jueves. 28.03.2024
Kylian Mbappé

A veces, para hablar de algunas cosas me gusta hablar de futbol, que es, en muchos aspectos, como la vida misma. Hoy, para hablar de futbol, creo que conviene recordar cómo es la vida.

Primum vivere deinde philosophare es algo que, aunque no se hable un latín fluido, se entiende perfectamente. No creo que este aforismo esté en contra de que deban prevalecer unos valores sobre otros. Precisamente, lo que hace es situar la vida por encima de cualquier otra consideración.

Lo que pasa es que no todo el mundo tiene el mismo concepto de lo que es vivir y, cuando se conoce la buena vida, es muy difícil pasarse sin ella. Lo mismo que se hace insoportable la vida sin comer o dormir unas horas al día en un sitio mínimamente confortable, se puede hacer difícil prescindir de ciertos lujos cuando los has conocido. Es cuando llegas a entender eso de que la buena vida es cara y que la hay más barata pero eso no es vida.

Pero, por encima de la buena vida está la vida premium. Esto es algo que no se entiende si no has visto un catálogo de aviones, cosa muy natural si no tienes un avión privado. En el caso de que suelas emplear este tipo de transporte para ir de un sitio a otro, podrás comprobar que los hay mejores que el tuyo, con más capacidad, mayor velocidad o superior autonomía de vuelo. Y, lo mismo ocurre con los yates, las fincas, las villas en paraísos de ensueño o cualquier cosa que se te ocurra.

Por eso, si tienes una gran habilidad para pegar patadas a una pelota de futbol (lo mismo ocurre con otros varios deportes pero no es el caso), puedes empezar a pedir un folleto de aviones. Basta que alguien con posibilidades de pagarte el avión, y que le guste el futbol, lea la prensa deportiva y se entere de que eres un fenómeno que merece la pena ser su juguetito. Ya llegará el momento de convertirte en un juguete roto pero, carpe diem, disfrutar del momento, el inversor y, sobre todo tu.

Si ese inversor dispone, como el fondo soberano QATAR INVESTMENTS AUTHORITY, de unos activos que algunos valoran en más de 300.000 millones de dólares, el número de motores de tu futuro avión solo depende de las ganas del gestor de ese fondo de tenerte en su nómina de empleados. Y si ese gestor es, al mismo tiempo, el soberano, rey, jeque, baranda máximo o como le llamen allí, no habrá ningún límite más que el de la propia voluntad de ese señor. Y, mas, si las cifras en las que se mueve el asunto no sobrepasan el 0,1 % de los activos del fondo, porcentaje perfectamente justificable por el concepto de publicidad. Aunque, por otra parte, tampoco tiene que justificar nada a nadie. Al fin y al cabo, tiene tanta soberanía en el fondo soberano que dudo mucho que sea capaz de distinguir lo que es suyo de lo que no.

Hay que remitirse a las pruebas. El mercado futbolístico se abre dos veces al año, en verano y en invierno, pero, como en la bolsa, existe el mercado continuo. Si Qatar, o sea su jeque, ha comprado un club de futbol, y nada menos que el de la capital de Francia, además de un Campeonato del Mundo de paises, y a los capitanes de las selecciones de Brasil, Argentina, Costa Rica, España (o al menos eso creía) y Francia para que jueguen en su equipo, ¿por qué va a perder un pulso con nadie en la disputa del jugador estrella del momento?. ¿Será por dinero?.

Gracias, sobre todo, al futbol, nos hemos enterado de que en los paises árabes tienen un concepto sobre los derechos humanos muy diferente del que tenemos en occidente, lo que no impide que aceptemos su petróleo, su gas y sus cuantiosas inversiones en nuestros paises y, eso, que estamos siempre muy preocupados por cosas como la sostenibilidad, la igualdad de género o la corporate compliance. Pero, eso no es óbice para que un deporte que inventaron los ingleses y que los brasileños, llevaron al límite de lo que se pude hacer, ahora sea cosa de árabes. Todo sea por la alianza de civilizaciones.

Pero volvamos al fenómeno mundial. Supongamos que eres tú y que tienes el capricho juvenil de jugar en el club donde lo hicieron tus ídolos de la infancia. Bueno, menos mal que tienes una madre juiciosa que sabe lo que es la vida y que te quiere garantizar la tuya y la de, por lo menos, las dos o tres siguientes generaciones, además de la suya, claro.

El resultado de todo eso debería ser el esperado y, sin embargo, había en la prensa de Madrid (prácticamente solo en la de Madrid aunque es verdad que en su totalidad) la creencia de que la vida era de otra manera. ¿Por desconocimiento?. No, porque también en los medios de comunicación prevalece su vivere sobre su philosophare e informar, y sobre todo especular, sobre una cosa es más productivo que hacerlo sobre otra. Es lo que se llama "lo periodístico".

Y, gracias a ese clima de euforia creado alrededor de la idea de que Dios nos iba a enviar a su hijo futbolístico preferido, ahora puede cundir el desánimo y, lo que es peor, la apostasía de los valores deportivos en la tribu madridista. Dependiendo de lo que pase el próximo sábado, la tragedia puede remitir con la llegada de otros fenómenos, previo calentamiento del ambiente mediático con crónicas que nos informen de sus excelencias sublimes.

 Y, si no, siempre nos quedarán las regatas de Sanxenxo. El deporte es grande.

Kylian Mbappé