües, para acabar trabajando como burros en un Juzgado mixto con 3000 asuntos por año ganando poco más de dos mil euros netos. Nuestra oligarquía económica prefiere que sus hijos empleen sus estudios en sus propias Empresas o, en su defecto, en trabajos de altos vuelos y con relaciones elegantes, despacho en la City y viajes frecuentes intercontinentales para que puedan ejercitar sus idiomas, con sueldos estupendos y bonus anuales que quitan el hipo. Gerentes, Consultores, Ejecutivos, Brokers, Managers, Seniors…¡Mola más ser socio de Baker&McKenzie que Juez de Instrucción  en Cangas de Morrazo! ¡Dónde va a parar!  Respecto de los hijos de trabajadores, si conocen a alguno, díganlo.Por eso la mayoría de los jueces procede de esas clases medias que, ante Kissinger, Franco se ufanó de haberlas creado y de que constituían el soporte de su régimen.

El magnífico sistema de oposiciones, con toda esa retahíla de adjetivos calificativos quenos cuenta, que hacen “quienes no tienen dinero para hacer otra cosa”, resulta absolutamente inaccesible para los que no tienen dinero. El apoyo familiar es inexcusable o dicho de otra manera, es un sistema selectivo basado en razones económicas. Hay que estudiar la carrera (cuatro años ahora, antes cinco), hay que preparar en exclusiva las oposiciones (entre tres y cuatro años) hay que ir a la Escuela judicial (dos años) y cuando ha concluido tan tortuoso camino se sale de juez en prácticas (menos de 2000 euros netos al mes), para seguir un período indeterminado de Juez en poblaciones de menos de cien mil habitantes (entre 2000 y 2500 euros netos) y poder concluir con algo más de 3000 euros netos cuando asciende a Magistrado. Y mientras “prepara” pagar los honorarios del “preparador”, normalmente “extracontablemente”. La “inversión” en tiempo y dinero es ineficiente. Una catástrofe. Tanto que el CGPJ ha aprobado en este año ayudas públicas (becas) y Juezas y Jueces para la Democracia ofrece preparadores gratuitos.

Las sagas familiares, que hailas y no son leyendas urbanas, son sospechosas. Y culpables cuando nacen y/o se desarrollan en países sin libertad y con intervención de sujetos vinculados al poder. Estas, llamándolas por su nombre, son nepotismo. En otro caso, nada tengo contra ellas. Incluso las hay brillantes. Y las que no lo son, al menos ocasionalmente producen una venturosa “oveja negra”. Todo ello siempre que no nos pretendan convencer de que hay familias especialmente dotadas en lo genético para ser jueces ( o cualquier otra cosa). Por cierto  este argumento es el soporte del llamado “principio monárquico” que es un argumento apodíctico “al revés”, que se niega por su simple afirmación. Tampoco tengo nada en contra de las sagas judiciales ideológicas que son aquellas que no responden a la consanguinidad sino a la afinidad política. Los jueces tienen ideología e inevitablemente inspira su actuación, lo que no puede identificarse con el sectarismo. Aunque haya farsantes que digan que su ideología no ha influido en ninguna de las Sentencias que han podido dictar (¡y no señalo a nadie!) Las únicas que resultan reprobables son las que se inspiran en principios antidemocráticos.Entre ellas, destacadamente, las reaccionarias que nos ha legado el franquismo y no depuró la transición. Las nostálgicas y las continuistas del franquismo. Durante la Dictadura“se llevó mucho” la saga falangista. Después vinieron otras que fueron incluso peores. Unas y otras se pepetúan en la Magistratura merced a haber copado la dirección de la A.P.M. y esta el C.G.P.J.

Si es un acto de cinismo hablar de independencia judicial durante el franquismo, ya no sé cómo calificar la afirmación del Sr. Rodríguez Arribas de que las oposiciones judiciales durante el franquismo eran “objetivas, abiertas y públicas” con lo que pretende que no se cuestione su propia biografía vinculada al franquismo, que no voy a detallar porque la hemeroteca está a disposición de cualquiera.Reflexione: su amigo Fraga Iribarne, el Ronaldo de las oposiciones, nunca falló quedando siempre el primero. Yo diría que el 101%. El otro Ronaldo, el futbolista, más modesto, más humano y exclusivamente dependiente de sus propias facultades, sí ha  fallado algún penalty.

La generosidad democrática reciclando e incluso haciendo la vista gorda a personajes del viejo régimen, no puede ser pagada con panegíricos y defensas ocultas de la autocracia.

Las oposiciones judiciales durante el franquismo