viernes. 19.04.2024

La derecha catalana intenta arañar votos recurriendo a la ‘caza al moro’

AGNESE MARRA
El PP catalán ha mostrado sus cartas. Su nueva estrategia es usar los padrones municipales para denunciar a la Policía a los inmigrantes irregulares. CIU le sigue de cerca y municipios que gobierna han aprobado la misma medida. Los partidos tradicionales copian la estrategia xenófoba que inventó Anglada con Plataforma Per Catalunya.
> La Fiscalía investiga el panfleto xenófobo del PP
NUEVATRIBUNA.ES- 30.04.2010

La carrera hacia las elecciones autonómicas catalanas sobrepasa todos los límites. La competición montada entre la xenófoba Plataforma Per Catalunya (PxC), Convergència i Unió (CIU) y el Partido Popular pareciera consistir en quién es más duro con los inmigrantes, quien los insulta más alto, o quién los denuncia más rápido.

La derecha catalana ha tomado nota de Josep Anglada (líder de PxC) y ha optado por una estrategia anti inmigrante para arañar votos. El ayuntamiento de Vic fue quien dio el pistoletazo de salida cuando su alcalde, Josep Maria Vila (CIU), anunció que se negaría a empadronar a los inmigrantes, lo que suponía entre otras cosas negarles el acceso a la sanidad o a la educación de sus hijos. Después de muchas presiones Vila dio marcha atrás. Pero como ya advertían varias ONG en aquel momento, Vic se convertiría en un precedente goloso para otros ayuntamientos.

La presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho, aprendió de lo acontecido en Vic y el pasado 12 de abril anunció que todos los grupos municipales de su partido en Cataluña presentarían mociones para que los ayuntamientos “denuncien a la Delegación del Gobierno todas las presuntas situaciones de inmigración irregular que detecten en los padrones”. Según Sánchez Camacho, la propuesta nada tiene que ver con lo sucedido en Vic, el PP catalán sí deja que se empadronen para después usar sus datos y denunciarlos.

El ayuntamiento catalán de Sant Andreu deLlavaneras ha sido el nuevo municipio en poner en marcha esta campaña de denuncias. Esta semana el alcalde del municipio, Bernat Graupera (CIU), quien gobierna en coalición con el PP, aprobó un texto en el que se permite que el propio Ayuntamiento a través de los datos obtenidos por el padrón, comunique a la dirección de Policía la situación ilegal de los inmigrantes empadronados. El edil ha preferido no profundizar sobre este texto y ha asegurado que antes de aplicar la medida estudiará con detenimiento “cuáles son sus efectos políticos”.

Sin embargo en Sant Andreu de Llvaneras poco tendrán que denunciar ya que según el último censo la población inmigrante sería del 10%. “Es absurdo lo que se está haciendo, quieren sacar un problema donde no lo hay. Aquí apenas viven inmigrantes”, señalaban desde la oposición (PSC, ERC, Gent de Llavaneras y SOS Llavaneras). Y es que este municipio es considerado “eminentemente residencial y turístico, con un alto poder adquisitivo y con predominio del sector servicios”, según señala su plan estratégico. “Lo que están haciendo con los inmigrantes es denigrante, los únicos que viven aquí son los que trabajan como jardineros, el resto vive fuera. Nosotros no tenemos ningún problema con ellos”, insiste uno de los concejales de SOS Llavaneras.

Si la fotografía de Llavaneras se aleja de la imagen clásica de un municipio multicultural con altos índices de inmigración ¿por qué poner en marcha una campaña de persecución y denuncia de inmigrantes? Algunos analistas políticos han señalado que tanto el PP como CIU pretenden evitar el triunfo de PxC (una formación minoritaria pero cada vez con más peso). El caso del PP sería diferente, ya que nunca se le ha dado bien la plaza catalana, pero ahora con su discurso anti inmigración parece haber encontrado el único filón para llevarse alguna papeleta a las urnas.

Entre batallita y batallita, la derecha catalana poco a poco va a convertir el fenómeno de la inmigración en una ‘caza de brujas’, hasta podríamos llegar a parecernos a los habitantes de Arizona , porque se empieza por las denuncias y ¿dónde se acaba?

La derecha catalana intenta arañar votos recurriendo a la ‘caza al moro’