miércoles. 24.04.2024
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En la globalización de los Trump, Putin y Le Pen, el Olimpo está reservado para los poderosos y mientras el Atleti no tenga las millonadas que mueve el Sr. Pérez, mientras no reciba el favor de los árbitros en los momentos decisivos, sencillamente es imposible

Decía Raúl, ese jugador del Madrid antecedente de CR7, que “el Atleti se está acercando”.

La frase, dicha antes de una de las dos finales de Champions entre Atlético y Madrid, me llamó la atención. Ante el próximo derbi del miércoles, me parece un fiel reflejo de la realidad. Un hallazgo filosófico. Tranquilos… que no se me enfaden los feligreses del fútbol. Trataré de explicarme.

Si me pongo en la mente de un aficionado madridista diría que es la pura realidad, dada la diferencia de presupuesto y de Champions conseguidas. Si me pongo en la mente de un atletista, diría que si no fuera por los árbitros ambos equipos estarían más igualados pues es seguro que los colchoneros hubieran ganado, al menos, una de las dos finales. Ambos razonamientos me parecen correctos, sólo que eso ya es pasado y en el fútbol importa el presente.

Como presente y real es el 3-0 que le endosaron los madridistas a un irreconocible Atleti. Comprendo los sentimientos atléticos soñando con que este año tocaba ganar la Champions, idea forjada tras el dubitativo comienzo de temporada lo que hizo pensar que el Cholo sacrificaba Liga y Copa para ganar la Champions. Y puesto que todavía el partido de vuelta no se ha jugado, entra dentro de lo posible. Lo que no es lo mismo que probable. Señores colchoneros, la realidad es la realidad. Y la realidad nos dice que esta temporada el Madrid está intratable. Que dominaron durante los noventa minutos, lo que hace suponer que lo pueden repetir en la vuelta. Y que una de las leyes de la Champions dice que si no marcas fuera de casa, estás eliminado.

Se están acercando

Pero cómo soy un polemista nato no me resisto a buscarle la pimienta al encuentro del miércoles. Ya he escrito que, para mi gusto, el Atleti no existió. Pero aunque el resultado hubiera sido diez a cero, el fútbol es una cuestión de momentos decisivos, y más en la Champions donde por encima del fútbol premia el dinero. ¿Qué hubiera pasado si con el uno a cero el árbitro hubiera querido ver el codazo, agresión, de Ramos a Lucas? Expulsión directa y se hubiera perdido la vuelta. Se me enfadarán los merengues, entre otras razones porque no se rearbitran los partidos. Para comprender el argumento miremos la escena al revés. ¿Y si hubiera ido ganando el Atleti por cero a uno y Godín le hubiera propinado el mismo codazo a CR7? Dejo la respuesta a la sabiduría de los lectores.

Comprendo el sueño calderoniano de la afición atlética, pensando en la remontada. Comprendo el positivismo del Cholo y sus jugadores. Es su obligación. A mi modesto entender, se equivocan. Es fuego fatuo. La diferencia entre ambos equipos es aplastante. Sobre todo con este Madrid con la plantilla más completa que yo recuerdo en veinte años, mientras el Atleti, mermado por las lesiones, apenas ha contado con una plantilla de dieciséis jugadores a los que veo agotados. Es más acertado reconocer en estos cinco años el mérito de jugadores como Gabi, Godín, Koke, Saúl y compañía cuyas hazañas ya son leyenda del fútbol español.

Convertir el Calderón en una fiesta lanzando coronas de laurel al césped

Precisamente ahí está su gloria como ha sabido entender el respetable al final del partido con el Éibar. Pase lo que pase, la Gloria ya la tenemos. Nuestra temporada ha terminado. Ahora a disfrutar lo que queda, parecían decir. A todos nos gusta soñar y estamos en nuestro derecho. Pero en la globalización de los Trump, Putin y Le Pen, el Olimpo está reservado para los poderosos y mientras el Atleti no tenga las millonadas que mueve el Sr. Pérez, mientras no reciba el favor de los árbitros en los momentos decisivos, sencillamente es imposible. Eso no quita para pensar en la revolución, porque haberlas las ha habido. Y si el Atleti eliminara al Madrid sería como asaltar los cielos y eso, todavía, no lo ha hecho Podemos. La Bastilla y el Palacio de Invierno quedan lejos.

Aunque se puede hacer la revolución de otra manera. Por ejemplo, contestando a esa pancarta “Decidme qué se siente” con la sencillez y la humildad de los pobres. O proponiendo que una reproducción de la misma junto con aquella de “tu dedo nos señala el camino” las coloque el Sr. Pérez como trasfondo en sus ruedas de prensa, muestra de su señorío.

A quienes me lean les sugiero, como en Lisboa, que ambas aficiones conviertan el miércoles en una fiesta tanto en su casa como en el campo. Para los madridistas porque tienen un equipo imparable y porque se lo merecen. Para los atléticos porque desde aquella derrota ante el Albacete cuando Simeone cogió el equipo se han colocado en la élite del fútbol mundial. El éxito de esta campaña es acabar terceros, haber recuperado a un Sevilla inaccesible en la primera vuelta nada menos que 15 puntos, algo impensable hace apenas dos meses. Y, sobre todo, cerrar un estadio primero con el Madrid y luego con su padre el Athletic, abriendo las puertas del nuevo Metropolitano en la élite del fútbol. El Atleti de Simeone no ha conquistado el cielo, pero se ha pasado por él como el Grande que es.

Si me permiten, a los madridistas les sugiero que se sienten con sus amigos atléticos para beber y brindar por el éxito del fútbol, guardando el champán para la final con la Juve. Y a los atléticos que junto a sus bocadillos lleven una corona de laurel para lánzarla al campo en loor de su propia historia.

La gloria ya es del Atlético