viernes. 19.04.2024
diaz_ayuso

José Bujalance C. | No puedo excusar a presuntos delincuentes, aunque la realtpolitik y la prensa en nómina -donde la excusa es cosa de todos los días-  blanqueen la corrupción. En esta democracia imperfecta, donde la Justicia esta cautiva y desarmada, apenas podremos llegar a la epidermis de la delincuencia organizada, mucho menos culpar o condenar, puesto que son demasiados los corruptos y los necios… en Madrid una abrumadora mayoría.

Si todos los presidentes de la CAM delinquen, el delito deja de serlo para convertirse en norma. Y cuando la norma, por execrable que sea, se arraiga, ya lo anormal, por erróneo que sea, viene a ser faltar a la norma. La corrupción en el PP tiene escandalizado al país (y a la UE) desde hace años. Mariano Rajoy dijo: "Comparto la indignación de tantos españoles ante la acumulación de escándalos". "Lamento profundamente la situación creada y quiero pedir disculpas a todos los españoles por haber situado en puestos que no eran dignos a quienes en apariencia han abusado de ellos". Vamos de mal en peor.

En esta hoguera de las vanidades donde se queman objetos que tienen que ver con el lujo, como el derecho, la democracia y la sanidad pública, la culpa es de Pedro Sánchez y su gobierno "ilegal", que no consiguió material sanitario. Un pretexto (motivo o causa simulada o aparente que se alega para hacer algo) para necios, que no llega al nivel de "ayusada" (simplismo conceptual de los mensajes del léxico político que usa Isabel Natividad Díaz Ayuso), astracanadas y boutades a los que acostumbra en su reduccionismo y que se adecúan perfectamente a los receptores del populismo derechista, ésos sin capacidad cognitiva que confunden la libertad con la irresponsabilidad de contagio y las restricciones por salubridad con los recortes autoritarios a los derechos democráticos.

Como digo, no estoy por la condena mediática pues viola la presunción de inocencia, pero tampoco por exonerar de culpa o responsabilidad, ni admitir excusas (exponer y alegar causas o razones para sacar libre a uno de la culpa que se le imputa). Tampoco admito otra de las fórmulas habituales, como es pedir disculpas en potencia, sin asumir directamente la culpa, sin que conlleve la asunción de responsabilidades. Los votos, mayoría o no, no otorgan impunidad. ¿Es posible combatir la corrupción perdonando o incluso manifestándose en favor del presunto corrupto?, ¿Va en serio la lucha anticorrupción, o estamos ante otro pacto de impunidad?

Con el perdón, se garantiza a los corruptos que pueden hacer uso de sus ganancias indebidas, y que éstas, (no olvidemos que es dinero público), nunca serán utilizadas para el bien común, el de todos los ciudadanos. Sobre todo, hay que tener en cuenta la naturaleza antidemocrática de los esquemas de corrupción, ya que cualquier tipo de acto obtenido a cambio de un soborno o prebenda genera un trato desigual entre quien paga indebidamente y recibe el beneficio, y todos aquellos que pudieron haber obtenido dicho servicio y se les negó, rompiendo con uno de los principios básicos de toda democracia: la igualdad ante la ley.

Los servidores públicos tienen la obligación de denunciar los actos de corrupción que conocen, y la Fiscalía tiene la obligación de investigar y sancionar, en caso de conocer la posible comisión de uno de estos delitos, pero nunca, jamás, en función de un cálculo de los costes políticos. No existe ningún recurso legal que justifique o permita ignorar los actos cometidos mientras sufríamos la durísima pandemia, ni la compraventa de material sanitario ni los protocolos de la vergüenza.

José Bujalance C.

Ni disculpas ni perdón