jueves. 25.04.2024

He referido en diferentes ocasiones, en anteriores artículos sobre la serie de Psicología Política en este diario digital, que la Psicología Política es una disciplina, hija de la Psicología Social, con una extensa variedad de marcos teóricos, sensibilidades sociales y prácticas profesionales que reciben distintos tratamientos y valoraciones según la perspectiva adoptada, siendo una forma de participación activa en la vida pública en un país democrático.

La idea de un imaginario colectivo, de la época del régimen anterior al actual régimen democrático en España, mantuvo que sus elementos represivos fueron la conexión de estos elementos con la guerra civil y lo que continuó después. Le siguió a esa etapa represiva la transición, sinónimo de reconciliación de las dos Españas, para cerrar los errores cometidos en el pasado, por todos, y un pacto de las nuevas y viejas fuerzas políticas democráticas, de poner punto final a ese triste pasaje reciente de nuestra historia. Sin embargo, en el mandato socialista de Rodríguez Zapatero, presidente de la democracia especialmente sensible a los temas de los perdedores de la contienda (Su abuelo paterno, Juan Rodríguez Lozano, capitán del ejército durante la segunda república, fue ejecutado por el ejército sublevado, el 18 de agosto de 1936 en el barrio de Puente Castro de León, durante la Guerra Civil Española), posteriormente al terminar el régimen autoritario de ideología fascista, se realizó una relectura de ese período de la historia de España. Relectura que provenía de considerar que el pacto de la transición de “olvidar” para seguir avanzando, había cerrado en falso, quizás por la necesidad de los políticos de esa etapa, la transición de pasar página lo antes posible, y con el mayor consenso que se pudiera lograr.

Casanova (2005) habla de 90.000 muertos en el bando de los sublevados frente a 55.000 republicanos en la guerra civil y unas 50.000 personas en la represión posterior. También hay que señalar las 55.000 muertes causadas por los republicanos, según Reig (1999); entre las que están, las 7.000 muertes de sacerdotes y religiosos, además de saqueos e incendios de edificios religiosos. Según Caudet, 192.684 personas fueron ejecutadas entre 1939-1944, en juicios sumarísimos (cit. Blanco, 2003). Silva y Macía (2003) hablan de unos 30.000 cuerpos no identificados enterrados en campos y cunetas por todo el país.

Ruíz de Santayana dijo: “los pueblos que ignoran su historia y sus errores tienden a repetirlos”

¿Cifras aparte, que mecanismos de defensa psicológicos subyacen, tanto entre vencedores como entre vencidos no exiliados? Refiere Navarro que la amnesia no fue para todos, lo vencedores de la contienda civil crearon la narrativa de la justica dura para los vencidos, basada en sentimientos humanos y religiosos, hasta el punto de desarrollar una cruzada.Desde el punto de vista psicológico los vencedores, mediante el mecanismo psicológico de la sublimación gestionaron las emociones de la culpa de los excesos. El mecanismo de la sublimación consiste en un mecanismo de defensa, desde la óptica psicoanalítica freudiana, que permite a cada individuo canalizar las pulsiones o estímulos (generalmente de contenido sexual o agresivo) y conducirlos a una conducta socialmente aceptada y aceptable.

Los vencidos de la contienda asumieron el papel de la pérdida, y en una buena parte de ellos lo hicieron a nivel emocional por tres mecanismos de defensa freudianos; un primer mecanismo de defensa sería, la represión, caracterizado por un proceso por el cual el YO borra eventos y pensamientos que serían dolorosos si se mantuvieran en el nivel consciente; un segundo mecanismo sería la negación por el cual el sujeto bloquea eventos externos para que no formen parte de la conciencia, y así asume  aspectos de la realidad evidentes como si no existieran; un tercer mecanismo de defensa es la racionalización, donde se sustituye una razón que no es aceptable, por otra que resulte aceptable.

¿Y los descendientes supervivientes en la actualidad de las víctimas de la represión de los vencedores, que ahora reclaman mediante la ley de memoria histórica sus derechos, sobre la recuperación de sus antepasados desaparecidos, no se sabe dónde, cual proceso psicológico subyace? En estos descendientes que reclaman su derecho a que se cumpla la ley de memoria histórica, se da un duelo diferido y no resuelto. Abordar la pérdida de un ser querido, a nivel psicológico, requiere una serie de estrategias o recursos individuales (flexibilidad, autoconocimiento) y sociales (funerales, apoyo social de la comunidad del fallecido). Naturalmente en los familiares supervivientes en la actualidad de las víctimas de la represión de los vencedores de la contienda civil del 36, no se dieron estos requisitos, por lo que su duelo se difiere en el tiempo y no se resolverá hasta que se den las condiciones antes mencionadas.

Por último, parafraseando a Ruíz de Santayana: “los pueblos que ignoran su historia y sus errores tienden a repetirlos”.

La memoria histórica desde la psicología política