jueves. 25.04.2024

Minas antipersona: el recuerdo letal de los vestigios de una guerra

Alrededor de 20.000 personas mueren al año por pisar en el lugar equivocado. Otras miles tienen ‘tatuada’ una herida o amputado un miembro que les recuerda cada día que sus hogares se asientan bajo una tierra ensangrentada, asesina. Elaborar una mina cuesta tres euros y desactivarla, 750. Quedan por eliminar 167 millones de minas en 78 países. Futuras víctimas de guerras pasadas.
NUEVATRIBUNA.ES / AGNESE MARRA - 04.04.2010

La efeméride obliga al recuerdo. Este domingo se celebra la quinta edición del Día Internacional para la Concienciación y la Ayuda a la Acción contra las Minas, establecido en diciembre de 2005 por la Asamblea General de Naciones Unidas con el objetivo de informar sobre el peligro de estas armas y avanzar hacia su erradicación.

En este día los datos son más elocuentes y saltan la voz de alarma. Las minas terrestres, y en particular las minas antipersona, siguen matando o hiriendo a entre 15.000 y 20.000 personas al año, en su mayoría civiles, y aunque 153 Estados ya han ratificado la Convención sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento, Producción y Transferencia de Minas Antipersona y sobre su Destrucción (bajo la firma de la Convención de Ottawa), países como Estados Unidos, Finlandia, China, Rusia o las dos Coreas las siguen produciendo o utilizando.

Las minas antipersona y las minas terrestres en general son huellas que emergen recordando la crueldad de las guerras que se jugaron años atrás. Pero lo peor no es el vestigio de un recuerdo doloroso, sino su función letal que se mantiene perenne escondida bajo la tierra.

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), confirma que mueren al año alrededor de 20.000 personas a causa de estos traicioneros explosivos, de ellos un 20% son menores de edad que llegan a sufrir los efectos de estos artefactos "años o incluso décadas después de que haya acabado un conflicto". En algunos países, como Afganistán, la mayoría de las víctimas son menores de 18 años.

LA LUCHA DIARIA CONTRA LAS MINAS

Catorce agencias, programas, departamentos y fondos de la ONU están implicados en la lucha contra las minas antipersona en decenas de países. Las acciones contra las minas incluyen la búsqueda y destrucción de estos explosivos, la ayuda a las víctimas, el adiestramiento a la población sobre cómo protegerse en un entorno lleno de minas, el fomento de la participación de los Estados en los tratados internacionales y la destrucción de las minas que permanezcan almacenadas.

Este año la campaña se centra en las necesidades de los supervivientes de incidentes por explosión de minas y se han programado actividades en más de 60 países.

"Estas acciones suponen una contribución incalculable para cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio", afirmó el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, en un comunicado.

En la sede de la ONU en Nueva York, el subsecretario general de la ONU para Misiones de Paz, Alain Le Roy, presidirá este lunes una ceremonia que servirá además como inauguración para una muestra de obras artísticas y fotografías bajo el título de Impact.

La exposición tiene obras de artistas camboyanos, algunos de ellos supervivientes de explosiones de minas, y de destacados fotógrafos como el venezolano Kike Arnal o el esloveno Arne Hodalic. Además, habrá una actuación de la banda de la cantante Lucy Woodward.

EL SIGNIFICADO DE LA CONVENCIÓN DE OTTAWA

El documento de referencia para la lucha contra estas armas es la Convención de Ottawa, aprobada en 1997, aunque entró en vigor en 1999, cuando se alcanzó el número mínimo requerido de ratificaciones.

El objetivo del Tratado es "poner fin al sufrimiento y las muertes causadas por las minas antipersona, que matan o mutilan a cientos de personas cada semana, en su mayor parte civiles inocentes e indefensos, especialmente niños, obstruyen el desarrollo económico y la reconstrucción, inhiben la repatriación de refugiados y de personas desplazadas internamente, además de ocasionar otras severas consecuencias muchos años después de su emplazamiento".

En virtud de sus obligaciones generales, cada Estado parte de la Convención se compromete a no emplear "nunca, y bajo ninguna circunstancia" las minas antipersona, así como a no desarrollar, producir, adquirir de un modo u otro, almacenar, conservar o transferir estas armas y a no estimular o inducir a cualquiera a participar en una actividad prohibida a un Estado Parte. Por otro lado, se compromete "a destruir o a asegurar la destrucción de todas las minas antipersona".

En la actualidad, a fecha de febrero de 2007, 156 países han firmado la Convención, 154 de los cuales la han ratificado, según informó la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres, que engloba a más de 1.400 organizaciones no gubernamentales que trabajan en 90 países de todo el mundo y que en 1996 fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz.

España firmó el Tratado el 3 de diciembre de 1997 (fecha en que fue puesto a la firma en todo el mundo) y lo ratificó el 19 de enero de 1999. Siguiendo el ejemplo de Canadá, y en aplicación del Tratado, la mayoría de los países del mundo han ilegalizado el uso y posesión de minas antipersona por parte de sus Ejércitos.

Las únicas democracias occidentales que no las han prohibido son Estados Unidos y Finlandia. Otros países, como China, Rusia, Irán, Israel, Corea del Sur y Corea del Norte, continúan utilizándolas.

30.000 MILLONES PARA ERRADICAR LAS MINAS

A pesar de los avances logrados, al ritmo actual, harían falta 1.100 años y 30.000 millones de euros para erradicar los 167 millones de minas antipersona que se encuentran repartidas en 78 países del mundo, según las ONG. En algunos países, como Afganistán, la mayoría de las víctimas son menores de 18 años.

A nivel económico, fabricar una mina sólo cuesta 3 euros, pero el proceso de desminado supone un gasto inasumible para los países más afectados, ya que localizar, desactivar y destruir cada mina cuesta más de 750 euros, y dado que la mayor parte de las mismas se encuentran en países con pocos recursos.

Colombia, Camboya, Afganistán, Angola, Bosnia e Irak son los países más afectados por las minas antipersona y donde viven los 300.000 supervivientes de las mismas, la mayor parte de los cuales sufre algún tipo de mutilación sin tener acceso a la asistencia necesaria para superar las secuelas físicas y morales.

Minas antipersona: el recuerdo letal de los vestigios de una guerra