jueves. 28.03.2024

El Centro  Reina Sofía sobre adolescencia y Juventud acaba de publicar un estudio sobre las percepciones y actitudes racistas y xenófobas entre la población joven de España. A grandes rasgos el estudio revela que uno de cada cuatro jóvenes confiesa ser racista, y uno de cada siete reconoce que lo ejerce.

De la misma manera, el 50% de los jóvenes encuestados señala que la falta de adaptación de las personas migrantes y de los gitanos, es uno de los principales motivos que más influye en las actitudes racistas. Dicho de otra manera, son los propios inmigrantes y los gitanos los que  provocan ser rechazados, con la singularidad de que los gitanos son tan españoles como los propios encuestados.

El estudio revela también que el 60% de esos jóvenes culpa a los medios de comunicación de la difusión de los discursos intolerantes, y de la negativa percepción de los migrantes y de la población gitana.

En el baremo del grado de rechazo, los gitanos se sitúan en el primer  lugar, seguidos de cerca por los marroquíes.

Las referencias que revelan esta investigación son prácticamente calcadas a la mayoría de los estudios efectuados sobre el mismo asunto en la última década. Sin embargo, el relativo a la responsabilidad de los medios de comunicación es un dato abrumador que revela la envergadura de la responsabilidad que tienen en la difusión de los estereotipos y su impacto  sobre la convivencia y la cohesión social.

Por otro lado, los estereotipos vinculados a los marroquíes de manera directa e indirecta en la cultura española tienen también su influencia en el consciente y el subconsciente de los españoles

Dicho esto, personalmente no utilizaría el término “los medios” en plural  y lo sustituiría por “ciertos medios”. No reconocer a medios y profesionales del gremio que juegan un destacado papel en la lucha contra las desigualdades y las discriminaciones, es hacer el juego a los fanáticos.   

Por lo demás, la divulgación del estudio coincidió con el 30 aniversario del asesinato de Lucrecia Pérez, primer crimen racista cometido en España,  y con la publicación de la sentencia sobre “fake news” que señalaba a los menores inmigrantes no acompañados. Paradójicamente, tanto en el homicidio de Lucrecia como en el de los menores no acompañados, estaban implicados miembros de las fuerzas de seguridad del Estado.

Y como las “desgracias” nunca vienen solas, en la misma semana de la publicación del estudio, la Agencia de la Unión Europea para los Derechos Fundamentales (FRA) órgano oficial de la U.E., publica un informe sobre la situación de la población gitana en diez países europeos entre los cuales figura España.(1)

“Los romaníes siguen experimentando privaciones generalizadas, las familias gitanas siguen viviendo en condiciones terribles y sus perspectivas educativas y laborales son malas”. “Los hallazgos presentan una imagen sombría pero familiar de exclusión, privación, discriminación y racismo”.

Estas introducciones del estudio hablan por sí solas del grado de marginación y rechazo que padecen los gitanos en muchos países europeos. No me cabe duda que el denigrante trato que sufren los gitanos en la Cañada Real por parte de la Comunidad de Madrid ha sido clave para ubicar a España como país destacado en su maltrato a los romanís a nivel Europeo. 

Para terminar, aprovecho la coyuntura para añadir una pincelada sobre el puesto de honor que ostentamos, los marroquíes, en ese baremo del espanto.  Me indigna el hecho de que los gitanos, ciudadanos españoles y europeos de pleno derecho, nos superen en el grado de rechazo, sin embargo, eso  nos revela que los pozos del odio se nutren de la incesante búsqueda del chivo expiatorio de turno, más allá del origen y de la procedencia de la víctima o de las víctimas.

Los marroquíes somos el colectivo extracomunitario más numeroso que vive y trabaja en España. La mayoría trabajan en sectores de actividad importantísimos para la economía española como son la agricultura, la hostelería y la construcción. Pero también hay miles de cuadros que desarrollan actividades en la docencia, en sanidad y servicios. También cada vez más hay escritores y escritoras que se han conseguido labrar un lugar destacado en la literatura española, sin olvidar los y las artistas, y sin obviar  la cantidad de deportistas  marroquíes o de origen marroquí que nutren las distintas disciplinas deportivas del país.

Con los datos que manejo, la reputación profesional de los marroquíes en sus ámbitos de actuación es más que elogiosa, sin embargo, no encaja con el grado de rechazo que se reflejan en las encuestas de discriminación.

Personalmente, creo que como factor principal en este desbarajuste, es el  desconocimiento sobre la realidad histórica, política, cultural y social de Marruecos. Ese desconocimiento lo padecen mecánicamente los colectivos marroquíes que viven y trabajan en España.  

Por otro lado, los estereotipos vinculados a los marroquíes de manera directa e indirecta en la cultura española tienen también su influencia en el consciente y el subconsciente de los españoles.

Dos ejemplos que me parecen sintomáticos de lo que expreso. El santo más venerado de España es Santiago Matamoros, y el refrán “no hay moros en la costa” es el más utilizado para un sinfín de situaciones y circunstancias.    

Hay una nueva dinámica en las relaciones bilaterales  que se debe aprovechar para fomentar los intercambios que afectan a las relaciones humanas más allá de las excelentes relaciones económicas y políticas. Esto supone hacer esfuerzos desde los dos lados para superar las carencias de los afectos. Los intercambios de cortesía son importantes pero los intercambios de la consideración mutua son necesarios.  

1 https://fra.europa.eu/en/news/2022/80-roma-live-poverty

¡Moros y Gitanos!