viernes. 29.03.2024
madrid nuevo norte

Tras años de parálisis, crisis económicas, demandas en los juzgados, los especuladores que gobiernan Madrid en la sombra, desde la segunda fila, han decidido dar el empujón final a la Operación Chamartín, rebautizada como Madrid Nuevo Norte.

Aprovechando que la pandemia ocupaba cada minuto de nuestras vidas, el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid, en manos del PP, decidió dar el visto bueno al proyecto que ya venía avalado previamente por el Ayuntamiento de Madrid, sin que el anterior gobierno municipal de la izquierda hubiera hecho otra cosa que intentar moderar un poco las ansias de riqueza de banqueros y constructores.

La fiesta del dinero a espuertas espera su momento y mientras llega o no llega, van inaugurando maquetas digitales, realidad virtual, para que veamos cuánto verde y cuánto ladrillo, crecerá sobre los millones de toneladas de cemento que cubrirán las vías que parten de la Estación de Chamartín.

El espectáculo de una impresionante venta, un imponente negocio, explicado como transformación de la ciudad, regeneración urbana, de la mano de la tecnología digital, utilizando pantallas enormes y modelos físicos diseñados a escala. Se ponen en marcha miles de usuarios de redes sociales, comprados, alquilados, inventados, creados en fábricas de bots y de trolls, que alaban el proyecto y atacan a los detractores del mismo.

Yo mismo he podido comprobar cómo cientos de usuarios de redes, con raros nombres y mínimos seguidores, entran a saco contra anuncios de artículos como éste en las redes sociales. En el mejor de los casos un bienintencionado vecino de los barrios limítrofes que piensa que el precio de su vivienda se va a triplicar con la operación Chamartín, me indica que yo no sé nada y que el proyecto es maravilloso, como la publicidad orquestada y preciosa maqueta demuestran.

Lo malo es que una maqueta no demuestra nada. Es un metaverso, un mundo virtual en 3D en el que nada es lo que parece y en el que nosotros no somos personas, sino personajes creados, perfiles, avatares inventados. Sin embargo la Operación Chamartín es mucho más, tanto como dos millones de metros cuadrados de suelo sobre la franja de 5´6 kilómetros que ahora ocupan las vías que salen de Chamartín.

Para hacernos una idea podemos pensar en la distancia que va desde Cibeles a Plaza Castilla, cubierta por 10.500 viviendas y 1´5 millones de metros cuadrados de oficinas. Madrid tendrá su polo de lujo y desarrollo en el Norte, un polo que reclamará inversiones monstruosas y el abandono de cualquier otro espacio urbano, el abandono de las inversiones en el Sur y la periferia de la capital.

Rascacielos de más de 300 metros esperan en ese metaverso del Norte para dibujar el nuevo skyline de la desigualdad en Madrid. Un parque de 400.000 metros cuadrados (menos de la mitad del Retiro), sembrado sobre el cemento que cubrirá las vías, un corredor verde y un montón de vías nuevas, incontables kilómetros de tuberías, puentes, túneles, lo que haga falta y, además, pasen y vean, todo muy sostenible, ecológico, esa es la nueva moda.

Nadie nos dice la cantidad de materiales, energía, carbono que nos va a costar la broma, mantenerla en funcionamiento y repararla cuando comience a tener goteras. Diseñan este Madrid, mientras les importan tres narices barrios como Usera, Villaverde, Carabanchel, Vallecas, Hortaleza, San Blas, Latina, o el cercano Tetuán, abandonados a su suerte.

Como nadie nos explica el ridículo número de viviendas con algún tipo de protección pública (una de cada cinco), frente a la inmensidad de nuevas viviendas privadas y oficinas a precios astronómicos. Hubo tiempos en los que la derecha madrileña, al frente de la que se encontraba Alberto Ruiz-Gallardón, se empeñó en debatir un gran Plan General de Estrategia Territorial para Madrid.

No era la panacea, pero hubo un debate. Hoy, sin embargo, tras Aguirre, sus mamandurrias, sus ranas corruptas y sus secuelas invasoras, no hay diseño democrático, ni participado por la ciudadanía para nuestra región. Todo nuevo proyecto sale del oscurantista negocio en los despachos de la Administración, con presencia de grandes banqueros, constructores y empresas de servicios. Luego esos acuerdos se llevan a los plenos del Ayuntamiento y a la Asamblea de Madrid para ser aprobado sin grandes debates, con pocos testigos.

Quien se opone es inmediatamente laminado y desaparece del panorama político. El pueblo, mientras tanto, continúa entretenido con el pan y circo, el pan y toros, las cañas y tapas, el botellón callejero y sólo tiene noticias de las bonitas maquetas virtuales que puede visitar. Y si no ya se las contamos en los medios de comunicación.

Que viva el negocio, que vivan las caenas.


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