jueves. 28.03.2024

El español es la tercera lengua más hablada del mundo, tras el inglés y el chino mandarín. Cuenta con casi seiscientos millones de usuario y medio millar de millones lo tienen como lengua nativa. Quizá esto no hubiera sido así de no mediar un vasco que impidió a los ingleses conquistar Nueva Granada y acceder desde allí a las entonces colonias españolas. La historia del idioma de Cervantes podría haber sido muy diferente, si el almirante Vernon hubiera entrado en Cartagena de Indias.

Una placa conmemorativa resume los datos de aquella decisiva batalla naval. Los británicos habían reunido una flota superior a la célebre Armada Invencible y superaba con mucho los efectivos de la guarnición defensiva. Pese a la presencia de virrey, el mando militar lo ejercía un almirante curtido en mil batallas, al que sus enemigos apodaban “Medio Hombre” y “Patapalo”, porque sucesivas heridas le habían dejado tuerto, manco y cojo.

Nos referimos a Blas de Lezo y Olabarrieta. Contra lo que insinúa su apellido D. Blas no nació en Lezo exactamente, al ser originario de Pasajes, cercana localidad guipuzcoana conocida por su puerto de gran calado y bien resguardado al no apreciarse su bocana desde las aguas del mar Cantábrico. Este marino había mostrado su pericia en ocasiones anteriores, pero la defensa de Cartagena tuvo un carácter excepcional por muchos motivos.

Sin el ingenio de almirante vasco la historia del idioma español podría haber seguido un curso muy diferente y quizá el idioma inglés no sólo se hablaría en una parte de las Américas

Logró engañar al mando inglés con una hábil estratagema. Consciente de su enorme inferioridad numérica decidió hundir su propia flota en la bahía por dónde pretendían acceder las naves británicas. Estos creyeron que rendían el sitio y hundían sus barcos para que no fueran apresados. Craso error. Las naves inglesas no pudieron avanzar, porque la flota de Lezo se convirtió en un dique infranqueable. La fortaleza de San Felipe sí contaba con bastantes cañones para repeler un ataque bajos sus muros, porque la bocana era muy estrecha y hacia desfilar a los buques enemigos.

Pie de foto: Anverso de la memoria conmemorativa donde Blas de Lezo rinde su espada al almirante Vernon (1741), reproducida en el pedestal de la estatua del castillo de San Felipe (Cartagena de Indias) Foto de Roberto R. Aramayo
Anverso de la memoria conmemorativa donde Blas de Lezo rinde su espada al almirante Vernon (1741), reproducida en el pedestal de la estatua del castillo de San Felipe (Cartagena de Indias) | Foto: Roberto R. Aramayo

Al ver arder la flota esposa, el almirante británico se apresuró a enviar emisarios para comunicar su victoria e incluso se acuñaron monedas donde Blas de Lezo, arrodillado frente a Vernon, rinde sus armas al enemigo entregándole su espada de mando. A los pies del castillo de San Felipe hay una estatua y sobre su pedestal está Blas de Lezo blandiendo la espada. En los laterales del pedestal figuran replica de las monedas que conmemoraron la falsa victoria inglesa. Si los historiadores no hubieran tenido más fuentes que la numismática, las crónicas hubiera registrado ese desenlace alternativo.

Con todo el virrey, lejos de agasajar las argucias del almirante, quedó insatisfecho porque no perseguirse a la flota inglesa en su huida, si bien faltaba saber con qué medios materiales hubiera podido rematarse así la hazaña defensiva. Como el almirante Nelson en Trafalgar, Blas de Lezo no sobrevivió a su fulgurante victoria. No tardaron mucho en llevársele unas fiebres resultantes de la epidemia que causaron los cadáveres el enemigo, agravadas por una herida circunstancial de poca monta.

Sin el ingenio de almirante vasco la historia del idioma español podría haber seguido un curso muy diferente y quizá el idioma inglés no sólo se hablaría en una parte de las Américas. Por un momento el almirante Vernon se adjudicó una victoria inexistente y que conmemoran unas monedas cuyo contenido es asimilable a los actuales hechos alternativos o noticias falsas, al convertir un dato parcial en una verdad sin paliativos e inapelable. Seguramente no faltaron quienes no pudieron asimilar la derrota blandiendo esas monedas para convencerse de lo contrario y porfiar en su postura.

Las monedas que conmemoraron una falsa victoria en Cartagena de Indias