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NUEVATRIBUNA.ES - 18.12.2009

Ya se cumplen dos semanas desde que inició la Cumbre del Cambio Climático de Copenhague. Después de 14 días de negociaciones las conclusiones se juegan a última hora y entre dos participantes: Estados Unidos y China. El resto de mandatarios hace reuniones paralelas y con una cierta ansiedad esperan la solución que aporten los dos gigantes para que este cumbre no sea la crónica de un fracaso anunciado.

Los dos países más contaminantes del planeta hace tiempo que mostraron sus cartas y las posturas parecían irreconciliables. Barack Obama ha llegado a primera hora de la mañana a Copenhague y su encuentro prioritario ha sido con el primer ministro chino, Wen Jiabao, con el que todavía sigue reunido. La esperanza del resto de los invitados en Copenhague es que alguno de los dos países saque un as en la manga que de un vuelco de 180 grados al pesimismo instalado en la capital danesa.

La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, instó ayer a China a fijar acuerdos de reducción de dióxido de carbono (CO2) vinculantes y a someterse a los mecanismos internacionales de transparencia. Sin embargo el país asiático ya ha manifestado su rechazo a exponerse a los mecanismo de transparencia ya que tienen la segunda intención de “husmear las economías ajenas”, señaló esta semana una de los representantes de la delegación china.

La petición hecha por EEUU tiene que ver con el intento fallido de los países industrializados de solicitar a las naciones emergentes que sus reducciones de emisiones sean vinculantes a escala global, en clara a alusión a China, el país más contaminante.

Los intentos de negociación en este aspecto no han servido de nada. Otros países emergentes como India y Brasil han mostrado su apoyo a China. También el presidente venezolano, Hugo Chávez , recordó que mientras "Estados Unidos tiene más de 300 millones de habitantes y consume 20 millones de barriles de petróleo diarios, China tiene cinco veces más población y consume cinco millones".

Los países en desarrollo se han unido en bloque y China es ahora su máximo representante ya que también es la viva imagen de la polémica creada por Estados Unidos. El G-77 , (grupo formado por los 130 países más pobres del planeta) se ha aferrado al Protocolo de Kioto (1997) y a la Hoja de Ruta de Bali (2007), que establece que sólo las reducciones de los países ricos son vinculantes, mientras que las de los que están en vías de desarrollo son de carácter voluntario.

LOS OTROS ENCUENTROS DE OBAMA

El presidente norteamericano ha aterrizado en Copenhague con la intención de dar “el último impulso” a una Cumbre bastante debilitada. Además de reunirse con su homólogo chino, Obama se entrevistará en privado con los mandatarios brasileño y rusos, Luiz Inacio Lula da Silva y Dimitri Medvevev. Con este último abordará as negociaciones de desarme estratégico "Start", una reliquia de la guerra fría, y las relaciones con Irán y su controvertido programa nuclear.

EL BORRADOR FANTASMA

A la espera de las reuniones de Obama con los mandatarios ‘elegidos’, se desatan los rumores sobre el borrador más fiable. Antonio Hill, de la ONG Oxfam, asegura que sobre las tres de la mañana hubo un primer borrador de tres páginas en el que las potencias se comprometían a limitar el aumento de la temperatura a dos grados centígrados y hacía una promesa de alcanzar 100.000 millones de dólares de financiación a partir de 2020: "Lo de la temperatura es una declaración que la hizo el G-8 y la promesa de dinero no deja claro si es adicional ni hay garantía de que vaya a ser así. Se trata de un regalo para evitar la vergüenza en Copenhague".

Se espera que a primera hora de la tarde los líderes políticos den a conocer los resultados de estas dos semanas. Uno de los objetivos de la cumbre es el de redactar una declaración política final que comparta los dos textos que se han negociado durante los últimos 11 días. Los principales problemas giran en torno a las cifras de reducción de gases de efecto invernadero, la financiación necesaria para mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos, y la transparencia del proceso.

La Cumbre de Copenhague pendiente del pulso entre China y Estados Unidos