jueves. 28.03.2024
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El Nanga presenta tres vertientes, la Rakhiot, la Diamir y la Rupal (esta última el mayor precipicio del mundo). 

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El increíble intento de rescate de Elisabeth Revol y Tomek Mackiewicz por Denis Urubko y Adam Bielicki, que finalmente concluyó solamente con el rescate de la francesa, fue por un lado un rescate histórico y por otro una historia terrible. La novena cima más alta del mundo, con 8125 metros, situada en el extremo occidental del Himalaya, en la cordillera del Karakórum, se nos presenta como 25 kilometros de macizo lleno de historias de superación y de tragedias.

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Elisabeth Revol y Tomek Mackiewicz

Para empezar, la hazaña de los rescatadores polacos (los dos alpinistas de la expedición más aclimatados y con mayores posibilidades de conseguirlo), ascendieron 1200 metros por la ruta Kinshofer, desde el Campo 1 donde les dejo el helicóptero. El muro Kinshofer se encuentra a unos 5.900 metros y para llegar a él y sobrepasarlo hay que primero vérselas con pendientes de 60 grados. Subieron por ahí debido a las cuerdas fijas ya presentes, en ocho horas y de noche. A 5.950 metros, nada más haber pasado el muro, localizaron a Elisabeth, que como alpinista increíblemente fuerte que es, había continuado descendiendo por cuenta propia a pesar de presentar congelaciones en las extremidades.

En la otra cara de la moneda, la tragedia llegó al considerar imposible intentar rescatar a Tomek, haciendo frente a la decisión de subir con la esperanza de encontrarle, con una previsión meteorológica muy mala, o quedarse junto a Elisabeth, que estaba muy débil y ayudarla a bajar.

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Denis Urubko y Adam Bielicki con Elisabeth Revol tras ser rescatada

Así el Nanga Parbat añadió una nueva tragedia a su larga lista. No es desde luego la primera víctima que se cobra, ya que es, después del Annapurna, el ochomil con segunda mayor siniestralidad en la historia del alpinismo, más incluso que el K2. Sólo antes de la primera ascensión documentada, 31 personas habían ya muerto intentando escalarlo o en exploraciones. Para encontrar la primera conocida hay que remontarse hasta 1895, mucho antes de su primera ascensión conocida por el austriaco Hermann Buhl en 1953, cuando el alpinista británico (conocido por muchos como el padre del alpinismo moderno) Albert Mummery despareció por la vertiente del Rakhiot, sepultado por un alud a 7000 metros. Otra historia de sobra conocida en el alpinismo ocurrió allí, cuando el pequeño de los hermanos Messner, Günther, perdió su vida en 1970 por la vertiente Diamir, generando una enorme disputa respecto a las causas y responsabilidades en su muerte, de lo que incluso hay una película (Vilsmaier, 2010).

Albert F. Mummery

La obsesión de la Alemania nazi por el alpinismo, como parte a veces de su política de propaganda, también les llevo a intentar el Nanga por la vertiente Rakhiot, en 1934 y 1937 (Isserman and Weaver, 2010, p. 200), tras la primera expedición germano-americana liderada por Merkl. El balance de las dos expediciones fue de 31 personas pérdidas en la montaña y sobre la primera de ellas cae el triste honor de haber sido definido el desastre con la siguiente frase: "por pura y larga agonía, no tiene paralelo en los anales del montañismo" (Simpson, 1997, pp. 196-197).

Existen muchos otros casos de vidas perdidas de alpinistas en la "montaña asesina", como el caso de los españoles Antonio López (1994) y Joan Colet (1997), ambos en la ruta Kinshofer, o el español Alberto Zerain y el argentino Mariano Galván (2017), ambos atrapados en una avalancha en la arista Mazeno. Una de las historias mas terribles que nos dejó el Nanga, fue el ataque armado de los talibanes, que arrasaron el campo base en 2013 dejando once víctimas.

Se suma a este triste historia Tomek Mackiewicz, quién logro hacer cima en su séptimo intento de ascensión invernal.

 


Referencias

Isserman, M. and Weaver, S., 2010, Fallen Giants A History of Himalayan Mountaineering from the Age of Empire to the Age of Extremes

Simpson, J., 1997, Dark Shadows Falling. Londres


 

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