viernes. 19.04.2024

Los escándalos de pedofilia dividen a la Iglesia sobre si mantener el celibato

Hasta el punto de producirse supuestas declaraciones de 'purpurados' que son inmediatamente desmentidas por los supuestos autores. Ciertos o no recientes pronunciamientos a favor de la supresión del celibato, el debate está sobre la mesa. Nunca la Iglesia Católica había vivido momentos tan convulsos como los actuales.
> Semana de Pasión para Benedicto XVI
NUEVATRIBUNA.ES - 29.3.2010

El último en dar la campanada ha sido el cardenal italiano Carlo Maria Martin, a quien el semanario alemán "Presse am Sonntag" atribuye consideraciones sobre que en la actualidad la Iglesia debe "replantearse cuestiones fundamentales" y, concretamente, debe "repensar la obligación del celibato de los sacerdotes como forma de vida".

Las declaraciones fueron publicadas este domingo y apenas veinticuatro horas después el anciano jesuita, que fue uno de los "papables" en el cónclave que eligió Papa a Joseph Ratzinger, actual Benedicto XVI, lo ha desmentido todo. "Me he quedado muy sorprendido al ver que me han atribuido una expresión que no corresponde con mi pensamiento y, además, considero que es forzado conjugar el respeto del celibato sacerdotal con los abusos sexuales", ha afirmado Martini en un comunicado. Es más, el cardenal asegura que él jamás ha hablado con el semanario, que "lo que ha hecho ha sido recuperar una carta mía a los jóvenes austríacos".

Martini subraya que en la misiva lo que decía era que "habría que revisar la forma de vida del sacerdote, entendiendo con ello la importancia de promover formas de mayor comunión de vida y fraternidad entre los curas, para evitar posibles situaciones de soledad interior".

De haber sido ciertas sus supuestas afirmaciones al semanario, Martini no habría sido el primer jerarca católico que ha cuestionado el mantenimiento del celibato de los sacerdotes. El arzobispo de Viena, Christoph Schoenborn, fue el primero en poner el dedo en la llaga, hace un par de semanas, al pedir un "cambio de visión" sobre la soltería forzosa. La reacción del Vaticano no se hizo esperar. Una legión de cardenales replicó que la cuestión no se plantea, que el celibato no puede ser un atenuante para la pedofilia y que el comportamiento de la sociedad civil ante esta cuestión es hipócrita.

Por cierto que Schoenborn ha vuelto a aparecer este lunes en los medios a propósito de unas declaraciones a la televisión austriaca, recogidas por la BBC, en las que ha asegurado que Joseph Ratzinger quiso investigar las denuncias de abusos que pesaban sobre el cardenal Hans Hermann Groer, arzobispo de Viena, que se habrían producido en los años setenta. Sin embargo, según según su relato, fue el Papa Juan Pablo II quien puso trabas a las indagaciones del actual pontífice, al considerar tales denuncias exageradas.

Volviendo al tema del celibato, poco después de que el arzobispo de Viena expresara su opinión en contra, el obispo auxiliar de Hamburgo, Hans- Jochen Jaschke, una de las cabezas más destacadas de la iglesia católica alemana, se unía a su petición para poner fin a su obligatoriedad.

Jaschke es partidario de que a los sacerdotes católicos se les permita el casamiento, igual que a los pastores protestantes. "La coexistencia de celibato y religiosos casados debería ser posible", dijo Jaschke al diario "Hamburger Abendblatt". El obispo de la segunda ciudad de Alemania puntualizó que su posición no es una reacción o consecuencia de la ola de denuncias sobre abusos sexuales cometidos en las últimas décadas por religiosos y pedagogos en escueles católicas del país.

Esta línea de pensamiento sigue los pasos de la que hace años abrieron prestigiosos teólogos latinoamericanos, como Leonardo Boff y Jorge Tamayo, abogando por la abolición del celibato, que atribuyen al sometimiento de los curas a la norma más que a una sujeción racional y religiosa.

Frente a esta postura, el cardenal y papable Oscar Rodríguez Maradiaga, presidente de Caritas Internacional y arzobispo de Tegucigalpa, defiende que "no se puede relacionar pedofilia con celibato. Los abusos suceden en todas partes", señala, "incluso donde no hay célibes".

El caso es que la mutiplicidad de casos de pedofilia entre los sacerdotes ha reabierto el debate sobre una práctica impuesta en la Iglesia católica hace 1.700 años, en un concilio del 309. Pero la represión sistemática de la sexualidad no sería, por sí sola, la causa de las desviaciones que conducen a algunos sacerdotes a abusar de los niños. Si aceptamos que se trata de una patología que padecen las personas que tienen un cierto ascendiente sobre los menores y que en su infancia también han sido maltratadas, es probable que el caldo de cultivo para su desarrollo haya que buscarlo en los internados y seminarios que les acogieron durante sus primeros años.

Una de las razones 'de peso' para pronunciarse en contra del celibato es, por otra parte, que lanza un mensaje erróneo sobre el papel "contaminante" de la mujer (en el 309 la Iglesia Católica no tenía el convencimiento de que las mujeres tuvieran alma).

El 11 de marzo, la ensayista Lucetta Scaraffia rompía una lanza a favor de una mayor participación de las mujeres en la Iglesia desde las páginas de L'Osservatore Romano. Scaraffia decía que "una mayor presencia femenina en la Iglesia habría podido romper el velo de omertà masculino que a menudo ha encubierto con el silencio la denuncia de los abusos". Y recordaba que "los cambios de las sociedades occidentales han provocado una revolución en la configuración de los roles sexuales, poniendo también a la Iglesia católica ante la cuestión de ampliar el papel de las mujeres".

Los escándalos de pedofilia dividen a la Iglesia sobre si mantener el celibato