viernes. 19.04.2024
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Ayer Reme y yo visitamos la exposición de CC.OO. sobre el proceso 1001 en la Biblioteca Nacional. Historia y recuerdos se agolparon al mismo tiempo en mi cabeza, y sobre todo si aquel compromiso y lucha mereció o no la pena.

El 24 de junio de 1972 fue detenida por la policía política de la dictadura la dirección de CC.OO. con Marcelino Camacho al frente. El 20 de diciembre de 1973 se celebró el juicio y el 28 del mismo mes se hacía pública la sentencia condenándose a los diez acusados a penas de entre 18 y 20 años de prisión por un delito de asociación ilícita. La sentencia fue recurrida y se rebajaron sustancialmente las penas. Fue un juicio contra los trabajadores y contra la libertad. El mismo día que comenzaba el juicio, se produjo el atentado de ETA contra Carrero Blanco que terminó con su vida. Todo ello está reflejado, muy bien por ciento, en la exposición.

Durante su recorrido vinieron a mi memoria multitud de recuerdos y vivencias directas de aquellos días y años. De entre ellos, quisiera detenerme en cómo se vivieron y viví esos días en nuestra ciudad, en Albacete. Ya hacía tiempo que en la Provincia se vivía una importante ebullición política y se estaban dando pasos para constituir las CC.OO. y articular la oposición al franquismo. Lógicamente la solidaridad con los acusados en el proceso 1001 era obligada por nuestra parte.

Recordé como la mañana del día 20, llegó la noticia del atentado de Carrero Blanco. El revuelo que se organizó en el Juzgado, donde yo trabajaba, fue tremendo. Los primeros momentos fueron de confusión total, hasta que al final se supo que fue un atentado contra Carrero Blanco y que este había fallecido. El miedo se palpaba en el ambiente y se pensaba que se iba a declarar un nuevo estado de excepción y que el ejército iba a salir a la calle. En estas circunstancias tan tensas y dramáticas se celebró el juicio, ya que el presidente del Tribunal se negó a suspenderlo.

Aquel día o al siguiente, Luis Collado, me pidió las llaves de mi casa, sita en calle Arenal 9-7. Solamente me dijo que no fuera por ella hasta por la noche. No le pregunté para que las quería, me limité a entregárselas y no volver hasta la hora convenida. Posteriormente supe que en mi casa se habían estado imprimido, con una imprentilla de caucho, unas pegatinas que ponían el siguiente texto “NO AL 1001”, o “NO AL PROCESO 1001”. Pegatinas parecidas se imprimieron en otros lugares como la huerta de José María López Ariza. (He intentado recuperar alguna de aquellas pegatinas, pero no ha sido posible).

A lo largo del día 24 se repartieron entre los compañeros y se dieron las instrucciones para que hasta las 9.30 horas de la mañana del 25 no se iniciara la pegada. Había prevista una participación de entre 40 y 50 compañeros y compañeras. Lo cierto y verdad es que alguien cometió una imprudencia o dio un chivatazo, o ambas cosas -no se supo con certeza- y la policía tuvo conocimiento de la acción ya que nada más iniciarse la pegada empezaron las detenciones. La policía nacional detuvo, entre otros y que yo recuerde a Luis Enrique Simón Parra, a Adrián Gil del Gallego, a Fernando González Tornero, a Julián Sánchez Pingarron, a Javier Sánchez, y la Guardia Civil detuvo a Jose María López Ariza.

Los días siguientes fueron de tensión y nerviosismo total. Es importante referir que el Juzgado en el que estaba destinado estaba de guardia y por tanto este era el encargado de la instrucción del procedimiento. Lo cierto es que ninguno de los detenidos dio ninguna información pese a las presiones policiales y especialmente las terribles torturas a José María López Ariza por parte de la Guardia Civil, y gracias a sus silencios no hubo más detenidos.

El día 27 de diciembre, tras su paso por el Juzgado de Guardia, se decretó el ingreso en Prisión de José María López Ariza. Me acuerdo perfectamente de su estado físico, que era deprimente y que a simple vista se observaba los golpes, las magulladuras, fruto todo ello de las torturas que recibió por parte de la Guardia Civil. Algo sobre ello le referí y le hice notar a mi Juez, sin por su parte se reflejara nada sobre este hecho en el acta de declaración, ni se pidiera un examen médico del detenido. Este hecho me indignó.

De tales hechos se instruyó el correspondiente sumario que se remitió al Tribunal de Orden Público y fueron juzgados los jóvenes detenidos, y condenados varios de ellos como autores de un delito de propaganda ilegal a diferentes penas, concretamente a José María López Ariza a tres años de prisión. La sentencia fue recurrida al Tribunal Supremo y antes de que se resolviera el recurso, llegó la amnistía. En la exposición había fotografías tanto del infame presidente del Tribunal, José Francisco Mateu, que juzgó tanto estos hechos, como los del del 1001, como del Letrado José Manuel López López que defendió a Ariza.

También al finalizar el recorrido me sentí orgulloso de aquel compromiso de aquella lucha, que hoy sigue vigente. Mereció o no la pena. Aquella España de hace 50 años, vivía en una dictadura fascista, en la que no existía libertad alguna, en la que se detenía, se torturaba, se ingresaba e prisión y incluso se ejecutaba, por el solo hecho de pensar diferente, de expresar sus ideas, de organizarse pacíficamente para defender los derechos de los trabajadores; era un país en el que estaban prohibidos los partidos políticos, los sindicatos, las asociaciones de vecinos, las organizaciones agrarias y un largo etc. Y fruto de todo ello, vivíamos en el más absoluto subdesarrollo; muchos de nuestros padres tuvieron que emigrar e inmigrar para buscarse la vida; los convenios colectivos los imponían los empresarios, a través del sindicato vertical y los salarios y los derechos de los trabajadores eran casi inexistentes.

Claro que mereció la pena y mucho aquella lucha. La España de hoy nada tiene que ver con aquella que nos tocó vivir, y aunque tenga muchas faltas y defectos, y demasiadas desigualdades, defenderla hoy es un compromiso que ninguno de nosotros podemos eludir. Hay determinadas fuerzas políticas, que usando la libertad y la democracia contra la que siempre estuvieron en contra, están intentando devolvernos a aquellos tiempos oscuros, y no podemos permitirlo.

Las nuevas generaciones deben conocer que no hace tanto tiempo en esta España nuestra, no había ni libertad ni democracia y que costó mucho esfuerzo y mucho sacrificio lograrlas y por consiguiente no se pueden poner en peligro.

Sí mereció la pena aquel compromiso, aquella lucha